En deportes como el béisbol y el boxeo, Cuba ha sido durante mucho tiempo una potencia internacional. Sin embargo, el básquetbol ha sido para la nación insular algo secundario.
El año pasado, sin embargo, en la AmeriCup de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), la selección nacional de Cuba logró lo impensable: venció a Estados Unidos por 81 a 67 ante un público entusiasta en el Coliseo Ciudad Deportiva de La Habana. «Fue mágico: todo el público se puso en pie y coreó «¡Cuba, Cuba!»», dijo Michel Espinosa, base de 1,95 metros de altura del equipo cubano. «Nunca habíamos sentido tanta alegría después de un partido. Fue mi mejor experiencia como jugador».
No hubo revancha, pero un año después de esa histórica victoria Espinosa y sus compañeros de equipo se ven marginados. No por lesiones o mal juego, sino por motivos políticos.
En febrero, el equipo canceló su viaje a Puerto Rico para la AmeriCup 2025 porque a catorce de los diecisiete jugadores y entrenadores se les denegó el visado estadounidense o no recibieron una respuesta a tiempo. Cuba no tuvo más remedio que retirarse, perdiendo la oportunidad de competir en el torneo internacional más importante de América que la FIBA celebra cada cuatro años. «Estábamos a punto de lograr algo grande para nosotros y para el pueblo cubano», dijo Espinosa. «Que todo acabara por problemas de visado fue simplemente injusto».
Sin embargo, la selección nacional de básquetbol no es la única. Desde el tenis de mesa hasta el voleibol y el sóftbol femenino, todos los equipos cubanos que han solicitado visados para Estados Unidos fueron impedidos de competir en Estados Unidos y Puerto Rico desde que Donald Trump comenzó su segundo mandato, según declara Gisleidy Sosa, directora internacional del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) de Cuba.
Esta aparente persecución de los atletas cubanos va en consonancia con la política al estilo Guerra Fría con que el gobierno de Trump maneja sus relaciones con Cuba, una política orquestada de principio a fin por el Secretario de Estado Marco Rubio. Sus medidas, aparentemente, tienen como objetivo castigar al gobierno cubano; las consecuencias, sin embargo, recaen siempre sobre el pueblo.
«Afecta a todo el mundo», dijo Whitney James Marín, atacante externa de la selección nacional femenina de voleibol, a quien recientemente se le denegó el visado para Puerto Rico. «Cuando no se nos permite participar, eso perjudica al equipo, a nuestros aficionados y a nuestras familias».
Ni los deportes juveniles se libran de la ira
Según Sosa, en lo que va de año se han denegado visados estadounidenses a treinta y cinco atletas, entrenadores y directivos deportivos cubanos, mientras que otras treinta y dos solicitudes de visado no han recibido respuesta antes de las fechas de las competiciones. En febrero, seis jugadores y entrenadores cubanos de tenis de mesa no pudieron asistir a la Copa Panamericana de la ITTF (Federación Internacional de Tenis de Mesa) en California. Luego, en marzo, catorce atletas de atletismo fueron impedidos de participar en el Campeonato Mundial de Atletismo Máster en Pista Cubierta 2025, un evento para competidores de treinta y cinco años o más, en Gainesville, Florida.
A principios del verano, a las diecisiete integrantes de la selección cubana de voleibol femenino se les denegó la oportunidad de competir en la Final Four femenina de la Confederación de Voleibol de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, que se celebró en Manatí, Puerto Rico. La negativa les impidió sumar puntos adicionales para clasificarse para la Liga de Naciones de Voleibol, uno de los torneos más importantes de este deporte. «Es frustrante porque te preparas mentalmente para el evento, sabiendo que tienes que dar lo mejor de ti y entrenar duro», dijo James Marín. «Nadie quiere perderse un evento cuando sabe que tiene posibilidades reales de competir bien y ganar una medalla».
La negativa de los visados también afectó económicamente a los jugadores. «A estos torneos acuden ojeadores», explicó Wilfredo Robinson, entrenador jefe de la selección nacional femenina de voleibol. «Las jugadoras que destacan pueden llamar la atención de equipos profesionales y conseguir contratos. Y ahora han perdido esa oportunidad».
Los contratos con equipos extranjeros pueden ser un salvavidas económico para los atletas cubanos. «Estamos pasando por momentos difíciles en Cuba y nuestro salario no es suficiente para mantener a nuestras familias», dijo Espinosa. «Un contrato me ayudaría mucho, tanto económicamente como para mi crecimiento como jugador de básquetbol». Incluso en los casos en los que Estados Unidos sí aprobó algunas solicitudes de visado, denegó o no expidió a tiempo otras, lo que imposibilitó el viaje y la participación del equipo.
En julio, la embajada de Estados Unidos concedió visados a catorce jugadoras del equipo cubano de sóftbol femenino, compuesto por jugadoras de entre nueve y diez años, pero no los concedió a los siete miembros adultos del cuerpo técnico, lo que significaba que no tenían acompañantes. El equipo debía competir en el torneo clasificatorio del Caribe para la Serie Mundial de Sóftbol de la Liga Pequeña en Puerto Rico. Huelga decir que las niñas no pudieron viajar solas. La Federación Cubana de Béisbol y Softbol calificó la decisión de injusta y discriminatoria, y añadió que es «cruel jugar con las expectativas de los niños».
Una represión sin precedentes
La denegación de visados a los atletas cubanos no es algo nuevo. Ya en 1966, Estados Unidos denegó inicialmente los visados a los atletas cubanos que competían en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Juan, Puerto Rico. Aunque los visados finalmente se concedieron, se prohibió a los atletas cubanos viajar en aviones o barcos cubanos. Decidida a competir, la delegación cubana embarcó en el buque de carga Cerro Pelado y entrenó durante el viaje. A cinco millas de la costa, se trasladaron a barcos puertorriqueños y llegaron a tiempo para la ceremonia de apertura. Cuba terminó segunda en la clasificación general, con treinta y cinco medallas de oro, justo detrás de las treinta y ocho de México.
Pero Sosa afirma que la prohibición de viajar impuesta de facto por Trump no tiene precedentes: «Ningún presidente estadounidense ha llegado nunca tan lejos para atacar a los atletas cubanos. Mientras tanto, Cuba no ha denegado ni una sola visa a ningún ciudadano estadounidense que haya venido aquí para asistir a eventos deportivos». El Departamento de Estado acusó recibo de una solicitud de comentarios, pero no respondió antes de la fecha límite.
Sin embargo, el impacto de la política estadounidense en el deporte cubano ha ido más allá de la denegación de visados. La semana pasada, la Federación Cubana de Béisbol y Softbol reveló que no había podido presentar la lista de cincuenta jugadores de la selección nacional a la Major League Baseball para el Clásico Mundial de Béisbol (WBC) de 2026 porque la administración Trump no había aprobado la participación de Cuba. La federación condenó la «política discriminatoria contra los jugadores cubanos» del gobierno estadounidense.
Antes de permitir que Cuba compita, las sanciones estadounidenses exigen que la MLB solicite una licencia a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro que, a su vez, suele remitirse al Departamento de Estado. El asunto aún podría resolverse. En 2023 se produjo un retraso similar, pero la OFAC finalmente aprobó la licencia a tiempo para que Cuba pudiera participar. El equipo cubano llegó a las semifinales de la WBC en Miami, donde los jugadores y sus familiares fueron acosados y les lanzaron objetos, mientras que la seguridad del estadio se limitó en gran medida a observar sin hacer nada. Esta vez los atletas cubanos se enfrentan a un clima político aún más hostil, tanto en Miami como en Washington.
Mientras tanto, otros países también se enfrentan a la presión de Estados Unidos para excluir a Cuba. En junio de 2024, las Islas Caimán renunciaron a un partido de fútbol en Cuba por temor a que Estados Unidos revocara los privilegios de exención de visado de sus jugadores. Y en julio, Hugo Calderano, actual campeón de la Copa del Mundo de tenis de mesa, anunció que no podría competir en el WTT Grand Smash de Las Vegas porque le habían retirado la exención de visado estadounidense tras viajar a Cuba en 2023 para el Campeonato Panamericano y las clasificaciones olímpicas.
La eliminación de los privilegios de exención de visado para los ciudadanos de otros países que simplemente visitan Cuba se convirtió en política oficial durante la administración Biden, justificada como una consecuencia inevitable de la designación de Cuba como «Estado patrocinador del terrorismo» por parte de Trump en enero de 2021.
Desde hace tiempo existe un consenso en la comunidad de inteligencia estadounidense de que Cuba no patrocina el terrorismo. En sus últimos días en el cargo, la administración Biden finalmente decidió retirar a Cuba de la lista, alegando la falta de «pruebas creíbles». Pero en su primer día de vuelta a la Casa Blanca, Trump reafirmó el lugar de Cuba en la lista negra del terrorismo.
Los atletas como terroristas y otros absurdos
Gracias a la acción ejecutiva de Trump a principios de este año, ahora se cita el «terrorismo» como motivo para denegar visados. Según la carta oficial del gobierno estadounidense en la que se deniega el visado al equipo femenino de voleibol de Cuba, la medida se tomó para «proteger a Estados Unidos de terroristas extranjeros y otras amenazas a la seguridad nacional». Hacía referencia a la «prohibición de viajar» de Trump, anunciada en junio, que utilizaba el mismo razonamiento para prohibir la entrada a Estados Unidos a los nacionales de doce países y restringirla a los de otros siete, entre ellos Cuba.
La prohibición incluye una excepción para los atletas, miembros de equipos, entrenadores y sus familiares directos que viajen para asistir a la Copa del Mundo, los Juegos Olímpicos u otros eventos deportivos importantes. Sin embargo, las solicitudes de visado siguen estando sujetas a los caprichos de un funcionario consular y, en última instancia, a merced de Rubio. En mayo de 2025, a tres de los principales responsables olímpicos de Cuba, entre ellos el presidente del Comité Olímpico Cubano, Roberto León Richards, no se les concedieron visados para asistir a las reuniones regionales del comité olímpico en Miami y Puerto Rico.
«Esto pone en peligro la capacidad de nuestros equipos para participar en los Juegos de Los Ángeles 2028», afirmó Sosa. «Es una clara violación del artículo 6 de la Carta Olímpica, que garantiza a todos los atletas el derecho a participar en igualdad de condiciones, sin discriminación por motivos de sexo, raza, creencias políticas o nacionalidad». Según Sosa, Cuba ha presentado una queja ante el Comité Olímpico Internacional, Panam Sports (una organización que representa a los comités olímpicos nacionales del hemisferio occidental) y Centro Caribe Sports, federación deportiva regional que supervisa los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
El último recurso de Cuba sería apelar al Tribunal de Arbitraje Deportivo, con sede en Suiza, que resuelve las disputas deportivas internacionales. «Se supone que los Juegos Olímpicos son un movimiento de fraternidad, solidaridad y hermandad entre todos los atletas del mundo», dijo Sosa. «Pero nuestros atletas no están experimentando eso en este momento».
Las sanciones estrangulan el deporte cubano
La denegación de visados es otro golpe más para los atletas cubanos, que ya se enfrentan a condiciones cada vez más precarias. El embargo estadounidense impide a Cuba comprar equipamiento, ropa o calzado directamente a los fabricantes estadounidenses, obligándolos a adquirir el equipamiento en otros países, lo que puede encarecer los costos en más de un 50%, según el INDER. Incluso las donaciones de equipamiento deportivo procedentes de Estados Unidos fueron bloqueadas. Desde 2014 que Cuba no puede cobrar los derechos de retransmisión de las competiciones internacionales, según Oliet Rodríguez, presidente de la Asociación Cubana de Fútbol.
Sorprendentemente, también se ha impedido a la isla recibir los premios en metálico ganados en diversas competiciones. Cuba se vio obligada a renunciar a las ganancias obtenidas por su segundo puesto en la primera edición del Clásico Mundial de Béisbol de 2006 debido a las sanciones estadounidenses. Aún no ha recibido tampoco el dinero de los premios que ganó en el Mundial de Relevos de Atletismo celebrado en Polonia en mayo de 2021 ni en el Campeonato Mundial de Atletismo celebrado en Hungría en agosto de 2023, según el Ministerio de Relaciones Exteriores. Los jugadores cubanos, dijo Sosa, pudieron recibir una compensación por competir en el Clásico Mundial de Béisbol de 2023, pero los entrenadores no.
El impacto financiero total de las sanciones estadounidenses sobre el deporte cubano ascendió a más de 4 millones de dólares en 2024, según Sosa, una cifra considerable para un país con un PIB inferior al 0,3% del de Estados Unidos. «No es una suma enorme, pero para un país bloqueado como el nuestro, ese dinero podría significar equipamiento deportivo, mejores condiciones para los atletas y la oportunidad de participar en eventos internacionales», afirmó.
El impacto indirecto de la política estadounidense sobre el deporte cubano puede ser aún mayor. Las sanciones de «máxima presión» de Washington han devastado la economía cubana, diezmando los presupuestos gubernamentales para la sanidad, la educación, la cultura y el deporte, y alimentando un éxodo sin precedentes de la isla que ha incluido a muchos de los atletas más talentosos de Cuba.
Los responsables deportivos cubanos prevén tiempos aún más difíciles. «Las políticas del gobierno estadounidense no harán más que endurecerse, lo que seguirá limitando a Cuba, al deporte cubano y a nuestros atletas, que siguen entrenando a pesar de las restricciones económicas de nuestro país», afirmó Dalia Henry, responsable de la Federación Cubana de Baloncesto.
A pesar de todo, Cuba sigue superando sus posibilidades en las competiciones internacionales, siempre que los deportistas puedan llegar, claro. En los Juegos Olímpicos de París de 2024, Cuba ganó más medallas que cualquier otro país latinoamericano salvo Brasil. «Vamos a seguir luchando», afirmó Deziret Madan, jugadora de la selección nacional cubana de voleibol femenino. «Iremos a las competiciones, cuando se nos permita, y daremos lo mejor de nosotras mismas».