Un competidor asiático del Fondo Monetario Internacional ha conseguido el apoyo de China. Pero sin un cambio radical del actual modelo neoliberal, seguir aumentando la financiación internacional difícilmente solucione algo.
Notas publicadas en China
Aunque China tiene ahora una mayoría urbana, la clave de su desarrollo desde 1949 reside en su vasto campo. La reforma agraria maoísta redistribuyó la tierra, pero los gobernantes del país siguen mostrándose reacios a hablar del «lado oscuro» de su historia.
¿Cuáles fueron las consecuencias de tres décadas de reformas de mercado para la clase obrera más grande del mundo?
David Harvey analiza la confrontación entre Estados Unidos y China, la dinámica capitalista que la impulsa y los motivos por los cuales debería preocuparnos la posibilidad de una nueva guerra.
El mes pasado los medios mostraron imágenes de trabajadores chinos que saltaban las vallas de la gigante electrónica Foxconn y volvían a sus hogares. A pesar de la falta de sindicatos independientes, tomaron medidas de acción colectiva y se negaron a trabajar.
Hasta ahora China se atuvo a las reglas de juego mundiales, pero este XX Congreso del PCCh puede empezar a marcar el punto de inflexión hacia un momento de mayor injerencia en la política global.
En una economía global definida por la sobreproducción y el subconsumo, las empresas estadounidenses y chinas se esfuerzan por extraer beneficios de las naciones en desarrollo. Sin una redistribución masiva de la riqueza, el consumo no volverá a niveles estables.
El liderazgo norteamericano está socavado por el deterioro económico y los fracasos bélicos, mientras que Rusia no participa de ese circuito dominante pero motoriza la gestación de un imperio no hegemónico y China plantea un protagonismo que no es sinónimo de expansión imperial.
Es la rivalidad intercapitalista la que impulsa las tensiones entre Washington y Pekín, no las personalidades de Xi Jinping o Donald Trump.