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El príncipe Juan Carlos de España con el dictador general Francisco Franco (1892–1975) en 1975. (Crédito: Keystone vía Getty Images)

La sombra de Franco

En el cincuentenario de la muerte de Franco, la influencia de su dictadura todavía se siente en España. Mientras la extrema derecha del país se alimenta de la nostalgia por su pasado fascista, ¿está su democracia bajo amenaza?

Este 20 de noviembre se cumplieron cincuenta años de la muerte de Francisco Franco, el dictador que gobernó España con mano de hierro durante treinta y seis años. A pesar del paso de las décadas, la influencia de su dictadura todavía se hace sentir en la política y la sociedad españolas.

En 1982, el dirigente socialista Alfonso Guerra declaró jubiloso: «¡A España no la va a conocer ni la madre que la parió!», luego de la victoria aplastante de su partido en las elecciones generales, que marcó el final de la transición a la democracia iniciada con la muerte del dictador. Cinco décadas después de su desaparición, si Franco resucitara, se horrorizaría por muchos de los cambios que experimentó el país ibérico.

En términos políticos, España es hoy una democracia liberal comparable a las del resto de Europa. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), prohibido durante la dictadura, gobernó el país más tiempo que cualquier otra fuerza política desde los años setenta. Además, la Constitución de 1978 estableció un modelo territorial cuasi federal, que otorga un alto nivel de autogobierno a las regiones, lo opuesto al centralismo nacionalista extremo del franquismo. Las lenguas minoritarias del Estado (catalán, vasco y gallego) también gozan de protección legal y de políticas que promueven su uso, después de haber sido reprimidas durante el régimen de Franco. A la vez, los partidos catalanes, vascos y gallegos fueron actores clave para conformar gobiernos en Madrid, junto con fuerzas de izquierda como Podemos y Sumar.

Todavía más impactantes para un Franco resucitado serían las opiniones de sus compatriotas sobre género y diversidad sexual. España fue pionera en legislar contra la violencia de género y uno de los primeros países del mundo en legalizar el matrimonio igualitario, y las encuestas muestran un apoyo abrumador a los derechos LGBTI. Sería una pesadilla para un dictador que encarceló a miles de homosexuales y elevó la sumisión de las mujeres al nivel de ideología de Estado, apooyándose en una versión fundamentalista del catolicismo.

La Iglesia católica, que fue uno de los pilares de la dictadura franquista, hoy tiene escasa influencia social. La proporción de católicos practicantes cayó del 70 por ciento en los años setenta al 17 por ciento actual, y más del 80 por ciento de los españoles apoya el derecho al aborto, pese a la oposición de la Iglesia. Sin embargo, la larga sombra de Franco todavía se extiende sobre algunos aspectos de la España contemporánea.

Del franquismo a Vox

El 8 de octubre de 2018, la plaza de toros de Vistalegre en Madrid se llenó con más de 9.000 partidarios de Vox. Era la primera vez desde la transición a la democracia que un partido de extrema derecha lograba realizar un acto multitudinario. Desde entonces, Vox creció a escala nacional, gobernó regiones y hoy aspira a dirigir el país junto al Partido Popular.

No es un fenómeno exclusivamente español; la extrema derecha avanza prácticamente en todas las naciones occidentales y ya entró en gobiernos de varios países. Sin embargo, en España, la extrema derecha actual está ligada de manera inextricable a la memoria del franquismo. Una encuesta reciente mostró que el 21 por ciento de los españoles considera que los años de la dictadura fueron «buenos» o «muy buenos»; ese porcentaje asciende al 61,7 por ciento entre los votantes de Vox. Además, uno de cada tres jóvenes ve de manera positiva el régimen de Franco, y el 21 por ciento de los varones menores de veintiocho años se identifica como de extrema derecha, un porcentaje considerablemente más alto que entre las mujeres jóvenes y otros grupos etarios. El panorama es claro: los varones jóvenes son el sector más proclive a la extrema derecha en la sociedad española, y esta ideología está entretejida con una nostalgia por un franquismo que nunca vivieron.

Vox oscila entre el legado del nacionalcatolicismo franquista —evidente en su oposición radical al derecho al aborto y en su agenda antifeminista— y los temas preferidos por otras extremas derechas europeas, como la xenofobia. El partido experimentó un crecimiento electoral significativo desde que adoptó la estigmatización de migrantes como su principal bandera en 2024. Este verano, la fuerza liderada por Santiago Abascal llegó incluso a incitar disturbios racistas en la región de Murcia, algo que no redujo su apoyo electoral.

La relación con el pasado franquista siempre fue un tema problemático para la derecha española, no sólo para Vox. El Partido Popular, fundado por el exministro franquista Manuel Fraga, siempre se mostró reacio a condenar la dictadura, y la transición democrática de los años setenta impuso un pacto de silencio sobre los crímenes cometidos por Franco y sus seguidores durante la Guerra Civil de 1936–1939 y en los años posteriores. Más de 114.000 cuerpos de personas ejecutadas permanecen en algunas de las 3.000 fosas comunes dispersas por todo el país. Diversas iniciativas políticas para honrar la memoria de las víctimas encontraron resistencia en la derecha, que —en las regiones donde gobierna— está aprobando leyes que equiparan a la Segunda República española, el régimen democrático que Franco derrocó con el apoyo de Hitler y Mussolini, con la dictadura que la sucedió.

La larga sombra del general también se observa en algunas instituciones actuales. La monarquía es uno de los legados de Franco: el dictador designó al entonces príncipe Juan Carlos como rey y heredero. De manera más sutil, también quedan restos del franquismo en el Poder Judicial, que nunca fue depurado tras la caída del dictador. Las asociaciones ultraconservadoras continúan siendo predominantes dentro de la judicatura española, un sesgo ideológico que quedó a la vista en la dura represión contra el movimiento independentista catalán en los años posteriores al referéndum de 2017: se impusieron condenas larguísimas a políticos y activistas que no cometieron actos violentos, pero fueron acusados de intentar un golpe de Estado. La élite judicial incluso bloqueó intentos de investigar crímenes franquistas en los tribunales, lo cual constituye una violación del derecho internacional de los derechos humanos.

Junto con la Iglesia, el ejército fue uno de los grandes pilares de la dictadura. A partir de los años ochenta, las Fuerzas Armadas se modernizaron y aceptaron gradualmente el sistema democrático. Sin embargo, en ocasiones, algunos oficiales realizaron declaraciones amenazantes contra los movimientos nacionalistas catalán y vasco. Además, las encuestas indican que el apoyo a Vox es alrededor de cinco veces mayor entre los militares que entre la población general, lo que plantea dudas sobre el compromiso real del ejército con la democracia.

En resumen, si Francisco Franco resucitara, no reconocería muchos rasgos de la España actual; pero, si mirara más de cerca, se sentiría complacido al ver que los restos de su larga tiranía todavía influyen en la sociedad y la política españolas en 2025. En un momento de resurgimiento global de la extrema derecha, Vox —un partido con un marcado aroma nacionalcatólico— sigue creciendo y sueña con gobernar. De manera preocupante, cuenta tanto con un clima internacional favorable como con la larga sombra de Franco, que continúa oscureciendo la democracia española.

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Publicado en Artículos, España, Guerra, Historia, homeCentroPrincipal, Ideología, Partidos and Política

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