El artículo a continuación es una reseña de América Latina en la encrucijada global, de Claudio Katz (Batalla de ideas, 2024).
América Latina en la encrucijada global, el último libro del economista argentino Claudio Katz, retoma sus investigaciones de las últimas tres décadas sobre los cambios geopolíticos en curso. Si bien puede leerse junto a otra de sus obras más recientes, La crisis del sistema imperial (Jacobin, 2023), en este caso el foco está puesto específicamente en el lugar de América Latina, sus procesos en curso y los desafíos que enfrentan las fuerzas sociales y políticas que luchan para superar la dependencia.
Como es habitual en la extensa obra del autor, que incluye varios trabajos previos sobre la región, América Latina en la encrucijada global presenta un mapa completo de la situación general —incluyendo el pormenorizado análisis de la situación en algunos países—, abordando situaciones estructurales, debates políticos, teóricos y conceptuales, y proyectos en pugna, con una prosa ágil, de combate, y sin rehuir a las discusiones que atraviesan a las organizaciones populares, de izquierda, progresistas y revolucionarias.
En la primera de las cinco partes del libro, Katz comienza analizando la historia y actualidad de la doctrina Monroe, que moldeó la política de Estados Unidos hacia América Latina para transformarla de colonia europea a principios del siglo XIX en su «patio trasero», es decir, en su exclusiva área de influencia. En el segundo capítulo desarrolla los desafíos que enfrenta Estados Unidos en el siglo XXI, cuando la presencia económica china se volvió insoslayable en la región, circunstancia que obliga al otrora hegemón a incrementar sus presiones políticas, diplomáticas y militares para hacer frente a China, primer o segundo socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos y prestamista e inversor que está desplazando a la potencia del norte:
No afronta un desafío revolucionario desde abajo (como en las décadas de 1960 y 1970), ni una competencia geopolítica (equivalente a la guerra fría). Tampoco puede replegarse como los imperios decadentes frente a la descolonización africana. Debe lidiar en el terreno de la competencia económica y recurre a presiones militares que no logran su cometido. Las singularidades del rival chino explican ese atolladero estadounidense.
En el tercer y último capítulo de esta sección el autor desarrolla las multiplicidades de China en América Latina, incluyendo la cuidada estrategia plasmada en los dos libros blancos (2008 y 2016) y en la «astucia geopolítica» que implementó una enorme avanzada económica pero sin el sostén militar clásico del imperialismo estadounidense. De todas formas, Katz sostiene que este vínculo es en desmedro de América Latina. Rehúye los análisis maniqueos. Ni es correcto equipar Estados Unidos con China, ni tampoco edulcorar la relación con el gigante asiático, en tanto genera una reprimarización de las economías y no logra solucionar los problemas de subdesarrollo y dependencia:
China no actúa como un dominador imperial, pero tampoco favorece a América Latina. Los convenios actuales agravan la primarización y el drenaje de la plusvalía. La expansión externa de la nueva potencia está guiada por principios de maximización del lucro y no por normas de cooperación. Beijing no es un simple socio y tampoco forma parte del Sur Global.
Hay que promover, entonces, otro tipo de acuerdos con China, fundamentalmente a partir de la negociación conjunta, posiblemente en el marco de organismos regionales como la CELAC.
En la segunda parte se analiza el estado actual del campo enemigo. En primer lugar, se observan los resultados adversos que las experiencias neoliberales produjeron en la región en las últimas décadas. La sumisión al gigante del Norte y la políticas aperturistas, privatizadoras y desreguladoras incrementaron las desigualdades sociales, ampliaron la pobreza y la miseria e aumentaron los problemas de seguridad:
Con las prescripciones neoliberales, América Latina tiende a repetir su larga historia de subdesarrollo y dependencia. Durante dos siglos, esa desventura ha sido la contracara de la expansión estadounidense, que idealizan los cultores del Norte. Siempre subrayaron el contraste entre ambas trayectorias, sin notar que sus recetas consolidan esa brecha.
En la actualidad, los exponentes de esa corriente siguen ofreciendo las recetas que fracasaron siempre en el pasado. El extractivismo minero, la primarización exportadora y la especialización en los eslabones básicos de la cadena industrial de valor, señala Katz, provocan los mismos problemas de siempre e incrementan la distancia con los centros mundiales de desarrollo. Se retrae la soberanía regional, al tiempo que se fomenta la balcanización, funcional a la estrategia de Estados Unidos en los últimos 200 años.
El siguiente capítulo está dedicado a desenmascarar a las «nuevas derechas» que se presentan con formato renovado para no hacerse cargo de los fracasos anteriores. Con un discurso xenófobo y neopatriarcal, pretenden presentarse como anti-establishment y canalizar y redireccionar el descontento social hacia las minorías y hacia los discursos globalistas de lo que Nancy Frazer denominó el «neliberalismo progresista»:
Pero en ese combo de conceptos, la ultraderecha nunca pierde el hilo conductor de su estrategia: culpar a los más desposeídos por las desgracias que sufren los asalariados y la clase media. Esa política de enemistad con los humildes y justificación de los poderosos es el plan B del capitalismo, frente a la aguda crisis de las formas convencionales de dominación.
Luego de analizar los exponentes europeos y el trumpismo, Katz se ocupa de las singularidades latinoamericanas del fenómeno, en el que se destacan Bolsonaro y Milei, subordinados el líder del Partido Republicano, y que colocan a la región como un laboratorio de la agresión global contra las clases populares, el progresismo y la izquierda.
El capítulo 6 es fundamental porque aborda el debate sobre la caracterización de estas nuevas derechas. Descarta que el fenómeno —al menos por ahora— pueda asimilarse al fascismo del siglo XIX, y señala que tampoco es adecuado endilgarse el polisémico y elástico mote de «populismo». Más bien, sostiene, corresponde hablar de «ultraderecha»: «La especificidad de la nueva derecha puede ser percibida con aditamentos tradicionales (ultra, extrema), con complementos más innovadores (2.0), o con referencias represivas (derecha autoritaria). Pero cualquiera sea la denominación elegida, lo esencial es subrayar su posicionamiento en el campo de la reacción. El populismo es un término que solo añade confusiones».
El último capítulo de esta sección hace un repaso de las embestidas de la ultraderecha, que cosecha recientes fracasos (Bolivia, Brasil y Venezuela), éxitos (Argentina) y avances parciales (Colombia, Chile, México y Perú). Los casos de El Salvador, Ecuador y Haití, sostiene Katz, responden a improntas de otro tipo.
En la tercera parte del libro Katz presenta un balance de seis experiencias progresistas (la primera oleada de 1999-2014 y la segunda desde 2019): la Colombia de Gustavo Petro, el Brasil del retorno de Lula, la Argentina de Alberto Fernández, el México de AMLO, el Chile de Gabriel Boric y el Perú de Pedro Castillo:
Las experiencias con la nueva oleada progresista incluyen enormes esperanzas, grandes desengaños y múltiples incertidumbres. La expectativa prevaleciente en Colombia y Brasil difiere de la evaluación de lo sucedido en México y contrasta con las frustraciones en Argentina, Chile y Perú.
En el capítulo 9, en general, se plantean cuáles son los dilemas de esas fuerzas políticas para enfrentar las debilidades estructurales y coyunturales de la región. ¿Podrá ampliarse el Mercosur? ¿Superará la CELAC el estancamiento actual? ¿Se revertirá la tendencia a la firma de tratados de libre comercio (TLC)? ¿Se enfrentará más frontalmente al imperialismo estadounidense? ¿Se revertirá la pasividad frente a China? ¿Pueden crecer las iniciativas de la CELAC social?
En la cuarta parte se analizan las alternativas políticas de izquierda, generalmente soslayadas, y los debates actuales: «Solo esas vertientes podrían abrir un curso superador de la nueva oleada de gobiernos de centroizquierda, mediante dinámicas de radicalización política. Ese curso permitiría desenvolver la perspectiva anticapitalista que requiere un proyecto emancipador». Katz sostiene que deben plantearse, sin vergüenza o culpa, las limitaciones del progresismo, sin temor a pagar los costos que implica incomodar a los aliados en la lucha contra la derecha y la ultraderecha:
Solo encarando una acción decidida contra las capitulaciones de los mandatarios de centroizquierda se puede evitar la canalización derechista del descontento popular. Esa captura por parte de las fuerzas conservadoras es muy probable si no existen alternativas de izquierda, construidas con propuestas oportunas y factibles. Este último curso se forja en la polémica con los desaciertos del progresismo.
Katz critica la tesis del «posprogresismo» que erróneamente da por clausurada esa experiencia de la centroizquierda. La posibilidad de construir una alternativa de izquierda debe plantear a la derecha como enemigo principal y señalar que el progresismo fracasa por su impotencia para enfrentar a su adversario. Pero nunca debe asemejarse a las corrientes reaccionarias. Con esta orientación analiza los casos de México, Ecuador, Brasil, Argentina y Chile.
El siguiente capítulo está dedicado específicamente al análisis de tres países que constituyen un eje alternativo, que se diferencia de los gobiernos progresistas: Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Si bien los tres están asediados por Estados Unidos, presentan procesos muy distintos, cuyas singularidades deben especificarse. El caso de Cuba, analizado en un capítulo aparte, se distingue también de los anteriores. Enfrenta duras adversidades económicas producto de la profundización de un bloqueo que Biden no aflojó. Esta realidad enfrenta a la revolución con dilemas insoslayables. Deben profundizarse las reformas económicas que se vienen implementando desde 2011 porque las penurias pueden alumbrar nuevas protestas sociales.
La última parte del libro está dedicada a entender el estado de las nuevas resistencias populares, generalmente soslayadas en los análisis geopolíticos o que se centran en las luchas «por arriba», a nivel gubernamental o de las clases dominantes. La región sigue protagonizando sublevaciones. La rebelión en Ecuador de 2019 inauguró una nueva fase de protestas que fue seguida por manifestaciones masivas en Bolivia, Chile, Colombia, Perú y nuevamente en Ecuador, aunque la pandemia aplacó parcialmente esos movimientos. Sus resultados fueron diversos. En algunos casos, como en Bolivia, Perú, Chile, Honduras, Colombia y Guatemala, luego de las movilizaciones se impusieron nuevos mandatarios progresistas o de izquierda. En México, Brasil y Argentina, en tanto, la llegada de AMLO, el triunfo de Alberto Fernández y la vuelta de Lula no fueron resultado de grandes movilizaciones populares.
El capítulo final del libro está dedicado a la necesidad de construir un programa y un horizonte político de mayor alcance. Esto requiere, para Katz, avanzar con la integración regional, garantizar la soberanía y plantear como objetivo la lucha por el socialismo. Se necesita confrontar con el imperialismo estadounidense, negociar en bloque con China, abandonar el corsé de los TLC y abonar a la construcción de una pluripolaridad a nivel mundial:
Ese modelo de pluripolaridad promueve contrarrestar el destructivo poder del sistema imperial que comanda Estados Unidos. Pero no restringe la batalla a una simple contraposición entre opciones multipolares y unipolares. Tampoco se limita a formular contrapuntos entre el multipolarismo progresista del Sur y el multipolarismo conservador del Norte. La tesis pluripolar cuestiona al sistema capitalista que subyace en todas esas vertientes y postula un camino socialista de erradicación de ese régimen, a través de mediaciones transitorias que enuncia de manera tentativa. Propone un rumbo para debilitar la dominación imperialista forjando, al mismo tiempo, los pilares de un futuro poscapitalista.
La lucha por una futura sociedad de igualdad, justicia y democracia, plantea Katz, requiere retomar los debates para construir un proyecto socialista.
Para terminar, el libro presenta un necesario Apéndice en el que se abordan los enigmas de la Argentina de Javier Milei. En diciembre de 2023, justo cuando Argentina cumplía 40 años del final de la última sangrienta dictadura, llegó al poder un exponente de la ultraderecha con un plan económico liberal y antiestatal, acompañado de una vicepresidenta que niega el terrorismo de Estado y que dedicó su vida a reclamar la impunidad de los genocidas.
Repitiendo —y actualizando— los mitos neoliberales, Milei despliega lo que Naomi Klein denominó la «doctrina del shock». Atacando a la «casta», el presidente libertario logró canalizar buena parte del descontento social con los últimos dos gobiernos. Ya en la Casa Rosada, sus políticas provocan una enorme transferencia de ingresos hacia el grupo de empresarios que lo apoya y hacia el sector financiero, en detrimento de asalariados y jubilados, que sufren un desplome del poder adquisitivo de sus ingresos. La liberación de precios, luego de una inicial devaluación, más los tarifazos y los recortes de planes sociales, generaron una pulverización de las condiciones de vida de las clases populares y de los sectores medios.
En este último acápite del libro Katz analiza las singularidades del capitalismo dependiente argentino para explicar los desajustes estructurales que afectan a la economía y la actual incapacidad del Estado para arbitrar entre los distintos grupos dominantes mediante cuatro instrumentos/mecanismos: devaluación, inflación, endeudamiento público y fuga de capitales. Surgidos para morigerar la disputa entre el agro y la industria por la renta, ya no cumplen esa función, siendo ahora instrumentos autopropagadores de una crisis inmanejable.
Milei llegó al poder al cabo de sucesivos fracasos neoliberales y fallidos neodesarrollistas. Encarna una visión muy extrema del proyecto que inició Videla, retomó Menem e intentó recrear Macri. El brutal ajuste que está llevando adelante cuenta con el apoyo del FMI y Estados Unidos, con quien Milei se alineó incluso más abiertamente que durante las «relaciones carnales» de los años noventa: «En los hechos, Milei no inventa la pólvora y su política de sumisión a Estados Unidos simplemente agrava el subdesarrollo y la dependencia. Como ya ocurrió con el Pacto Roca-Runciman, Argentina vuelve a atar su destino a una potencia en declive y las consecuencias de ese rumbo serían dramáticas para el país».
El éxito o el fracaso de este experimento dependerá de muchos obstáculos que debe enfrentar Milei, pero fundamentalmente de la histórica capacidad de organización y resistencia popular:
La fuerza que preservan los movimientos sindicales, sociales y democráticos es el principal acervo del país y el pilar de una resolución popular de la crisis. Por esa razón, la derecha prioriza el debilitamiento de esa resistencia. Tienen muy presente la rebelión de 2001 y el duro revés que sufrió Macri cuando intentó la reforma previsional. Desde hace mucho tiempo, discuten cómo doblegar los piquetes, frenar las huelgas e impedir las movilizaciones.
Considerar este elemento es fundamental, destaca Katz, para ver si se rompe o no el empate social de las últimas décadas. La confluencia del kirchnerismo crítico y la izquierda es fundamental para darle una salida popular a un escenario político que por ahora tiene un desenlace abierto:
Es un interrogante si Milei exhibirá la plasticidad de su ídolo carioca para adaptar su gobierno a las adversidades. Por el momento, se limita a subir la apuesta con medidas más audaces y para generar un liderazgo cohesionador de las clases dominantes. El resultado de su aventura depende de la resistencia popular. En el debut de esa agresión, la única certeza es la centralidad de la lucha para conseguir su derrota.
El libro condensa muchos años de investigación y conocimiento de América Latina. Katz mapea el estado actual de la economía, la política y las fuerzas sociales, atendiendo las mutaciones geopolíticas globales y cómo afectan a la región. Sistematiza los cambios estructurales que sufrió, las tensiones entre distintas facciones de las clases dominantes y los debates y proyectos alternativos, en el progresismo y las fuerzas de izquierda. Como es habitual en sus escritos, esta obra no responde meramente a la curiosidad intelectual y académica, sino que está concebida fundamentalmente como una herramienta para la acción política, desde la perspectiva de quienes militan para superar la dependencia regional y las difíciles condiciones económicas y sociales que hoy padece buena parte de la población latinoamericana.