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Ceremonia fúnebre celebrada por Hossam Shabat, el 24 de marzo de 2025, en Gaza. (Ahmed Al-Arini / Anadolu vía Getty Images)

Israel vuelve a asesinar a periodistas

Traducción: Pedro Perucca

Israel no sólo reanudó por completo su ataque genocida contra Gaza y el pueblo palestino sino que también retomó la matanza de periodistas.

El genocidio que hace dieciocho meses lleva adelante Israel en Gaza ya alcanzó un límite de crueldad sin precedentes, pero una de sus peores atrocidades es el constante ataque y asesinato de periodistas palestinos cuyo único pecado es sacar a la luz la verdad de lo que pasa en Gaza. Estos ataques continuaron el lunes, cuando las fuerzas israelíes mataron al periodista palestino y corresponsal de Al-Jazeera Hossam Shabat en un ataque aéreo que tuvo como objetivo su coche de prensa, en Jabalia, al norte de Gaza. Ni el chaleco ni el casco de Shabat pudieron protegerlo. Tenía veintitrés años.

Shabat era un valiente periodista joven que se negó a guardar silencio sobre los crímenes de guerra israelíes en Gaza. Su compromiso y persistencia para llevar a cabo su misión fueron extraordinarios. Hace pocos días publicó en Twitter algunas últimas declaraciones: «Pensé que había terminado y que por fin podría descansar un poco, pero el genocidio volvió con toda su fuerza y estoy de nuevo en primera línea».

Israel también asesinó hoy a Mohammed Mansour, corresponsal de Palestine Today, con una bomba tenía como objetivo su casa en Khan Yunis. Los dos periodistas fueron asesinados en el lapso de tres horas. Las imágenes muestran a la madre de Shabat y al padre de Mansour desplomándose de dolor mientras se despiden de sus hijos asesinados.

Anas al-Sharif, uno de los colegas supervivientes de Shabat en Gaza, escribió en las redes sociales: «Hoy, la ocupación israelí no solo asesinó a Hossam, sino que nos sentenció a muerte a todos. ¿Seremos nosotros quienes seremos llevados en hombros mañana? La ocupación no nos deja otra opción que relatar la noticia y convertirnos en la noticia misma, y estamos suplicando con nuestros propios ataúdes por la última brizna de conciencia del mundo».

Israel no solo está asesinando a los pocos periodistas supervivientes de Gaza, sino que ahora está atacando a todos los palestinos que se atreven a hablar. El lunes, en Cisjordania, un grupo de colonos israelíes golpeó a Hamdan Ballal, codirector del documental ganador de un Oscar No Other Land, antes de que fuera secuestrado y desaparecido por soldados israelíes. La violenta agresión y el secuestro de Ballal prueban el argumento central de la película. Para citar a Jeremy Corbyn: «No Other Land muestra la horrible violencia que sufren los palestinos en Cisjordania bajo el apartheid».

Israel no tiene escrúpulos en masacrar a periodistas palestinos; y ni siquiera dignifica el crímen negándolo. El martes, el ejército israelí admitió abiertamente que asesinó a Shabat, tras haberlo incluido en una lista de objetivos en diciembre pasado y matarlo el día anterior. Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) están llevando a cabo una campaña de propaganda para justificar el asesinato de Shabat y empañar su nombre y su memoria.

Shabat había estado en el punto de mira de las IDF durante meses. Anteriormente, había recibido varias amenazas de muerte por parte de las fuerzas israelíes, que le exigían que dejara de documentar sus atrocidades en el norte de Gaza y que retirara su material publicado. Israel declaró repetida y explícitamente su intención de asesinar a Shabat y a sus colegas en Gaza. Periodistas y activistas advirtieron sobre esta intención de Israel de asesinar a los periodistas que quedan en Gaza. Estuvieron haciendo sonar la alarma con creciente urgencia desde julio pasado, cuando las fuerzas israelíes asesinaron a Ismail al-Ghoul, junto con el fotógrafo Rami al-Rifi, cuyos cuerpos fueron encontrados en pedazos y decapitados en el campo de refugiados de al-Shati, al oeste de la ciudad de Gaza. Como advertí en agosto:

Al atacar a periodistas palestinos y a sus familias, Israel está tratando de encubrir su genocidio en Gaza y matar a palestinos en la oscuridad. También estoy muy preocupado por la seguridad de los periodistas palestinos que quedan en Gaza, que estuvieron en el punto de mira del ejército israelí durante más de diez meses. A menos que actuemos ahora, Israel seguirá masacrando periodistas en Gaza sin consecuencias.

El lunes, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) emitió un comunicado condenando el asesinato de los dos periodistas de Gaza por parte de Israel. «El CPJ está consternado por ver una vez más a palestinos llorando sobre los cadáveres de periodistas muertos en Gaza», dijo el director de programas del CPJ, Carlos Martínez de la Serna, en Nueva York. «Esta pesadilla en Gaza tiene que terminar. La comunidad internacional debe actuar con rapidez para garantizar la seguridad de los periodistas y hacer que Israel rinda cuentas por la muerte de Hossam Shabat y Mohammed Mansour. Los periodistas son civiles y es ilegal atacarlos en una zona de guerra».

El CPJ reiteró su llamado a Israel para que deje de fabricar acusaciones infundadas con el fin de justificar el asesinato de miembros de la prensa, incluyendo señalamientos sin pruebas que presentan a periodistas palestinos en Gaza, como Shabat y Mansour, como miembros de los grupos militantes Hamás y la Yihad Islámica. Shabat negó sistemáticamente esas acusaciones y declaró al CPJ en octubre: «Transmitimos la verdad en Al Jazeera Mubasher y nos movemos dentro de las áreas que Israel clasificó como seguras. Somos ciudadanos y difundimos las voces de otros ciudadanos. Nuestro único crimen es mostrar la imagen y la verdad».

En los últimos dieciocho meses, Israel asesinó al menos a 207 periodistas en Gaza, según la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza. Este es el mayor número registrado de periodistas asesinados en cualquier guerra. Armado con armas y fondos estadounidenses, incluido un reciente envío de bombas MK-84 no guiadas de dos mil libras, Israel continúa matando impunemente a periodistas palestinos, encubriendo sus crímenes de guerra e imponiendo un apagón total en cuanto a la cobertura de sus atrocidades en Gaza.

Como advirtió en agosto una carta de solidaridad firmada por más de cien periodistas y organizaciones de libertad de prensa: «Las acciones militares de Israel no son posibles sin las armas, la ayuda militar y el apoyo diplomático de Estados Unidos. Al proporcionar las armas que se utilizan para matar deliberadamente a periodistas, ustedes son cómplices de una de las mayores afrentas a la libertad de prensa de la actualidad».

Según el derecho internacional, atacar intencionadamente a periodistas es un crimen de guerra. Israel tiene un historial bien documentado de ejecuciones extrajudiciales de periodistas y sus familias. Estas atrocidades casi no tienen precedentes en la memoria reciente, y la incapacidad y falta de voluntad del mundo para detenerlas es una tragedia para la humanidad y una vergüenza para la civilización. Porque la verdad es que Shabat y Mansour fueron asesinados no solo por Israel, sino también por el silencio y la complicidad de los periodistas occidentales y los principales medios de comunicación, que le negaron a sus colegas periodistas en Gaza incluso la dignidad de la solidaridad. Casi ninguna de las principales organizaciones de noticias occidentales cubrió el asesinato de Shabat y Mansour por parte de Israel.

Estos periodistas asesinados eran muy jóvenes y asumieron la responsabilidad de llenar el vacío dejado por los medios de comunicación occidentales. (Hassan Hamad tenía diecinueve años; Shabat, veintitrés; al-Ghoul, veintisiete). Los periodistas eran nuestra única fuente de información sobre el genocidio en curso en Gaza, donde Israel prohibió la entrada de todos los periodistas y organizaciones extranjeras. Ellos nos proporcionaron un sinfín de imágenes y reportajes de primera mano y pagaron con sus vidas para que la verdad saliera de Gaza. Es trágico verlos enterrarse unos a otros en una sucesión espantosa.

Como dijo Jason Hickel sobre Shabat: «Este joven tuvo más dignidad e integridad en su corta carrera que los miles de cómodos periodistas occidentales que guardaron silencio mientras sus gobiernos armaban y financiaban un genocidio». (Los periodistas restantes son principalmente jóvenes mujeres que desafían a la muerte para informar sobre el genocidio, en particular Bisan Owda, Hind Khudary y Doaa Abaz).

Shabat previó su propia muerte. En su último mensaje, compartido por su equipo en las redes sociales, escribió:

Si estás leyendo esto, significa que fui asesinado, seguramente por las fuerzas de ocupación israelíes. Cuando todo esto empezó, solo tenía 21 años, era un estudiante universitario con sueños como cualquier otro. Durante los últimos 18 meses, dediqué cada momento de mi vida a mi pueblo. Documenté los horrores en el norte de Gaza minuto a minuto, decidido a mostrarle al mundo la verdad que intentan ocultar. Dormí en las aceras, en escuelas, en tiendas de campaña, en cualquier lugar donde pude. Cada día era una batalla por la supervivencia. Soporté el hambre durante meses, pero nunca me separé de mi pueblo. Por Dios, cumplí con mi deber como periodista. Lo arriesgué todo para informar la verdad y ahora, por fin, estoy en paz, algo que no conocí en los últimos 18 meses. Hice todo esto porque creo en la causa palestina. Creo que esta tierra es nuestra, y fue el mayor honor de mi vida morir defendiéndola y sirviendo a su pueblo. Ahora les pido: no dejen de hablar de Gaza. No dejen que el mundo mire hacia otro lado. Sigan luchando, sigan contando nuestras historias, hasta que Palestina sea libre. Por última vez, Hossam Shabat, del norte de Gaza.

 

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