Hace más de 150 años, Estados Unidos se estrenó como potencia imperial en Centroamérica. Hoy la región concentra todas las contradicciones de un imperio a la deriva.
Notas publicadas en América Latina
El nacionalismo desarrollista no es más que un pobre sustituto de la socialdemocracia.
Estados Unidos retrocede en América Latina pero sigue siendo ampliamente dominante en la región. Pero la tentación de negocios con China desconcierta a los conservadores locales.
La Doctrina Monroe orientó el desplazamiento de España e Inglaterra por EE. UU. y sus empresas en América Latina. Ese mismo patrón reaparece en el siglo XXI, pero con decreciente efectividad.
La teoría marxista de la dependencia surgió en un contexto muy particular, más de cincuenta años atrás. Aun así, todavía tiene mucho para decirnos sobre por qué el mundo es como es (y qué hacer para cambiarlo).
Raúl Prebisch y Celso Furtado concebían a la economía como la antesala a etapas superiores de desarrollo: en el caso del brasileño, hacia la plena democracia; en el argentino, para alcanzar la autonomía geopolítica.
Una alternativa de izquierda es indispensable para superar la tibieza del progresismo actual. Esa opción sólo emergerá exponiendo críticas a la inconsecuencia de ese espacio. Para modificar las relaciones de fuerza hay que compartir alegrías y objetar capitulaciones.
El mapa regional ilustra la preeminencia de un progresismo más extendido que en la oleada anterior. Pero en toda la región persiste una polarización asimétrica entre un progresismo vacilante y una ultraderecha muy agresiva.