Mientras los accionistas se reúnen para la Junta General Anual de Serco, yo me siento aquí, con una tobillera electrónica de inmigración, pidiéndole a esta empresa privada que deje de beneficiarse de una política migratoria injusta e inhumana.
Desde 2021, el Ministerio del Interior británico y sus contratistas fueron ampliando el llamado «entorno hostil» para los inmigrantes mediante tecnología de vigilancia invasiva.
Ahora Serco —una empresa responsable de más de una década de abusos y escándalos financieros, incluida la estafa al gobierno— va a beneficiarse de un contrato de 200 millones de libras para proporcionar la tecnología utilizada para vigilar a las personas sin ciudadanía británica.
Llegué al Reino Unido siendo un bebé, después de que mi familia huyera de una guerra civil. Aquí fui a la escuela primaria, a la secundaria y a la universidad. Mi hijo y toda mi familia están aquí. No sé nada del país en el que nací. Ni siquiera hablo el idioma: Inglaterra es el único hogar que conozco.
Por desgracia, caí en un estilo de vida equivocado y, como consecuencia, tuve que cumplir una condena penal. La ley establece que si no tienes la ciudadanía británica y cometes un delito te deportan, aunque, como en mi caso, hayas crecido y tengas un hijo aquí.
Me castigan una y otra vez. Primero con una pena de prisión, luego con el encierro en la cárcel por motivos de inmigración y ahora con una tobillera electrónica. Todo ello mientras me enfrento a la deportación de mi hogar y mi familia.
Cuando por fin me liberaron del centro de detención para inmigrantes, me dijeron que no tenía lazos familiares en el Reino Unido y que tenía que llevar la tobillera. Les expliqué que quería quedarme con mi hijo para no fugarme nunca, pero me marcaron de todos modos. Los datos muestran que menos del 3% de las personas se fugan. Pero el Ministerio del Interior suele utilizar este supuesto riesgo como excusa para detener y rastrear a las personas.
Es difícil explicar la experiencia de ser rastreado a la gente de mi vida. Cuando te liberan, al principio te sientes increíble, pero luego empiezas a sentirte como en arenas movedizas. Los efectos de la etiqueta se asientan y te das cuenta de que, aunque hayas salido del centro de detención, no eres libre. Esta experiencia tuvo un enorme impacto mental y emocional en mí. Por eso me he estado reuniendo con un psiquiatra para tratar de superar los efectos.
Todos hemos hecho algo de lo que no estamos orgullosos, pero la tobillera te lo recuerda constantemente, te lo echa en cara. No puedo centrarme en mi futuro. Sigo pensando en el día en que me detuvieron. Quiero hacer algo positivo y ser un modelo para mi hijo, para que no siga el mismo camino que yo. Pero el mensaje del Ministerio del Interior es claro: no hay rehabilitación para mí.
El otro día conocí a alguien a quien también marcaron y que perdió su trabajo. ¿Por qué el Ministerio del Interior no nos permite cambiar de vida? Hemos cumplido nuestra condena, pero como no tenemos la ciudadanía británica, nos mantienen en un pozo.
Cuando estaba en la cárcel, había un montón de gente luchando por desintoxicarse de las drogas. Me di cuenta de que tanta gente vende drogas sin ver los efectos y las consecuencias de sus actos.
Hay un paralelismo con los accionistas, que se benefician de contratos que destruyen vidas sin ver cómo afectan a las personas. Existe una íntima conexión entre la política y los negocios. Cuando el Ministerio del Interior anuncia políticas racializadas que oprimen a las minorías, son empresas como Serco las que se benefician.
Puede que sea legal, pero está arruinando la vida de la gente. ¿Cuál es la diferencia? El daño es el daño. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las personas encarceladas, los accionistas están en una posición privilegiada. Tienen la opción de invertir en algo positivo.
El gobierno trata de culpar a las personas de origen inmigrante de su incapacidad para crear una sociedad en la que nos sintamos seguros. Pero si quieren atajar la delincuencia, habría que invertir en la sociedad, en vivienda, educación, sanidad, clubes juveniles y acceso a la justicia. Sería un gran comienzo si el gobierno invirtiera 200 millones de libras en estas cosas en lugar de dárselos a Serco.
Incluso las Naciones Unidas declararon que el gobierno no debería rastrear a las personas por motivos de inmigración y la Oficina del Comisionado de Información declaró ilegales algunas partes del plan. Se podría pensar que sus accionistas se opondrían a eso, por lo menos.
El Ministerio del Interior quiere que nos sintamos impotentes, pero el poder lo tiene la gente. Es hora de que los accionistas de Serco se pronuncien y de que lo hagamos nosotros, los ciudadanos. Tienen que cuestionar al gobierno y no pueden seguir aceptando ciegamente contratos inmorales. Tenemos que defender lo que es correcto y expresar nuestra opinión. Por lo demás, son libres de hacer lo que quieran.