Las protestas de 2019 en Chile fueron testigo de toda una demostración de audacia en el arte callejero. Hoy, en medio de una reacción violenta de la derecha, la imaginación radical desplegada en los muros cubiertos de grafitis de Santiago parece un sueño lejano.
Notas publicadas en Artículos
Hace tiempo que los capitalistas utilizan el Estado para remodelar nuestras ciudades. Debemos utilizarlo de una forma radicalmente distinta para que sirva a los intereses de los trabajadores.
Las elecciones de 2020, que dieron como gran ganador al Movimiento Al Socialismo, no fueron suficientes para recomponer todo lo que el golpe de 2019 había agrietado. El resquebrajamiento ahora es tan profundo que ha llegado incluso a lo único que le faltaba dividir: el propio MAS.
El marxista belga Ernest Mandel popularizó el término «capitalismo tardío» para describir la forma en que el sistema había cambiado en las décadas de posguerra. La obra de Mandel marcó un hito en el estudio del capitalismo, y aún hoy podemos aprender mucho de su análisis.
Hace dieciocho meses, la economista Isabella Weber se enfrentó a intensas críticas por culpar de la inflación a los beneficios empresariales. Ahora su análisis aparece regularmente en la prensa económica, y los ideólogos neoliberales se quejan de ello.
Una victoria de la extrema derecha en Argentina podría poner fin al «empate hegemónico» que vive el país desde 2001. La izquierda debe priorizar la lucha para evitar esta posibilidad por sobre cualquier otra cosa.
El 1 % más rico de la sociedad es quien más daño le hace al ambiente, mientras que los sectores más pobres pagan los costos. Una verdadera solución al cambio climático requiere de una radical redistribución de la riqueza.
Bajo el capitalismo, los derechos de propiedad serán siempre la prioridad, incluso por sobre los derechos de los trabajadores a un salario y unas condiciones de vida dignas. La única forma de luchar es mediante la huelga general.