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Soldados de Ucrania y EE.UU. en una misión de entrenamiento en la ciudad ucraniana de Yavoriv.

Ucrania: un debate necesario (I)

Traducción: Valentín Huarte

Respuesta de Gilbert Achcar a Alex Callinicos.

La semana pasada, Alex Callinicos argumentó que en Ucrania se está desarrollando una lucha entre dos rivales imperialistas y criticó a los «analistas de izquierda que esquivan el asunto de la OTAN». Publicamos a continuación la respuesta del marxista libanés Gilbert Achcar.

 

Querido Alex.

Leí con interés tu crítica publicada el 27 de marzo en Socialist Worker. No es la primera vez que discutimos y siempre estoy a tu disposición porque pienso que nuestros debates progresan como debería hacerlo todo debate marxista, es decir, con un espíritu de fraternidad, libre de las distorsiones y difamaciones que son moneda común en una buena parte de la izquierda demasiado afecta todavía al estalinismo.

La fuente a la que hace referencia tu publicación es «Six FAQs on Anti-imperialism Today and the War in Ucraine». El eje de tu crítica es que ignoro el carácter antimperialista del conflicto en Ucrania. Como intentaré mostrar, tu crítica está basada en una definición más bien inconsistente de la presente guerra. Pienso que esa definición es el resultado natural de tu intento de sostener un compromiso entre dos posiciones: el auténtico análisis marxista de la guerra y la actitud neocampista que domina en buena parte del movimiento antiguerra británico, con el que estás comprometido hace muchos años.

En tu artículo leo que, «El enfoque de Achcar» —y aquí agregaste «igual que el de otros analistas de izquierda que esquivan el asunto de la OTAN», como si fuera mi caso— «prescinde de la comprensión históricamente específica del imperialismo que aporta el marxismo». Hecha esa aclaración, tu texto asume un tono profesoral y ofrece una explicación pedagógica sobre el imperialismo moderno: «El imperialismo capitalista no consiste exclusivamente en grandes Estados que conquistan y saquean Estados más pequeños (aun cuando eso no deja de ser cierto). Es un sistema mundial de competencia intercapitalista». El texto concluye, «Ahora bien, esta comprensión del imperialismo capitalista como un sistema de rivalidad interestatal está completamente ausente del análisis de Achcar».

Es curioso encontrar esta acusación en tu pluma, Alex, sobre todo teniendo en cuenta que en 2010 publicaste en International Socialism una reseña que hice de tu libro, donde discutí tu apreciación de la competencia interimperialista contemporánea. 

También leíste todos los escritos sobre la expansión de la OTAN que vengo publicando desde los años 1990, además de otras intervenciones, como esta entrevista con un camarada ruso de la que participé en 2014, antes de la guerra de Ucrania. Y si te hubieras tomado la molestia de revisar lo que escribí sobre el conflicto actual —como deberías haber hecho antes de aventurarte a criticar mi posición—, habrías descubierto que desde un primer momento situé mi análisis en el contexto de la hostilidad entre Rusia y las potencias occidentales, dirigida por Washington.

Por lo tanto, está claro que no necesito ninguna clase sobre el carácter interimperialista de la confrontación entre Rusia y Ucrania ni sobre el rol de la OTAN. Ahora bien, dejando eso de lado, ¿qué queda de tu crítica? En realidad, tu larga exposición sobre el imperialismo sirve para disimular el principal desacuerdo que tenemos y que refiere a la naturaleza de la guerra en Ucrania. Por mi parte, considero que se trata de una guerra de agresión del imperialismo ruso contra Ucrania y que es 1) una guerra chovinista de rapiña de parte de los rusos y 2) una guerra justa de parte de los ucranianos, que buscan expulsar al invasor.

Tu artículo reconoce que, «sería bueno que el pueblo ucraniano expulsara a los invasores rusos». Pero después se aventura en enrevesadas maniobras para explicar lo que supuestamente estaría negado en mi posición, a saber, que la guerra de Ucrania implica «un conflicto entre potencias imperialistas». En cualquier caso, creo que es un intento desafortunado de confundir las cosas desdibujando la distinción entre «guerra» y «conflicto». Por mi parte, no niego que detrás de la guerra de Ucrania exista un conflicto interimperialista. Pero el argumento de mi texto con el que discute tu artículo no dice eso: dice que la guerra en Ucrania no es una guerra interimperialista, aun cuando es evidente que su trasfondo es un conflicto interimperialista.

¿Cuál es la diferencia? Está claro que, desde la perspectiva leninista que te gusta citar, si la guerra de Ucrania fuese una guerra interimperialista, los internacionalistas deberían defender el derrotismo revolucionario de ambas partes. Dado que no es una guerra interimperialista, el derrotismo revolucionario está a la orden del día solo en el caso de Rusia, mientras que, como admite tu artículo, «sería bueno que el pueblo ucraniano expulsara a los invasores».

Como expliqué en uno de los pasajes que citaste, una guerra interimperialista «es una guerra directa —es decir, en la que los rivales no participan por asociación o sustitución— entre dos potencias, cada una de las cuales busca invadir el dominio territorial y (neo) colonial de la otra». Después de afirmar que es una «perspectiva demasiado estrecha», tu exposición continúa con una larga explicación de durante la guerra de 1979-1989 en Afganistán, Estados Unidos y sus aliados regionales respaldaron la lucha islámica contra la URSS. ¿Y qué? ¿Eso significa que la guerra de Afganistán fue una guerra interimperialista? Podríamos tomar otros ejemplos: en Vietnam, la URSS —capitalismo de Estado, según la definición que brinda tu tendencia política— apoyó a los vietnamitas contra la agresión estadounidense. ¿Eso significa que la de Vietnam fue una guerra «interimperialista»? ¿Los internacionalistas deberían haber defendido el derrotismo revolucionario de ambas partes? Por supuesto que no.

Me temo que tu referencia a Lenin como punto de apoyo es poco convincente. En tu artículo encontramos primero una cita en favor de la autodefensa durante la Primera Guerra Mundial, donde Lenin invoca la lucha de Serbia por la autodeterminación: «Para Serbia, es decir, con suerte, para el 1% de la población involucrada en este conflicto, la guerra es la “continuación de la política” del movimiento burgués de liberación. Para el otro 99% la guerra es la continuación de la política imperialista». Pero después nos topamos con la aclaración: «Por supuesto, el balance no es el mismo en el caso de Ucrania, pues la confrontación directa involucra solo a Rusia y a Ucrania».

Ahora bien, la diferencia es abismal, ¿no? Tomemos otra cita de Lenin, en este caso de su famoso panfleto de 1915 sobre El socialismo y la guerra, donde explica la posición de los bolcheviques en la Primera Guerra Mundial y discute la naturaleza de los distintos tipos de guerra. En referencia a la invasión alemana de Bélgica, Lenin escribió: «Los imperialistas alemanes transgredieron vergonzosamente la neutralidad de Bélgica, como hacen siempre y en todas partes los Estados beligerantes, sin importar si eso implica pasar por encima de todos los tratados y obligaciones. Supongamos que todos los Estados interesados en el cumplimiento de los tratados internacionales declararan la guerra contra Alemania exigiendo la liberación y la indemnización de Bélgica. En ese caso, la simpatía de los socialistas estaría, por supuesto, del lado de los enemigos de Alemania. Pero la cuestión es que la «triple (y cuádruple) entente» no está haciendo una guerra por Bélgica, y ese es un hecho conocido, disimulado únicamente por los hipócritas. Inglaterra está tomando las colonias de Alemania y de Turquía; Rusia está tomando Galicia y Turquía; Francia quiere Alsacia y Lorena y hasta la orilla izquierda del Rin…».

Espero que esta cita pruebe suficientemente la importancia de establecer una diferencia clara entre una guerra que enfrenta a una potencia imperialista contra un país al que intenta someter, incluso cuando la resistencia en este país cuenta con el respaldo de las potencias imperialistas rivales (Lenin llega pensar en un caso donde estas potencias «declaran una guerra» en favor del país sometido, hipótesis inservible, porque las potencias imperialistas solo declararían la guerra en función de sus propios intereses imperialistas), y una guerra de rapiña entre Estados imperialistas, como sucedió durante la Primera Guerra Mundial.

 «Creo que es bastante obvio» —escribí— «que la victoria de Rusia fortalecería considerablemente el belicismo y fomentaría el gasto militar en los países de la OTAN —un proceso que ya está en marcha—, mientras que la derrota plantearía condiciones mucho mejores en nuestra batalla a favor del desarme general y de la disolución de la OTAN». En tu artículo, respondiste: «Supongamos que esta campaña, sumada al coraje de los luchadores ucranianos, culminara en la derrota de Rusia. ¿La reacción de Estados Unidos y de sus aliados sería desarmar y disolver la OTAN? Por supuesto que no. Celebrarían el resultado como una victoria propia y alentarían con más fuerza el desarrollo de la OTAN».

¿Alguien estaría dispuesto a discrepar con esa tesis? Definitivamente no es mi caso, pero ese no es el eje. La cuestión es mucho más simple: si Rusia se las hubiera arreglado para aplastar la resistencia ucraniana, someter a todo el país e implementar un «cambio de régimen» —intención evidente de Putin—, nuestras voces, como fuerzas que defienden la reducción radical del gasto militar y la disolución de la OTAN habrían sucumbido ante el tsunami de nacionalismo belicista. 

Pero sucede que la resistencia ucraniana desbarató el mito del todopoderoso ejército ruso, y tal vez llegue más lejos y derrote completamente los objetivos imperialistas de Rusia (siempre en los límites que fija el enorme desequilibrio de las fuerzas ). Y pienso que eso fortalece nuestro argumento antiguerra frente a la tendencia creciente a inflar la importancia de la «amenaza rusa» como justificación del incremento del gasto militar y la expansión de la OTAN.

Un saludo fraterno,

Gilbert. 

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Publicado en Artículos, Guerra, homeIzq, Ideas and Ucrania

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