El apoyo británico al Brexit se cita como un avance de la extrema derecha. Pero las políticas antiinmigrción de la Uniòn Europea cuestionan su pretensión de representar valores internacionalistas.
Notas publicadas en Europa
El portaaviones insignia de la marina estadounidense, el buque USS George Washington, ahora de paso por mar argentino, es un arma destinada a que los países periféricos sigan siéndolo. Festejarlo es padecer un Síndrome de Estocolmo geopolítico.
Las elecciones europeas de este fin de semana se saldaron con un giro a la derecha. Aunque la mayoría de las fuerzas de ultraderecha abandonaron la idea de romper con la Unión Europea, cada vez tienen más capacidad para marcar la agenda del bloque.
Los beneficios que promete el partido de Viktor Orbán no son universales y ayudan más a las clases medias que a los trabajadores o a los pobres del campo.
Los votantes de la clase trabajadora no están nada contentos con la actual dirección de la UE, pero la izquierda no consigue convencerles de que puede cambiar las cosas.
El 2 de abril de 1922, reformistas y revolucionarios de tres Internacionales rivales se reunieron en Berlín en un intento de acordar un programa común.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, sugirió en estos días que «ya no se puede descartar» el envío de tropas occidentales a Ucrania. La idea es peligrosa.
Durante sus años en Argelia, Karl Marx atacó con indignación los violentos abusos de los franceses y la desvergonzada arrogancia, presunción y obsesión de Occidente por vengarse de todo acto de rebelión de la población árabe de la región.
El «eurocomunismo» buscaba construir una alternativa al agotado modelo soviético, pero fue incapaz de responder a las profundas convulsiones sociales que se estaban produciendo en Occidente.