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Zohran Mamdani durante un acto de campaña en el barrio de Harlem, en Nueva York, el 28 de junio de 2025. (Adam Gray / Bloomberg a través de Getty Images)

Consejos para un eventual gobierno de Zohran Mamdani

Traducción: Natalia López

Formar una coalición electoral exitosa es difícil, pero forjar una coalición de gobierno es aún más difícil. Peter Dreier, experto en movimientos sociales, ofrece algunos consejos al posible próximo alcalde de la ciudad de Nueva York, Zohran Mamdani.

Zohran Mamdani, de 33 años, llevó adelante una campaña brillante que fomentó una gran participación, especialmente entre los votantes jóvenes. Miembro de la Asamblea Estatal por Queens y de los Democratic Socialists of America, derrotó al exgobernador Andrew Cuomo en las primarias demócratas del 24 de junio; Cuomo dijo ayer que se presentará por un tercer partido en las generales, por lo que aún no hay nada dicho. Pero, por ahora, Mamdani ha salido victorioso.

Formar una coalición electoral exitosa es difícil, pero forjar una coalición de gobierno para dirigir la ciudad lo es aún más. Como alcalde, Mamdani se enfrentará a importantes retos. A continuación, ofrecemos algunos consejos no solicitados para el próximo alcalde de la ciudad más grande de Estados Unidos.

El capital contraataca

En primer lugar, tendrá que hacer frente a la oposición de Wall Street, el sector inmobiliario y la industria de la alta tecnología, entre otros sectores empresariales. La plataforma de Mamdani incluía tanto ideas muy pragmáticas como algunas ideas visionarias que necesitarán tiempo para gestarse y obtener un apoyo público más amplio. Abogó por la congelación de los alquileres en las viviendas de alquiler estabilizado (en las que viven 2,4 millones de neoyorquinos), la gratuidad del autobús, la creación de tiendas de comestibles municipales y el aumento de los impuestos a los residentes y las empresas más ricos. Algunos líderes empresariales ya lo han acusado de ser «antiempresarial» y han amenazado con abandonar la ciudad de Nueva York.

Fiorello La Guardia es un modelo para Mamdani. Durante sus tres mandatos como alcalde (1933-1945), en plena Depresión y Segunda Guerra Mundial, La Guardia dirigió una administración honesta, eficiente y progresista que contribuyó a levantar el ánimo y mejorar las condiciones de la políglota clase trabajadora de la ciudad. Desde su rol de alcalde, La Guardia se ganó una reputación nacional como reformista no partidista dedicado a la mejora cívica.

A pesar de ello, los grupos empresariales lo atacaban constantemente tachándolo de soñador izquierdista. Cuando La Guardia era presidente del consejo municipal, quiso que la ciudad comprara equipos para quitar la nieve antes de las tormentas invernales. El contralor Charles Craig dijo que era «la idea más radical y socialista que se podía imaginar». La Guardia, un republicano que trabajaba en estrecha colaboración con los demócratas, llegó a convertirse en el mejor alcalde de Nueva York, pero los conservadores continuaron atacando sus propuestas, que supieron conjugar la audacia con la viabilidad.

Una vez dijo al New York Times: «Lo peor de todo este asunto es que cuando alguien plantea una pregunta sobre el orden existente, se lo tacha de reformista o radical. A mí me ha tocado ser llamado así. ¿Por qué? Solo porque me he opuesto sistemáticamente a cosas que considero injustas y peligrosas». Pero La Guardia no se amedrentó: «Si luchar contra los males existentes es radical», dijo, «me conformo con ese nombre».

En 2012, cuando los sindicatos y los trabajadores presionaron para que se aumentara el salario mínimo de la ciudad de 9 a 15 dólares en tres años, los grupos de presión empresariales advirtieron que eso destruiría la economía de Nueva York. Ahora sabemos, en retrospectiva, que estaban exagerando. Los neoyorquinos gastaron sus mayores ingresos en la economía local, lo que impulsó los negocios. Hoy el salario es de 16,50 dólares, inferior al de otras grandes ciudades. Mamdani ha pedido que se aumente gradualmente hasta llegar a los 30 dólares en 2030.

Cada vez que los reformistas promueven ideas para limitar el poder irrestricto de las empresas, sus grupos de presión advierten de que las empresas despedirán a trabajadores o abandonarán la ciudad por completo. Para llevar a cabo sus ideas progresistas, Mamdani necesitará contratar a personas con conocimientos económicos sólidos que lo ayuden a evaluar cuándo las amenazas de las empresas son reales y cuándo son un farol.

El lema de Mamdani, «Una ciudad que asequible para todos», y su enfoque en la desigualdad y el costo de vida resonaron entre los votantes de Nueva York. El 1% más rico de los neoyorquinos aumentó su participación en los ingresos totales de la ciudad del 12% en 1980 al 36% en 2022, según un análisis de James Parrott, director de políticas económicas y fiscales del New School Center for New York City Affairs. El alquiler mensual medio de un apartamento de dos dormitorios en Nueva York ronda ahora los 5500 dólares.

Zohran Mamdani junto a una estatua de Fiorello La Guardia. (@ZohranKMamdani / Twitter/X)

Mamdani se enfrentará a muchas figuras implacables de la élite empresarial de Nueva York. ¿Podrá convencer a algunos de ellos de que estos niveles de desigualdad son insostenibles? Quizá pueda ganarse a algunos hablando en un lenguaje que ellos entiendan, con ideas como la «prosperidad compartida», buena para la ciudad porque pone el dinero en manos de los trabajadores y los consumidores, algo preferible a la creciente desigualdad y la gentrificación desenfrenada. También puede apostar por redefinir el «clima empresarial saludable» como uno en el que la prosperidad se comparta ampliamente, sacando a las familias de la pobreza y la precariedad. Eso significa tener viviendas asequibles, atención médica, alimentos, cuidado infantil y transporte público para todos.

Un buen comienzo sería conseguir que algunos de los principales líderes empresariales de la ciudad se unan para rechazar el uso que hace Trump de las tropas federales para secuestrar a inmigrantes, que son el alma de gran parte del tejido social y la economía de la ciudad de Nueva York, incluidos el turismo, la atención médica, la construcción y los servicios domésticos.

«Buen gobierno»

En segundo lugar, Mamdani debería abrazar el «buen gobierno». Las ciudades estadounidenses fueron la cuna del progresismo desde finales del siglo XIX hasta el New Deal y más allá. En respuesta a la creciente influencia de los magnates y las grandes empresas en la Edad Dorada, los activistas forjaron una coalición de inmigrantes, sindicalistas, filántropos de clase alta y reformistas de clase media (entre ellos periodistas, trabajadores de centros sociales, clérigos y académicos) para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en las florecientes ciudades.

Los líderes elegidos por esta coalición, entre ellos los alcaldes Tom Johnson de Cleveland (1901-1909) y Samuel «Golden Rule» Jones de Toledo (1897-1904), trabajaron para hacer más seguras las fábricas y las viviendas, mejorar la salud pública y el transporte, ampliar los parques y los patios de recreo, limitar las tarifas de la electricidad y el agua y crear servicios públicos municipales, promulgar impuestos a los propietarios ricos y dar a los trabajadores una mayor voz en la sociedad.

Más tarde, otros alcaldes progresistas —entre ellos La Guardia, Daniel Hoan de Milwaukee (1916-1940), Jasper McLevy de Bridgeport (1933-1957), Harold Washington de Chicago (1983-1987) y Ray Flynn de Boston (1984-1993)— se pusieron del lado de los trabajadores en los conflictos laborales y acompañaron a las comunidades en su lucha contra los intereses empresariales y los promotores inmobiliarios.

Mamdani conoce esta historia. El año pasado habló con el locutor de radio de WNYC Brian Lehrer sobre los numerosos éxitos de los socialistas que gobernaron en Milwaukee y otros lugares (en 1912, unos 1200 socialistas ocupaban cargos públicos en 340 ciudades). Como señaló Mamdani, a menudo se los llamaba «socialistas de las cloacas» porque construían parques, viviendas, escuelas, instalaciones municipales de residuos y otras infraestructuras que la clase trabajadora necesitaba y apreciaba, lo que les permitió ser reelegidos desde 1910 hasta 1960. También dirigieron un gobierno «limpio», libre de corrupción.

Al igual que los socialistas de Milwaukee y La Guardia, Mamdani debe demostrar que es capaz de dirigir una administración altamente competente. Su tarea más importante será asegurarse de que se ocupan de las funciones de «orden público» del gobierno local. Como dijo una vez La Guardia: «No hay una forma republicana, una demócrata y una socialista de limpiar una calle o construir una alcantarilla; hay simplemente una forma correcta y una forma incorrecta de hacerlo».

Debe asegurarse de que se reparen los baches y el equipamiento de los parques infantiles, de que las plazas estén limpias y que la policía y los bomberos respondan con rapidez. A la primera señal de una gran tormenta de nieve, debe subirse a un quitanieves. Debe asegurarse de que los autobuses y el metro funcionen con puntualidad y de que los usuarios se sientan seguros. Si lo consigue, los neoyorquinos le darán margen para abordar la variedad de cuestiones con las que se presentó a las elecciones.

Para demostrar su compromiso con el buen gobierno, Mamdani debería ser transparente sobre sus principales objetivos y cuantificarlos siempre que sea posible. Debería publicar informes periódicos sobre los avances de la ciudad en cuestiones como la evolución de la inseguridad, la construcción de viviendas, los baches y los tiempos de respuesta de la policía. Debería explicar a los neoyorquinos cuáles son los objetivos más difíciles de alcanzar y por qué, ya sea por la oposición de las empresas o por la falta de recursos, y pedir a los votantes que ayuden a superar estos obstáculos.

También debería identificar una lista breve de cosas que quiere lograr cada año durante su primer mandato de cuatro años. Mamdani reconoce claramente la importancia de contratar a los mejores asesores y jefes de departamento con experiencia en el gobierno municipal, el gobierno estatal (para ayudar con las relaciones intergubernamentales con Albany), las empresas, los sindicatos y la organización comunitaria y el trabajo sin ánimo de lucro.

Muchos neoyorquinos esperan que nombre a Brad Lander, el contralor de la ciudad que quedó en tercer lugar en las primarias a la alcaldía, como primer teniente de alcalde y que aproveche su experiencia en políticas, su perspicacia financiera, sus vínculos con los activistas comunitarios y su conocimiento del gobierno municipal. Dada la estrecha colaboración entre ambos durante la campaña, que incluso se apoyaron mutuamente y aparecieron juntos en anuncios de YouTube y en el programa nocturno de Stephen Colbert, esto parece probable.

Una de sus decisiones más importantes será si volver a nombrar a la comisaria Jessica Tisch para abordar las preocupaciones de los neoyorquinos sobre la seguridad pública en sus barrios y la discriminación racial y el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Mamdani ha pedido la creación de un nuevo Departamento de Seguridad Comunitaria, independiente del departamento de policía, para responder a las personas con crisis de salud mental y liberar «recursos policiales para aumentar la tasa de resolución de delitos graves». También abogó por la creación de una nueva agencia que se ocupe de los delitos de odio. Pero a menos que consiga establecer una relación de trabajo con la policía y su sindicato, estos podrían intentar frustrar sus planes.

Retos fiscales

En tercer lugar, Mamdani tendrá que hacer frente a los retos fiscales de Nueva York y a su dependencia del estado de Nueva York para gran parte de su financiación (incluido el metro), así como de su autoridad legislativa (como el control de los alquileres). Tendrá que trabajar en estrecha colaboración con los demócratas de la legislatura estatal y con la gobernadora Kathy Hochul, una liberal no progresista.

Resolver las necesidades fiscales de la ciudad será especialmente problemático si Donald Trump y los republicanos del Congreso aprueban alguna versión del actual «Big, Beautiful Bill», que recortará la financiación federal de muchos servicios esenciales para conceder recortes fiscales a los más ricos. Por lo tanto, será importante que Mamdani explique constantemente a los votantes que hay algunas cosas que las ciudades no pueden hacer por sí solas porque requieren permiso o fondos estatales o federales.

Además, tendrá que tender puentes políticos con los suburbios y otras ciudades importantes del estado de Nueva York. Muchos suburbios de la ciudad de Nueva York son en realidad ciudades con problemas similares. Puede forjar coaliciones en torno a una agenda legislativa a nivel estatal sobre impuestos, financiación de servicios esenciales, vivienda y cuidado de niños.

También puede utilizar su plataforma nacional como alcalde de la ciudad más grande de Estados Unidos para crear coaliciones con otros alcaldes urbanos en torno a una agenda federal que siente las bases para la era post-Trump y la revitalización de una agenda política urbana o metropolitana. A través de la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos y la Liga Nacional de Ciudades, los alcaldes pueden exigir al Congreso que destine más fondos a la vivienda y a infraestructuras que generen empleo, que refuerce la normativa contra los bancos depredadores, que apruebe una ley federal que obligue a pagar los días de baja por enfermedad, que amplíe la financiación federal para el cuidado infantil y las escuelas, y que consiga que los alcaldes adopten una tregua para poner fin a las «guerras de ofertas» que utilizan los escasos subsidios y las exenciones fiscales locales para enfrentar a las ciudades y los estados entre sí con el fin de atraer la inversión empresarial, como hizo Amazon con Nueva York hace unos años.

Pensar como un organizador

En cuarto lugar, si bien Mamdani se convertirá en alcalde de la ciudad si gana en noviembre, tendrá que pensar como un organizador. Cada cuestión política importante requiere una campaña, con una base sólida, aliados y objetivos de la oposición (como los propietarios que especulan con los alquileres y los bancos abusivos). No puede ganar estas batallas sin el apoyo y la movilización de las bases.

Debe aceptar la tensión «interna/externa» que conlleva ser un progresista en el ayuntamiento y animar a los grupos de base a presionar y protestar cuando sea necesario para obligar a los grandes bancos, empleadores, hospitales, residencias de ancianos, propietarios, promotores inmobiliarios y otros a actuar de forma responsable. En ocasiones, sin dudas, él mismo será el blanco de las protestas. Tendrá que prepararse también para eso.

Puede animar a los progresistas y liberales a encontrar puntos en común en torno a una agenda de cuatro y ocho años, de modo que los diferentes grupos de votantes no compitan constantemente por que su tema particular sea su máxima prioridad. Es de esperar que los miembros progresistas del Ayuntamiento de Nueva York hagan lo mismo para ayudar a Mamdani a ser un alcalde exitoso.

Tendrá que averiguar cómo trabajar con el movimiento progresista de la ciudad, a veces conflictivo, que incluye muchas organizaciones y líderes, todos con sus propias agendas. Los sindicatos del sector público y privado, los grupos de organización comunitaria, los activistas medioambientales, los defensores de los derechos de los inquilinos, los promotores inmobiliarios sin ánimo de lucro, los reformadores escolares, los grupos de derechos civiles y libertades civiles, entre otros, también tendrán que aprender a jugar el juego «interno/externo» en un momento en el que hay mucho en juego.

Por supuesto, todos ellos querrán que Mamdani rinda cuentas de lo que prometió, pero deben tener paciencia y comprender estratégicamente que los cambios políticos significativos llevan tiempo, deben priorizarse y a menudo requieren concesiones. Deben reconocer que «concesión» no es lo mismo que «traición». Las concesiones son buenas cuando conducen a reformas que sirven de trampolín para impulsar las cosas en la dirección correcta y sentar las bases para un cambio mayor.

Esto es especialmente importante para los Socialistas Democráticos de América (DSA), una parte pequeña pero activa de la base de Mamdani. La dirección nacional de la DSA y algunas de sus secciones han sido criticadas con razón por su ocasional ultraliberalismo y su indiferencia hacia la política práctica. Por otro lado, muchas secciones de la DSA, incluida la de Nueva York, han aprendido a trabajar en coaliciones con diversos grupos comunitarios, sindicales y ecologistas, y a colaborar dentro del Partido Demócrata para elegir a candidatos progresistas, incluidos aquellos que no se autodenominan socialistas.

Como demostraron en las campañas al Congreso de Alexandria Ocasio-Cortez, los miembros de la DSA de Nueva York que trabajaban para Mamdani estaban bien organizados, eran disciplinados y estratégicos. Ahora necesitan disciplina e inteligencia estratégica para evitar criticarlo públicamente cada vez que tiene que hacer concesiones (incluso con el ayuntamiento o la legislatura estatal) para conseguir cosas que mejoren la vida cotidiana en la ciudad de Nueva York.

Restaurar la fe

En estos tiempos difíciles es bueno contar con una gran victoria progresista que pueda inspirar esperanza a la gente y ayudar a construir el movimiento tanto contra Trump como por un futuro progresista. Al igual que Bernie Sanders y AOC, Mamdani es un brillante comunicador capaz de traducir los valores progresistas al lenguaje cotidiano. Pero no todos los demócratas pueden ganar las elecciones si se autodenominan progresistas, y mucho menos socialistas. Trump y el Partido Republicano lo entienden y tratarán de utilizar la victoria de Mamdani para tachar a todos los demócratas de socialistas peligrosos.

El día después de que Mamdani se asegurara la victoria en las primarias, Trump montó una rabieta en su plataforma Truth Social, calificando a Mamdani de «lunático comunista al 100%». Al igual que AOC, Mamdani se convertirá en un pararrayos para los republicanos que busquen derrotar a los demócratas en los distritos indecisos de la Cámara de Representantes el año que viene. Mamdani tendrá que averiguar cómo convencer a líderes del Partido Demócrata como Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, ambos neoyorquinos, para que lo apoyen en lugar de luchar contra él sin cesar, algo que no está nada garantizado, dada la hostilidad que ambos han mostrado repetidamente hacia la izquierda. Al mismo tiempo, algunos demócratas que se presentan en distritos y estados indecisos querrán distanciarse de las opiniones de Mamdani.

Uno de los logros más importantes de Mamdani podría ser restaurar la fe de los votantes jóvenes en el potencial de la política electoral y el papel del Gobierno a la hora de abordar las necesidades reales de los estadounidenses. Es de esperar que su victoria inspire a los liberales y progresistas de todo el país a involucrarse en grupos organizativos locales; las elecciones clave en los distritos indecisos de las elecciones de mitad de mandato del año que viene podrían ver un aumento del voluntariado.

Mucho depende de cómo Mamdani dirija la ciudad de Nueva York. Si tiene éxito como alcalde, hará algo más que transformar la vida de los neoyorquinos de clase trabajadora: podrá inspirar a más jóvenes activistas a presentarse a las elecciones (desde las juntas escolares hasta la legislatura estatal y el Congreso), sustituir la gerontocracia demócrata y ayudar a alejar al Partido Demócrata del ala corporativa que lo ha dominado en las últimas décadas para convertirlo en un partido progresista que priorice a las personas.

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