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En palabras de León Trotsky, Jean Jaurès fue a la vez uno de los «dos representantes más destacados de la Segunda Internacional» de partidos socialistas y el «hombre más grande de la Tercera República Francesa». (Topical Press Agency / Getty Images)

Jean Jaurès, un icónico líder socialista

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Pedro Perucca

Uno de los socialistas más importantes de Francia, Jean Jaurès, fue asesinado pocos días antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Defensor apasionado del internacionalismo obrero, su asesinato marcó el descenso de Europa hacia la guerra.

 Entrevista de David Broder

En los años previos a la Primera Guerra Mundial, Jean Jaurès fue uno de los líderes del movimiento obrero internacional y fue asesinado el 31 de julio de 1914 debido a su valiente postura contra la inminente carnicería. Mártir de la paz, Jaurès pronto fue canonizado tanto por los comunistas, por su internacionalismo, como por los socialistas, por su visión democrática del cambio social. En palabras de León Trotsky, Jaurès fue a la vez uno de los «dos representantes más destacados de la Segunda Internacional» de partidos socialistas y el «hombre más grande de la Tercera República Francesa». Fundador del periódico L’Humanité, el nombre de Jaurès sigue ocupando un lugar monumental en la vida pública francesa. Sin embargo, hoy es menos conocido en el extranjero que otros socialistas de la época, como Karl Kautsky.

Nacido en 1859, Jaurès comenzó su vida política como republicano y libró muchas batallas para defender a la república francesa de las fuerzas reaccionarias y monárquicas. A partir de la década de 1880, lo hizo cada vez más como socialista, inspirándose tanto en las tradiciones radicales de la Revolución Francesa como en el creciente movimiento obrero. En comparación con figuras más doctrinariamente marxistas como Jules Guesde, el enfoque de Jaurès era más «posibilista» respecto al cambio gradual dentro de las instituciones republicanas. En este sentido, tomó partido en defensa del capitán del ejército Alfred Dreyfus, víctima de una campaña difamatoria antisemita que polarizó a la política francesa entre dreyfusards y antidreyfusards a finales del siglo. Al mismo tiempo, Jaurès fue el paladín de un partido socialista unido y, junto con Guesde, fundó la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) en 1905.

En el siglo posterior a su asesinato, pocas obras de Jean Jaurès aparecieron en inglés. Sin embargo, esto comenzó a cambiar, con la publicación de su Historia socialista de la Revolución Francesa y, más recientemente, con una recopilación de sus Escritos selectos, «Sobre el socialismo, el pacifismo y el marxismo», editada por Jean-Numa Ducange y Elisa Marcobelli. David Broder de Jacobin, quien tradujo los Escritos selectos, entrevistó a los editores sobre el rol de Jaurès en la historia republicana francesa, el impacto del marxismo en su pensamiento y su influencia perdurable en el movimiento socialista.

 

DB

Jean Jaurès es un icono nacional en Francia, celebrado por diferentes sectores políticos, mientras que en el mundo anglófono parece ser menos citado por los socialistas actuales que algunos de sus contemporáneos, como Karl Kautsky. ¿Por qué? ¿Fue su ejemplo «exclusivamente francés»? ¿Qué papel desempeñó en el movimiento socialista internacional?

EM

Jean Jaurès es, sin duda, una figura profundamente francesa, vinculada al contexto de la Tercera República [fundada en 1870 y que duró hasta 1940], la tradición republicana y la cultura política nacional, todo lo que lo convirtió en un icono para muchos. Su elocuencia, sus raíces en la vida parlamentaria y su conexión con la historia republicana explican por qué se lo celebra en Francia, incluso más allá del ámbito socialista específicamente.

Sin embargo, su papel no fue en absoluto únicamente «nacional». En la Segunda Internacional, Jaurès fue una de las voces más influyentes a favor de la cooperación entre socialistas y el mantenimiento de la paz. En los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914, buscó constantemente mediar entre diferentes corrientes y fortalecer la solidaridad internacional. Su autoridad moral y su solidez como orador lo convirtieron en un punto de referencia no solo para Francia, sino también para muchas figuras socialistas europeas. Dicho esto, después de su muerte, y especialmente fuera de Francia, su influencia resultó menos perdurable que la de figuras como Karl Kautsky, cuya elaboración teórica marxista se prestaba más fácilmente a la circulación en el movimiento obrero internacional. Jaurès, más político y tribuno popular que teórico sistemático, permaneció más ligado a su contexto nacional.

 

DB

Jaurès se hizo socialista aproximadamente una década después de la represión de la Comuna de París y la consolidación de la Tercera República Francesa. ¿Qué implicó el contexto de las décadas de 1880-1890 para su comprensión del republicanismo francés y qué condiciones diferentes creó esto en comparación, por ejemplo, con la de los socialdemócratas en la Alemania guillermina?

JND

Hay muchos aspectos a considerar, pero en última instancia el punto clave es este: Jaurès fue el miembro más joven de la Asamblea Nacional en 1885 cuando fue elegido diputado republicano (aún no era socialista) y provenía de una familia que incluía a varias importantes figuras militares y políticas. A partir de ese momento, y hasta su muerte, Jaurès mantuvo vínculos con políticos destacados que llegarían a ocupar los más altos cargos de la República Francesa. Aunque era odiado y despreciado por muchos, era un hombre del «sistema», por así decirlo, capaz de hablar directamente con sus líderes políticos, mientras que en Alemania los principales socialdemócratas como August Bebel y Kautsky estaban mucho más alejados de la élite política. Este fue el caso de muchos socialistas franceses, incluido, en menor medida, Jules Guesde. La Tercera República consolidada en la década de 1880 era ciertamente una «república burguesa»… pero una república al fin y al cabo. Y Jaurès estaba plenamente integrado en este establishment republicano, incluso más que muchas figuras nacionalistas francesas. Esta fue una gran diferencia con Alemania, donde los socialdemócratas no pudieron formar una coalición política «republicana», aunque los acercamientos comenzaban a surgir, con los liberales en particular, a finales del siglo.

 

DB

¿Cómo afectó el caso Dreyfus a las actitudes de Jaurès hacia la República? ¿Otros socialistas estuvieron de acuerdo?

JND

Jaurès eligió defender a Dreyfus, quien fue atacado por ser judío, porque creía que combatir el antisemitismo de los nacionalistas era un tema fundamental. Sin embargo, muchos socialistas (incluido Jules Guesde) no querían defender a Dreyfus porque era un soldado. Según su argumento, los soldados reprimen las huelgas obreras, así que difícilmente podríamos tomar partido por ellos. Este fue un enfrentamiento frontal y creó problemas difíciles, llegando incluso a obstaculizar la unidad entre socialistas.

En el contexto del caso Dreyfus, parte de la derecha nacionalista quería derrocar a la República. Jaurès estaba decidido a defenderla y, para ello, adoptó una postura muy «de derecha» para el socialismo internacional de la época: abogó por una alianza con la burguesía republicana contra la derecha «dura». En ese momento (1899-1900), todo el ala izquierda del movimiento socialista internacional arremetió contra la posición de Jaurès, incluida una tal Rosa Luxemburgo.

 

DB

En el contexto de la fundación de un partido socialista unido (la SFIO), Jules Guesde suele ser visto como la figura más doctrinaria y «marxista». ¿Qué tan justa es esta impresión? ¿En qué sentido la política de Jaurès —y sus escritos sobre la Revolución Francesa— estaban específicamente configurados por el marxismo y qué tipo de cultura marxista tenía?

JND

Jaurès no era un «marxista» en el sentido de Kautsky o Luxemburgo. Se inspiró en el marxismo porque estaba muy influenciado por la lectura de ciertos textos de Karl Marx y Friedrich Engels y también encontró valor en varios de los textos marxistas de su tiempo.

Por ejemplo, escribió el prefacio a una traducción francesa de la obra de Kautsky sobre el parlamentarismo y el socialismo, para demostrar que es posible ser marxista y un ardiente defensor del parlamentarismo. Tuvo debates difíciles con Luxemburgo, pero leyó su obra y escuchó sus argumentos. También sabemos —aunque, desafortunadamente, quedan pocos rastros— que al final de su vida leyó El capital financiero de Rudolf Hilferding… ¡texto que incluso citó en un discurso en la Asamblea Nacional en su momento! En resumen, se nutrió intelectualmente de los marxistas de su tiempo, sin dejar de ser republicano y distanciándose de los más doctrinarios. Guesde, por su parte, tenía poco interés en la teoría, y su marxismo era sobre todo una herramienta militante para alimentar la propaganda del partido obrero. Guesde es mucho menos interesante de leer, pero es fascinante de estudiar porque, después de todo, fue él quien fundó el primer partido obrero con principios marxistas básicos.

Pero lo que es sorprendente, a pesar de todo, es que el marxismo estuvo presente en toda la SFIO en 1905. Este seguiría siendo el caso durante mucho tiempo. Cuando Léon Blum, amigo de Jaurès, se convirtió en jefe del gobierno del Frente Popular francés en 1936, no renunció a su reivindicación del marxismo, manteniendo hasta su muerte un gran respeto por estos «principios» marxistas, que eran fundamentales para la SFIO. Este «marxismo francés» era antibolchevique, antistalinista, más bien republicano y reformista, pero… ¡aún marxista! Sin duda era algo bastante original en Europa.

 

DB

El cambio del siglo XX trajo consigo grandes debates en la Internacional, conectados con el debate del «revisionismo» en Alemania y también con la disputa sobre el «millerandismo», o la participación de ministros socialistas en gobiernos burgueses. ¿Cuáles fueron las posiciones de Jaurès al respecto?

EM

El enfoque de Jaurès era pragmático y abierto, buscando reconciliar los ideales socialistas con la realidad política e institucional de la Tercera República Francesa. Sobre el revisionismo (un debate teórico iniciado en Alemania por Eduard Bernstein, quien propuso una revisión reformista del marxismo, favoreciendo las reformas graduales y parlamentarias por sobre la perspectiva revolucionaria), Jaurès tomó una posición matizada. No adhirió plenamente al revisionismo bernsteiniano pero tampoco compartió la condena rígida de Kautsky o Luxemburgo.

Para Jaurès, el socialismo no debería renunciar a su objetivo final —la transformación socialista de la sociedad—, pero podría y debería utilizar la vía parlamentaria y las reformas sociales y democráticas como herramientas concretas de avance. En este sentido, Jaurès adoptó una posición intermedia: ni dogmáticamente revolucionaria ni puramente reformista, sino a favor de una estrategia que integrara los logros democráticos en la perspectiva socialista.

Cuando el socialista Alexandre Millerand se unió al gobierno de Pierre Waldeck-Rousseau en 1899 —un gobierno que también incluía al general Galliffet, quien había reprimido la Comuna de París—, Jaurès, a diferencia de muchos otros socialistas, apoyó la elección de Millerand, viéndola como una oportunidad histórica para defender la república y promover reformas sociales desde dentro de las instituciones. Para Jaurès, la participación socialista en un gobierno burgués no era una traición en sí misma, sino que dependía de las condiciones: si servía para salvaguardar la democracia y mejorar las condiciones de los trabajadores, podría estar justificada. Esta posición generó fuertes críticas en la Segunda Internacional, especialmente por parte de socialistas alemanes e italianos, quienes la vieron como un compromiso peligroso con la burguesía y una desviación de los principios marxistas.

 

DB

El marxista peruano José Carlos Mariátegui insistió en que Jaurès no debería ser contado entre los «revolucionarios domesticados»; mientras que otros relatos lo definen como un gran partidario de la concordia y la conciliación. ¿Qué papel desempeñó el conflicto y la movilización social en el pensamiento de Jaurès? ¿Hasta qué punto creía él en el cambio gradual?

JND

Jaurès era fundamentalmente gradualista; eso está claro. En varias ocasiones, luchó para defender las instituciones republicanas, cuando otros socialistas creían que debían ser desafiadas e incluso destruidas. Estaba dispuesto a llegar lejos para lograr la «conciliación» por esta causa, incluso más allá de la izquierda republicana, incluyendo así a parte de la centroderecha.

Aun así, Jaurès también estaba muy atento a los problemas sociales y a las desigualdades generadas por el capitalismo. Creía que existía la lucha de clases y que las huelgas, incluso las huelgas generales ocasionales, podían ser necesarias para avanzar en las demandas de la clase trabajadora. Otros «marxistas», como Jules Guesde, desdeñaban la acción autónoma de los trabajadores y la idea de huelgas generales o incluso de las huelgas en general.

Esta es la razón por la que muchos activistas ubicados más a la izquierda que Jaurès siempre lo respetaron, a pesar de sus diferencias. El líder sindicalista Alfred Rosmer, por ejemplo, dejó una evaluación muy significativa, en la que elogió a Jaurès por su capacidad para dialogar con el sindicato revolucionario, la Confederación General del Trabajo (CGT). Tras su muerte, Vladimir Lenin, a quien no le gustaba el reformismo de Jaurès, se negó a rendirle homenaje… Pero también se negó a escribir un texto muy crítico, porque sabía lo popular que era Jaurès entre el proletariado francés en ese momento.

 

DB

¿Hasta qué punto fue Jaurès un opositor al colonialismo francés?

EM

La actitud de Jaurès hacia el colonialismo francés fue compleja y no exenta de ambigüedades. No puede ser definido como un opositor radical y sistemático del colonialismo, pero esto no le impidió desarrollar una posición crítica.

Al comienzo de su carrera política (digamos, en las décadas de 1880-1890), Jaurès no se opuso abiertamente a la expansión colonial de Francia. Al igual que otros republicanos y socialistas franceses, veía a la colonización como un posible medio de progreso económico y de difusión de la civilización republicana, siempre que estuviera condicionada por un ideal universalista. En los años siguientes, sin embargo, se volvió más crítico con el colonialismo. Condenó los excesos de la conquista militar, la violencia y la explotación de las poblaciones indígenas.

Durante la Crisis de Fashoda de 1898, por ejemplo [un conflicto territorial entre Gran Bretaña y Francia en el este de África], insistió en la necesidad de evitar conflictos imperialistas que pudieran llevar a una guerra europea. Para Jaurès, la expansión colonial nunca debería poner en peligro la paz o desviar la energía de la lucha social en casa. Jaurès no era un anticolonialista consecuente en el sentido moderno del término. Buscó subordinar la política colonial a principios de justicia, paz y progreso social y criticó severamente el colonialismo cuando tomaba formas violentas y depredadoras.

 

DB

Jaurès fue asesinado pocos días antes de que Francia entrara en la Primera Guerra Mundial. ¿Qué tipo de impacto tuvo esto en el movimiento socialista y en la división que se produjo poco después?

EM

Esta es una pregunta que surge cada vez que se discute la relación entre Jaurès y la guerra, y sigue siendo difícil de responder. El asesinato de Jaurès el 31 de julio de 1914, pocos días después de que Francia entrara en el conflicto, privó a la SFIO de su líder más autorizado, su orador más brillante y un firme defensor de la paz. El impacto inmediatamente posterior a su muerte fue inmenso: la prensa francesa y extranjera celebró enfáticamente su figura, mientras que su funeral ofreció tanto al mundo político como a la gente común la oportunidad de rendirle un conmovedor tributo colectivo. La SFIO también recibió una gran cantidad de telegramas de condolencia de grupos socialistas de varios países, incluidos los más geográficamente distantes.

En ese mismo momento, Francia se encaminaba hacia la guerra, y el grupo parlamentario socialista decidió votar a favor de los créditos militares, uniéndose efectivamente a la Unión Sagrada (es decir, a la unidad nacional a favor del esfuerzo bélico). Sorprendentemente, tanto los partidarios de la paz como los defensores de la movilización nacional invocaron el legado de Jaurès: los primeros afirmando que él habría mantenido su postura pacifista, los últimos argumentando que, ante el peligro, él habría puesto la defensa de la República Francesa por delante de su lealtad al internacionalismo.

En el momento de la división socialista-comunista en el Congreso de Tours, en 1920, el difunto Jaurès siguió siendo un campo de batalla simbólico: los comunistas lo reclamaban como un precursor del internacionalismo revolucionario, mientras que los socialistas reformistas lo celebraban como un defensor de la democracia y la paz. Después de su muerte, por tanto, Jaurès se convirtió en una memoria compartida, pero que a veces fue interpretada de maneras contrastantes.

 

DB

¿Es Jaurès, más que un mártir, una figura cuyo pensamiento y ejemplo realmente configura a la izquierda francesa de hoy?

EM

Jaurès es ciertamente un mártir, pero es sobre todo un fundador y un referente perdurable, cuyo pensamiento continúa alimentando a una cierta parte de la izquierda francesa contemporánea, tanto en lo que respecta a sus valores (paz, democracia, justicia social) como a su identidad histórica. Políticamente, Jaurès sigue siendo el símbolo de la reconciliación entre el socialismo y la democracia republicana. Su insistencia en el vínculo entre el progreso social y las instituciones democráticas fue una fuente constante de inspiración para la SFIO y, más tarde, para el Partido Socialista. A nivel ético e idealista, su pacifismo, su universalismo y su capacidad para concebir el socialismo no como un dogma, sino como un movimiento abierto y humanista, siguen siendo un punto de referencia. Su defensa de la paz en 1914 es citada regularmente como un ejemplo de coraje moral.

En la memoria colectiva, Jaurès es recordado no solo como una víctima de la guerra venidera, sino también como un modelo de elocuencia, compromiso intelectual y lucha por la justicia social. Las escuelas, calles y monumentos dedicados a él dan testimonio de su presencia viva en la cultura política francesa.

JND

Creo que Jaurès sí dejó una huella profunda en la izquierda francesa. Fue uno de los autores de la ley de 1905 de separación de iglesia y Estado, que sigue siendo una de las leyes más debatidas y discutidas en la Francia actual. La cuestión de la laïcité, o «secularismo estatal», sigue siendo controvertida. Pero más profundamente, Jaurès tuvo impacto en otras áreas, y creo que mucha gente fuera de Francia encuentra difícil entender las particularidades de la izquierda francesa porque no sabe nada sobre Jaurès (excepto quizás que era un «reformista» con barniz revolucionario).

De hecho, Jaurès fue pionero en una combinación política bastante original. Por un lado, era claramente un reformista, un «moderado» y un republicano: creía que el socialismo debería lograrse por etapas y que la revolución violenta era cosa del pasado. Pero junto a esta moderación (y esto era solo una moderación relativa, en comparación con todo el espectro político de la época), se inspiró en el marxismo para entender las contradicciones del mundo social y político, mientras que la mayoría de las figuras socialistas interesadas en el marxismo en ese momento eran políticamente más radicales. En otras palabras, Jaurès «republicanizó» un socialismo de inspiración marxista. Esto formó una doctrina híbrida que dejaría una huella profunda tanto en la izquierda moderada como en la radical, entre socialistas y comunistas por igual, e incluso en la izquierda radical.

 

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Publicado en Entrevistas, Francia, Guerra, Historia, homeCentroPrincipal, Ideas, Política and Relaciones internacionales

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