Este año se cumplen 60 años desde que Estados Unidos inició sus sanciones contra Cuba. El bloqueo es una guerra económica diseñada para castigar colectivamente a un pueblo por su independencia, y debe terminar.

Estados Unidos está haciendo exactamente lo que cabría esperar: intentar ejercer influencia en su antiguo «patio trasero». Las próximas elecciones en Colombia son una prueba clave.
La restauración inconclusa, el régimen político, la historia de acosos y el abismo cultural con su oponente limitan la conversión de China en una potencia imperial. América Latina necesita combinar la resistencia a la dominación estadounidense con la renegociación comercial con China.
En solo cuatro décadas, China ha logrado una transformación sin precedentes, al punto de convertirse en la principal contendiente de la hegemonía norteamericana. Pero esta disputa imperialista por el predominio geopolítico no es una batalla de la clase trabajadora.
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