La peor crisis humanitaria y militar del siglo XXI alcanzó un punto de inflexión histórico. Este fin de semana, los sirios se regocijaron después de que Bashar al-Assad fuera finalmente derrocado en un sorprendente revés encabezado por la rama de al-Qaeda Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Los kurdos de la región se unieron a las celebraciones, inundando las antiguas zonas controladas por Assad y derribando estatuas del odiado dictador. Pero, como todos los sirios, los kurdos han sufrido suficiente caos durante los últimos trece años de violencia masiva, desplazamientos, guerras por poderes y limpieza étnica como para saber que el camino hacia la paz sigue siendo largo y difícil.
Cuando Turquía desplazó a doscientos mil civiles kurdos sirios en una operación transfronteriza en 2018, muchos lugareños permanecieron lo más cerca posible de sus hogares bombardeados, ahora ocupados por una variopinta colección de milicias árabes suníes y turcomanas. Decenas de miles se aferraron a la esperanza de regresar a campamentos dispersos y escasamente defendidos en la vecina región de Shehba (Tel Rifaat), resistiendo los proyectiles turcos. Pero cuando HTS lanzó la ofensiva de diez días que culminó con el derrocamiento de Assad, Turquía y sus milicias aprovecharon para apoderarse incluso de estos campos de refugiados azotados por el viento y desplazar de nuevo a sus residentes. Hussein Maamo, representante oficial kurdo sirio destinado en Londres, dice a Jacobin: «Las facciones vinculadas a Turquía pretenden legitimar sus asaltos a las zonas kurdas enmarcando sus ataques como ataques contra las fuerzas del régimen».
Muhammed Sheikho, copresidente de un consejo regional de la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (DAANES), dirigida por kurdos, sacó a miles de kurdos, árabes y minorías locales de los campos para ponerlos a salvo en regiones distantes bajo control de la DAANES. Pero muchos más se quedaron atrás. «Cientos de los nuestros quedaron atrapados y no pudieron marcharse», explica a Jacobin por teléfono desde Siria. «Algunos murieron, otros fueron torturados, otros fueron capturados y su destino no está claro». Las imágenes muestran a combatientes apoyados por Turquía maltratando y pisoteando a hombres y mujeres kurdos cautivos.
El proyecto DAANES ha ofrecido un refugio seguro a millones de sirios y pretende erigirse en modelo para un futuro asentamiento sirio basado en la gobernanza comunitaria, la autonomía de las mujeres y la representación de las minorías. El enfoque relativamente pragmático de HTS podría incluso abrir la puerta a una futura coordinación entre el movimiento kurdo y otros actores de la oposición, con la propia ala militar del DAANES arrebatando territorio a las fuerzas asadistas en el este del país. Pero con Turquía intentando explotar la crisis para ocupar más franjas de territorio sirio y desplazar a millones de kurdos a todo lo largo de su frontera, los últimos acontecimientos dejan al proyecto dirigido por los kurdos y a Siria en su conjunto ante un futuro profundamente incierto.
Los enemigos de mis enemigos
Si se cumpliera el adagio «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», los kurdos sirios serían el pueblo más querido de Oriente Medio. Pero no hubo mucho tiempo para celebrar la marcha de Assad a Moscú antes de que estallaran nuevas oleadas de violencia contra los kurdos y sus aliados árabes. Como el analista Sinan Ciddi, profesor adjunto de la Universidad de Georgetown, dice a Jacobin, la tan esperada derrota de Assad probablemente dará lugar a «una situación en la que Siria sea gobernada por una organización salafi-jihadista (…) o se convierta en un espacio sin gobierno con un enorme vacío de poder».
No hay razón para que los kurdos o cualquier otra persona lloren a Assad, que es responsable de la mayor parte de las muertes de civiles en Siria y que persistentemente trató de socavar el DAANES dirigido por los kurdos, que ahora gobierna más de un tercio del territorio sirio. «El [DAANES] mantuvo una relación pragmática pero frágil con el régimen de Assad (…) definida por una coordinación limitada contra las amenazas comunes», dice a Jacobin el analista Yusuf Can, del Wilson Center. «Sin embargo, el régimen de Assad se opuso a las aspiraciones [de la DAANES] de una mayor autonomía».
En teoría, por tanto, la derrota de Assad debería ser una buena noticia para la DAANES. Pero HTS, que a su vez ha gobernado a millones de sirios en la ciudad noroccidental de Idlib, impone su propio régimen islamista profundamente autoritario. Human Rights Watch ha documentado constantes detenciones arbitrarias y torturas de miles de periodistas, figuras de la oposición y activistas de la sociedad civil que intentaban documentar los abusos de HTS o protestar contra su autoridad. Aunque la organización ha moderado su enfoque en los últimos años como parte de una apuesta por la legitimidad, sabemos que HTS impulsó «patrullas de moralidad» para detener a mujeres jóvenes por no seguir los códigos de vestimenta religiosa, sancionó a hombres jóvenes por afeitarse o escuchar música e incluso llevó a cabo ejecuciones públicas por brujería y herejía.
HTS también es conocido por su relativamente eficaz prestación de servicios en lo que se ha denominado un «islamismo tecnocrático», y sus combatientes son realmente disciplinados en su búsqueda de un nuevo Estado islámico en Siria. Este enfoque ayudó a HTS a lograr su victoria inicial al apoderarse de la segunda ciudad más grande de Siria, Alepo, con la excepción de unos cien mil kurdos que actualmente se encuentran asediados en dos barrios del centro de la ciudad rodeados por combatientes de HTS. Los lugareños denuncian escasez de alimentos y cortes de electricidad.
«No sabemos cómo acabará la situación, porque todas estas fuerzas imponen el islam a través de la violencia», afirma Hamude, activista de los medios de comunicación en Sheij Maqsud, asediada por HTS, que ha conservado la autonomía dirigida por los kurdos desde el inicio del conflicto sirio a pesar de sufrir el asedio de Assad, supuestos ataques con armas químicas por parte de grupos islamistas de la oposición y bombardeos indiscriminados que equivalen a crímenes de guerra.
«En Alepo hay kurdos, cristianos, yezidíes y muchos grupos étnicos y religiosos», afirma Hamude. «Estos grupos se enfrentan a graves peligros. HTS no acepta a estas minorías y obliga a las mujeres a cubrirse la cabeza». Al parecer, combatientes de HTS han asesinado al menos a dos personas de este último grupo minoritario, que sufrió un genocidio a manos de ISIS cuando intentaban huir de Alepo. Un cristiano armenio, que habla desde el anonimato por temor a represalias, describe escenas de hostigamiento y añade: «En cuanto [HTS] entró en Alepo, destruyó un árbol de Navidad [como símbolo de la comunidad cristiana]. Nos aseguran que no nos harán daño, pero nosotros sabemos que estamos perdidos. No sabemos qué hacer».
Agenda antikurda
Las mujeres, las minorías y todos aquellos que buscan un futuro laico y democrático enfrentan un escenario sumamente preocupante bajo el gobierno de HTS. No obstante, la fuerza islamista ha logrado una notable derrota de Assad, al tiempo que se ha abstenido en general tanto del pillaje contra civiles como de conflictos innecesarios con los kurdos. Por el contrario, muchos de los milicianos respaldados por Turquía que nominalmente se unieron a la ofensiva nunca han disparado un tiro contra las fuerzas de Assad. En lugar de ello, se han centrado una vez más en la violencia retributiva contra los civiles kurdos y en llenarse los bolsillos, lo que ha llevado incluso a HTS a detener a comandantes respaldados por Turquía.
Las milicias que Turquía ha reunido bajo la bandera del Ejército Nacional Sirio (ENS) han sido acusadas desde hace tiempo de crímenes de guerra por las Naciones Unidas y Amnistía Internacional, como violaciones de mujeres, asesinatos masivos contra civiles kurdos, torturas, electrocución, ejecuciones y desfile de civiles enjaulados como escudo humano por las calles. Durante las anteriores campañas militares turcas, estas milicias mataron a cientos —y desplazaron a cientos de miles— de civiles.
Quienes sobrevivieron se han enfrentado a un gobierno sumario por parte de milicias respaldadas por Turquía que secuestran, torturan y ejecutan a civiles, junto con una política en curso de cambio demográfico forzoso en regiones anteriormente pobladas por kurdos, yazidíes y minorías cristianas. En el momento de redactar este informe, estas milicias se están centrando en dar caza a los civiles kurdos presas de lo vertiginoso de los acontecimientos al tiempo que ejecutan nuevas operaciones militares contra las regiones que dependen de la DAANES, dirigida por los kurdos. Los ataques aéreos turcos han matado a niños kurdos y han tenido como objetivo edificios civiles de la DAANES: ninguno ha tenido como objetivo el desmoronado ejército de Assad.
Mientras tanto, el alcance exacto de la cooperación de HTS con Turquía es objeto de debate. Oficialmente, Turquía cataloga a HTS como «grupo terrorista» y niega tener conocimiento previo de las últimas operaciones y, a diferencia de otras milicias, HTS es lo suficientemente poderosa como para actuar unilateralmente dentro de Siria. Ciertamente, Ankara se ha visto sorprendida por la velocidad del colapso de Assad. Sin embargo, los dirigentes turcos y HTS llevan mucho tiempo coordinando a través de salas de operaciones conjuntas; las milicias del ENS que se unieron a la última operación están financiadas, entrenadas y dirigidas por Turquía, y las banderas turcas ondearon sobre la ciudadela de Alepo tras su captura, mientras los políticos turcos ultranacionalistas recordaban su antigua condición de joya de la corona otomana. Una cosa es segura, dice el analista Can: Turquía «utilizará cualquier ganancia real que tenga» contra los kurdos, tanto dentro como fuera del país.
El objetivo clave de Turquía en Siria es simple: liquidar el gobierno multiétnico dirigido por los kurdos a lo largo de su frontera y empujar a la población kurda de vuelta al desierto sirio, estableciendo una «zona segura» de veinte millas de profundidad. Allí también reasentará a los refugiados sirios en antiguos asentamientos kurdos como forma de satisfacer el sentimiento interno contra los refugiados y de afianzar el cambio étnico a lo largo de su frontera.
Turquía ha logrado este objetivo en algunos puntos de la frontera. Sin embargo, a pesar de varios intentos certeros, la intransigencia del gobierno de Assad en las negociaciones sobre la zona fronteriza y la presencia de tropas rusas y estadounidenses en territorio de las DAANES le han impedido erradicarlas por completo. Aunque permitieron que Turquía lanzara una lluvia de ataques aéreos que acabaron con el agua, la electricidad y las infraestructuras humanitarias de la región, Estados Unidos y Rusia prefirieron, en última instancia, mantener un punto de apoyo en el norte junto a las fiables fuerzas kurdas antes que presenciar más violencia caótica y un cambio de poder a favor de Ankara.
Conflicto multipolar
Turquía buscaba la luz verde de Moscú o de Washington para una operación final: inesperadamente, fue HTS quien se la proporcionó. Mientras HTS avanzaba hacia Damasco, una Rusia ya debilitada y distraída se distanciaba de su antiguo cliente Assad. Irán, que durante mucho tiempo se ha asociado con Assad para brutalizar a los sirios y utilizar el país como escenario para Hezbolá y sus propias milicias, no pudo o no quiso intervenir tras un año de duros golpes asestados por Israel.
De hecho, Israel se ha beneficiado del caos para ampliar su propia ocupación a largo plazo y adentrarse más al sur en territorio sirio. Pero también ha preferido destruir con ataques aéreos equipos del antiguo ejército sirio antes que verlos caer en manos de HTS, considerando a la organización salafista una amenaza existencial. Mientras tanto, la respuesta estadounidense tanto a los avances de HTS como a las amenazas turcas contra los kurdos fue inicialmente tibia. El ala militar de la DAANES se ha movilizado ahora para apoderarse de territorios anteriormente controlados por Assad y las milicias iraníes, operando bajo la justificación de su asociación contra el ISIS con Estados Unidos, al tiempo que establece bases a lo largo del Éufrates frente a nuevos asaltos anticipados inspirados por Turquía.
Los dirigentes estadounidenses afirmaron que continuarán su misión contra el ISIS en el este del país. Sin embargo, sigue sin estar claro hasta qué punto esto puede proteger a las DAANES de la violencia turca, o cómo Estados Unidos interactuará con HTS o con la coalición más amplia de fuerzas de la oposición en todo el sur de Siria. Todo esto, claro, sin tomar en consideración siquiera qué repercusiones tendrá en todo esto la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Dadas estas complejas realidades, sería erróneo considerar la violencia de Turquía —miembro clave de la OTAN— contra los kurdos nominalmente aliados de Estados Unidos o el auge de HTS contra Assad como un simple conflicto por delegación entre Occidente y Oriente. Pero una cosa está clara: es Turquía quien está ahora en primera línea, tratando de establecer un nuevo statu quo en todo el norte de Siria que excluirá tanto a los aliados de Assad como a Irán y a la menguante presencia occidental en la región, dejando a Turquía (el segundo ejército más grande de la OTAN) como el actor clave sobre el terreno.
Tras la expulsión en curso y anticipada de civiles kurdos de sus exclaves en el noroeste —limpieza étnica que se produce sin una palabra de protesta por parte de los aliados nominales de los kurdos—, los ojos de Turquía se vuelven hacia el este. Alrededor de cien mil desplazados internos han llegado ya al territorio contiguo de la DAANES en terribles circunstancias humanitarias, con varios ancianos y bebés muriéndose de frío mientras miles duermen a la intemperie por falta de cobijo. «Aquí ya no queda sitio para más nadie», dice Sheikho, funcionario kurdo, mientras observa cómo los refugiados entran a raudales en un centro de acogida improvisado en el estadio deportivo de la ciudad. «Algunos ancianos están sucumbiendo al frío. Se ha indicado a todos los hospitales de la DAANES que ofrezcan atención gratuita, pero sigue habiendo una necesidad urgente de apoyo médico».
Estas regiones, y en particular la ciudad multiétnica de mayoría árabe de Manbij, son las siguientes en la línea de fuego de Turquía. Con Irán y Rusia fuera de juego y Occidente desorientado, Turquía será el actor dominante en una nueva Siria islamista. El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, que durante mucho tiempo se ha beneficiado de un estatus de intermediario como «enemigo del enemigo» situado entre Moscú y Washington, parece reunir por fin todas las cartas.
La Siria del futuro
«La esperanza y el miedo pueden ir de la mano cuando se piensa en el futuro de Siria», afirma el analista Can. «Es estupendo ver que el pueblo oprimido gana libertad, pero hay muchas razones para mantener la cautela, ya sea por el riesgo de radicales islamistas, otros grupos extremistas o potencias extranjeras con sus propias agendas». En teoría, el movimiento kurdo debe desempeñar un papel crucial en cualquier futuro acuerdo productivo para Siria. La DAANES lleva mucho tiempo mostrando su disposición pragmática a trabajar con una administración reformada de Damasco, siempre que demuestre un verdadero compromiso con la descentralización y con los derechos de las mujeres y las minorías. Hussein Maamo, funcionario kurdo sirio en Londres, dice a Jacobin que quiere ver a «todos los sirios implicados en el proceso de toma de decisiones para establecer un Estado democrático, pluralista y laico que permanezca neutral con respecto a la religión, las sectas, la etnia y la opinión política».
Inesperadamente, hay tímidas señales de distensión entre HTS y la DAANES: ambos prefieren evitar el conflicto y centrarse en combatir a Assad y defenderse de Turquía. HTS dio garantías a los kurdos de Alepo y facilitó acuerdos de retirada para los civiles kurdos. Los representantes de la DAANES están negociando actualmente con HTS el futuro de los «vecindarios», un refugio seguro a largo plazo cuya población ya se ha visto incrementada por los desplazados internos que huyen de los últimos episodios de violencia, lo que podría ser un indicador de sus futuras relaciones.
El ala militar de la DAANES logró avances en territorio anteriormente controlado por el gobierno, lo que sugiere la lejana posibilidad de una Siria post-Assad dividida entre el HTS autoritario-islamista y la DAANES pluralista y democrática, una perspectiva que habría sonado totalmente inverosímil hace tan solo una semana. Pero los representantes siguen mostrándose muy cautelosos ante el supuesto giro de los dirigentes de HTS hacia un pluralismo integrador, mientras que la fuerza islamista bien podría optar por aliarse con Turquía en busca de legitimidad internacional.
Sea cual sea el desenlace de esta extraordinaria crisis, la violencia contra los kurdos, las mujeres y las minorías respaldada por Turquía seguirá poniendo en peligro las esperanzas de los sirios de a pie de un futuro verdaderamente democrático.