Star Trek es un fenómeno especial de la cultura pop desde hace casi seis décadas. Con A Different Trek – Radical Geographies of Deep Space Nine (Un viaje diferente: geografías radicales de Deep Space Nine), el geógrafo David K. Seitz presentó un libro que se centra en una serie muy popular entre los fans, en su mayoría llamados trekkies o trekkers, pero que hasta ahora había recibido poca atención por parte de la ciencia. Seitz presenta enfoques para analizar aspectos de la compleja historia de una serie con tramas que abarcan varias temporadas de Star Trek: Deep Space Nine utilizando estudios de género, estudios afroamericanos, ciencias de la religión, geografía, historia y otros enfoques científicos relacionados.
En la década de 1960, el exsoldado y expolicía Gene Roddenberry creó una serie realmente extraordinaria con Star Trek. Mientras que entonces las historias de monstruos y terror dominaban el mundo de la ciencia ficción, Roddenberry contó en la serie, emitida a partir de septiembre de 1966 en la gran cadena de televisión estadounidense NBC, historias sobre una nave espacial de investigación que exploraba mundos desconocidos y viajaba de planeta en planeta en nombre de la ciencia. El autor, tejano de nacimiento, utilizó el escenario de la ciencia ficción para eludir la censura de la cadena y más tarde afirmó que con Star Trek podía hacer comentarios sobre los roles de género, la religión, Vietnam e incluso los misiles intercontinentales, y que el estudio lo dejaba pasar porque, al fin y al cabo, la serie estaba ambientada en el futuro. Star Trek tuvo éxito durante dos años, pero luego fue trasladada a una franja horaria que garantizaba bajos índices de audiencia: el viernes por la noche. Como era de esperar, la audiencia descendió y la serie fue cancelada tras la tercera temporada.
Gracias a las reposiciones en cadenas de televisión locales, la serie ganó popularidad a posteriori. Desde 1979 se estrenaron trece películas, la última de ellas en streaming, y desde 1987 se produjeron otras nueve series de televisión, que casi siempre modificaron y reinterpretaron el escenario de la primera serie. Las series de televisión tuvieron dos oleadas (1987-2005 y 2017-actualidad), y a lo largo de la década de 1990, Star Trek se convirtió en una de las franquicias más importantes del mundo y marcó el espíritu de la época durante un tiempo. La actual ola de series y, más recientemente, de una película para servicios de streaming, consolidó a la franquicia como un fenómeno de nicho por diversas razones.
A diferencia de todas las demás series de Star Trek, Deep Space Nine (abreviada DS9) no se centraba en una nave espacial que exploraba el universo sino en una estación espacial situada en la periferia. Mientras que los capitanes de las otras naves espaciales podían abandonar cualquier planeta al final de un episodio, la estación espacial permanecía (casi) siempre en el mismo lugar. Este nuevo concepto por sí solo convirtió a la serie de televisión en un estudio «sobre las consecuencias», como lo describió acertadamente el guionista Robert Hewitt Wolfe.
Entre los fans, DS9 es considerada generalmente como la mejor serie de la franquicia creada por Roddenberry. A pesar de su popularidad, hasta hace poco no existía ninguna obra científica que la analizara en profundidad, hasta que el geógrafo David K. Seitz presentó A Different Trek. Como una de las primeras series de la década de 1990, el spin-off tenía una trama que abarcaba varias temporadas. Los personajes, las amistades y las relaciones se desarrollaron a lo largo de los años en sus guiones. A pesar de estas tramas de larga duración, los guionistas exploraban una y otra vez dilemas éticos y morales en episodios individuales, uno de los puntos fuertes clásicos de Star Trek.
Forma y contenido
El episodio piloto de DS9 sigue siendo hoy en día el episodio de todas las series de Star Trek con mayor índice de audiencia. Se trata de algo realmente especial, pero también tiene que ver con las circunstancias particulares de su emisión: la serie original de los años 60 se emitió en la gran cadena de televisión NBC, el primer spin-off, The Next Generation (TNG), en varias cadenas locales, las dos series sucesoras de DS9, Voyager y Enterprise, en la cadena UPN de Paramount Studios (que más tarde se fusionó con The CW), y Discovery y Strange New Worlds (SNW), actualmente en el servicio de streaming CBS All Access, que en 2021 se fusionó con Paramount+.
Durante las últimas cinco décadas, los jefes de los estudios intentaron con demasiada frecuencia establecer nuevos canales, como cadenas de televisión y plataformas de streaming, con Star Trek, ya que la franquicia siempre fue considerada en las salas de juntas de las empresas matrices como un motor de negocios. Esto dio lugar a una serie de decisiones creativas erróneas: por ejemplo, Voyager solo se pudo contar por episodios para que cada semana pudieran incorporarse nuevos espectadores, y la serie sucesora, Enterprise, ni siquiera llevaba el nombre de la franquicia, Star Trek, en el título para no ahuyentar a los no iniciados (un error que se corrigió más tarde y que, en retrospectiva, los fans ignoraron en su mayor parte). A pesar de ello, algunos de los muchos proyectos multimedia fracasaron (UPN y CBS All Access). Deep Space Nine nunca tuvo la presión de establecer nuevas plataformas multimedia o de servir como motor de la franquicia, lo que supuso una bendición para la libertad creativa de los creadores de la serie, encabezados por Michael Piller y Rick Berman, contratado por el estudio.
Esta libertad le permitió a DS9, estrenada en enero de 1993, explorar nuevos caminos narrativos. Fue la primera serie de Star Trek en contar una historia que abarcaba varias temporadas y, más que ninguna otra serie del mismo universo, abordó temas políticos como el capitalismo, el colonialismo, el racismo, la falta de hogar, el terrorismo y los estilos de vida no heteronormativos. Así, en la cuarta temporada de la serie se produjo una de las primeras escenas de beso lésbico de la historia de la televisión estadounidense y un personaje secundario citó directamente al Manifiesto Comunista durante una huelga.
En seis capítulos detallados, Seitz, del Harvey Mudd College de California, traza cómo DS9 abordó los diferentes temas de actualidad, tanto entonces como ahora. La estación espacial que ocupa el centro de Star Trek: Deep Space Nine es un lugar poscolonial que abandonaron los cardassianos (organizados de forma fascista), para que lo ocuparan los bajoranos (un pueblo extremadamente religioso que hasta entonces había sido brutalmente oprimido) y la Federación (formada por humanos y sus aliados). Del lado de los bajoranos, con la liberación de la antigua potencia ocupante surgió un nuevo gobierno independiente y los antiguos terroristas —o luchadores por la libertad, según el punto de vista— tuvieron que demostrar su valía como soldados, oficiales y funcionarios estatales. Al describir la relación entre cardassianos y bajoranos, muchos contemporáneos ya establecieron paralelismos tanto con Israel/Palestina (el proceso de paz de Oslo comenzó, al igual que DS9, en 1993) como con Irlanda del Norte (que comenzó en simultáneo un proceso de paz más o menos exitoso que más tarde culminó en el llamado Acuerdo del Viernes Santo).
Además, el escenario de la mayoría de los episodios de DS9 es un lugar postindustrial que sirve principalmente como punto de tránsito para viajeros y como puerto espacial para el comercio interestelar. La estación espacial simboliza una sociedad de servicios construida sobre las ruinas de un antiguo orden industrial. Los guionistas de DS9 no se cansan de poner en primer plano las luchas sociales y culturales, así como las innovaciones no tecnológicas, como clave para un futuro económicamente más justo.
Seitz analiza cómo, ante estos diferentes telones de fondo, en la serie se comentaba críticamente la política de la década de 1990. Los bajoranos recuerdan a los palestinos, ya que, al fin y al cabo, la década de los noventa fue la época en la que antiguos terroristas de la OLP se convirtieron en hombres y mujeres de Estado que construyeron la Autoridad Palestina. En el libro, Seitz establece además paralelismos entre aspectos concretos de DS9 y el movimiento por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos y diversos movimientos de liberación africanos, todos ellos fuertemente marcados por la religión.
El geógrafo destaca que la serie puede interpretarse como racista y antirracista, colonial y anticolonial, capitalista y anticapitalista, patriarcal y feminista, así como heteronormativa y queer. Al igual que el mundo real, DS9 tampoco puede dividirse en simples esquemas de bien y mal. Ya en el primer episodio regular tras el piloto, aparece un terrorista que, a pesar del proceso de paz, quiere continuar con la lucha armada, lo que le plantea un dilema en particular a la primera oficial bajorana de la estación, mayor Kira Nerys (interpretada por Nana Visitor), ya que ella misma acaba de deponer las armas y ahora tiene que convencer a un antiguo compañero de lucha de las ventajas del proceso de paz. Más adelante en la serie surge un movimiento terrorista liderado por humanos que se opone a los traslados provocados por las soluciones diplomáticas negociadas por los centros políticos. Las injusticias locales en la periferia están en constante tensión con los procesos de paz más amplios que los protagonistas de la serie deben defender.
El metanivel
En su libro, Seitz no solo analiza el nivel de la trama sino que también echa un vistazo a los actores que marcaron la serie, sobre todo a Avery Brooks. El protagonista de DS9, el capitán Benjamin Sisko, es hasta la fecha el único actor de una serie de Star Trek que también trabajó a tiempo completo como profesor. Muchos años antes de la serie, en 1976, Brooks se convirtió en el primer afroamericano en obtener un Master en Bellas Artes en Interpretación y Dirección en la prestigiosa Universidad Rutgers de Nueva Inglaterra. Desde 1979, Brooks interpretó en el teatro al artista y activista Paul Robeson, por lo que recibió muchas críticas positivas. Robeson, un socialista convencido, se enfrentó a la represión política en Estados Unidos durante la era McCarthy y se exilió. Tras su muerte en 1976, recibió una mayor atención en Estados Unidos, a lo que Avery Brooks contribuyó con su papel en el teatro. La interpretación de Brooks como Robeson marcó también su interpretación del comandante de la estación espacial en DS9 en la década de 1990.
A pesar de la gran popularidad de la serie, hasta la fecha apenas hay ensayos científicos sobre ella. Pero Seitz hizo los deberes y las 37 páginas de bibliografía lo demuestran de forma convincente. Gracias al estilo de citas de Harvard, que dificulta la lectura, esto queda claro una y otra vez en el texto. Como ayuda para los no iniciados, A Different Trek incluye al principio un resumen de ocho páginas sobre los personajes de la serie y las personas más importantes detrás de la cámara. En resumen, se puede decir que el libro es recomendable tanto para los recién llegados a esta franquicia de ciencia ficción que lleva décadas como para los trekkies de toda la vida, ya que Seitz añade muchas perspectivas nuevas a la serie y establece algunas conexiones con la política actual y pasada.
Ya en la introducción del libro, el geógrafo cuenta la anécdota de cómo en 2019 Briahna Joy Gray, la recién nombrada portavoz de la campaña presidencial de Bernie Sanders, visitó el podcast Black Girl Nerds y cuando le preguntaron cuál era su capitán favorito de Star Trek, y ella respondió que era Benjamin Sisko. Seitz escribe, de forma un tanto exagerada, que la mujer estuvo «muy cerca» de convertirse en portavoz de la Casa Blanca y que, en su trabajo político práctico, estableció paralelismos con el destino de los bajoranos de esta serie de ciencia ficción de décadas de antigüedad.
El presente
Sin embargo, la especial relevancia de la serie no puede ocultar el hecho de que DS9 prácticamente no tiene ningún papel en el actual renacimiento de Star Trek. Mientras que las tramas y la historia de algunos personajes de TNG y Voyager se retoman en parte en las últimas series Picard y Prodigy, la serie de los años 90 sobre la estación espacial queda casi completamente al margen. Esto es especialmente lamentable si se tiene en cuenta los temas interesantes y aún relevantes que se trataban allí.
La trama compleja de DS9, que se desarrolla a lo largo de muchos episodios, así como el tratamiento de numerosos conflictos internacionales y, en algunos casos, incluso temas político-económicos, también difiere fundamentalmente de las series de la franquicia que se estrenaron desde 2017. Star Trek se consideraba progresista en los Estados Unidos de finales de la década de 1960, ya que una mujer afroamericana servía como oficial con los mismos derechos que sus colegas blancos y, en ocasiones, se veía a mujeres con peinados afro, un símbolo político que sigue siendo controvertido en los EE. UU. Sin embargo, Star Trek también fue recibida como progresista en Europa occidental y Japón, ya que en el puente de la nave espacial Enterprise servían juntos un ruso, un japonés y un estadounidense, algo novedoso veinte años después del final de la Segunda Guerra Mundial y en plena confrontación entre sistemas.
Las series actuales de la franquicia, por su parte, perdieron todo su carácter internacional. Aunque los productores de la serie siguen celebrándola como progresista, esto se refiere únicamente al contexto estadounidense y excluye por completo al capitalismo como tema. En Star Trek: Discovery, por fin apareció una pareja abiertamente gay entre los personajes principales (un tema con el que la franquicia aún no se sentía cómoda en la década de 1990) y también se incluyó más tarde a personajes trans y no binarios, temas importantes no solo para Estados Unidos. Por el contrario, temas como el capitalismo, el colonialismo y el poscolonialismo hoy no tienen ningún papel. En la actualidad no se encuentra a ningún venezolano, cubano o chino en las series de la franquicia, al contrario que, por ejemplo, en la excelente serie de ciencia ficción de historia alternativa For All Mankind, que trata constantemente de los conflictos políticos entre estadounidenses, soviéticos y norcoreanos por la colonización de la Luna y Marte.
Detrás de For All Mankind está el guionista y productor Ronald D. Moore, que en la década de 1990 participó en Star Trek. El provincialismo de esta franquicia se hizo especialmente evidente cuando una política regional del Partido Demócrata hizo una aparición especial como presidenta de la Tierra, una referencia que muy pocos espectadores fuera de Estados Unidos entenderán. A esto se suma que las tramas de las series están escritas de forma poco coherente y que las últimas encarnaciones de Star Trek solo son series de acción sin mayor profundidad. En una época en la que la narración se está volviendo cada vez más superficial, resulta aún más importante destacar las múltiples dimensiones temáticas de DS9, que Seitz analizó de forma interesante y amena en su libro.