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Georges Habash, líder militar del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) en Ammán, Jordania, en 1970. (Genevieve Chauvel / Sygma vía Getty Images)

La izquierda desempeñó un rol clave en Palestina

La rivalidad entre Al Fatah y Hamás ha dominado la política palestina desde la década de 1990. Sin embargo, durante muchos años, el principal desafío a Al Fatah procedió de los grupos de la izquierda palestina, que han contribuido enormemente al movimiento nacional.

La izquierda palestina recibe poca atención en los debates actuales sobre la política palestina, ya que sus principales facciones parecen marginadas, aunque históricamente han contribuido enormemente al desarrollo del movimiento nacional. La actual ausencia de una opción progresista entre dos partidos nacionalistas conservadores, Al Fatah y Hamás, contribuye al estancamiento al que se enfrentan los palestinos en términos de iniciativa política.

Para entender la marginación de la izquierda no solo hay que tener en cuenta algunos de los factores históricos objetivos que minaron su peso político, como el colapso de la Unión Soviética o el auge del Islam político. La incapacidad para resolver problemas de larga data, como la fragmentación de la izquierda o la primacía del nacionalismo sobre la clase, también representaron factores clave en el declive de la izquierda palestina.

La OLP y la izquierda

A finales de la década de 1960, las organizaciones armadas palestinas se habían apoderado de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la habían transformado en la principal plataforma institucional del moderno movimiento nacional palestino. Fatah de Yasser Arafat surgió como la facción palestina dominante, ganando una inmensa popularidad entre los refugiados palestinos en el exilio gracias a la introducción de algunas innovaciones políticas clave.

Fatah encabezó la idea de que el nacionalismo palestino y la agencia política debían ser autónomos del patrocinio árabe y que la lucha armada era el instrumento clave para lograr la liberación. Varias otras facciones se unieron a Fatah en la OLP, y las que reivindicaban una identidad marxista representaban la principal oposición a su liderazgo. Para cuando las organizaciones armadas tenían el control total de la OLP en 1969, la izquierda palestina ya mostraba algunos de los antiguos problemas que marcarían su trayectoria.

La organización de izquierdas más importante de la OLP era, y sigue siendo, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), un grupo dirigido por George Habash, un médico originario de la ciudad de Lydda, en el actual centro de Israel. Habash era también conocido como hakim al-thawra, «el sabio de la revolución», apodo que aludía tanto a su formación profesional (hakim significa médico en árabe levantino) como a su carismático liderazgo.

El FPLP se fundó en 1967 como sección nacional palestina de una de las organizaciones transnacionales árabes más importantes, el Movimiento Nacionalista Árabe (MNA). Durante la década de 1960, el MAN se había acercado a Gamal Abdel Nasser, el presidente egipcio que defendía el nacionalismo y la unificación árabes. Esto supuso también un giro a la izquierda respecto a la perspectiva nacionalista tradicional del MNA, ya que el propio Nasser se inclinaba más decididamente por el concepto de «socialismo árabe».

Tras la aplastante derrota árabe en la guerra de junio de 1967 contra Israel, el panarabismo de Nasser perdió su credibilidad como principal agente de la unificación árabe y la liberación palestina. Esto dejó más espacio a facciones como Fatah, que primero insistieron en que los propios palestinos debían liderar la lucha por la liberación. Habash y sus seguidores comprendieron que había llegado el momento de un cambio paradigmático en el MNA y, en diciembre de ese año, fundaron el FPLP.

Escisiones en el FPLP

Sin embargo, en sus dos primeros años de vida, el FPLP sufrió importantes escisiones. Primero, en 1968, Ahmed Jibril, antiguo oficial del ejército sirio, abandonó la organización poco después de unirse a ella y fundó el FPLP-Comando General. Jibril argumentó que tenía poco interés en los debates ideológicos del FPLP y que estaba más interesado en organizar la resistencia armada.

Posiblemente más dolorosa que la escisión de Jibril fue la decisión del entonces ala izquierda del FPLP de abandonar la organización en 1969 y seguir el liderazgo de Nayef Hawatmeh. Hawatmeh, de nacionalidad jordana, y sus seguidores, reunidos en su mayoría en torno a la revista al-Hourriah, se oponían al liderazgo autoritario de Habash, que consideraban excesivamente inclinado a la derecha.

Sin embargo, es posible que las rivalidades personales tuvieran más importancia que las diferencias ideológicas en la escisión, ya que Hawatmeh estaba resentido por la popularidad y el aura carismática de Habash. Tras asegurarse la protección de Al Fatah de Arafat, en particular para las oficinas de sus compañeros en Líbano, Hawatmeh abandonó el FPLP y fundó el Frente Democrático Popular para la Liberación de Palestina (más tarde rebautizado simplemente Frente Democrático para la Liberación de Palestina, o FDLP). El nombre pretendía resaltar el liderazgo supuestamente antidemocrático de la organización madre.

Habash se quedó ahora con una organización disminuida que, no obstante, seguía gozando de una popularidad significativa y era leal a su secretario general. En 1969, el FPLP publicó su manifiesto político y adoptó el marxismo-leninismo como ideología oficial. Las plataformas ideológica y organizativa del FPLP reflejaban la influencia del marxismo mundial. El maoísmo y la experiencia vietnamita encarnaban claramente algunos modelos clave para Habash y sus camaradas.

A diferencia de Al Fatah, el FPLP (al igual que el FDLP) no solo buscaba la liberación palestina y la creación de un Estado democrático en toda la Palestina obligatoria. Creían en una revolución más amplia que traería el socialismo a toda la región y derrocaría a los «regímenes reaccionarios árabes». En esta perspectiva, tanto la reacción árabe como el sionismo eran vistos como peones locales del imperialismo global, dirigido por Estados Unidos.

A finales de la década de 1960, tanto el FPLP como el FDLP dirigieron su retórica vitriólica contra el Reino Hachemita de Jordania. Este era el Estado donde la OLP tenía su cuartel general y los palestinos tenían más posibilidades de crear un «Hanoi árabe» que apoyara la guerra de guerrillas contra Israel.

A pesar de las diferencias ideológicas con Al Fatah, el FPLP seguía suscribiendo los mismos valores y prácticas compartidos que constituían el núcleo de los estatutos de la OLP. Con ello, el FPLP reconocía la primacía de las ideas que Al Fatah había introducido por primera vez en el movimiento nacional, especialmente el nacionalismo palestino.

El FPLP se mantendría fiel a lo largo de las décadas al marco de la OLP a pesar de su papel de oposición de línea dura. La organización reafirmó constantemente la preeminencia de la dimensión nacional de su lucha sobre la línea socialista y revolucionaria.

De Jordania al Líbano

Los llamamientos a una revolución árabe reflejaban claramente el legado nacionalista árabe del MAN, pero enfrentaron al FPLP y al FDLP con Al Fatah, cuyos dirigentes se esforzaban por mantener el equilibrio de la OLP en Jordania. Durante sus años revolucionarios, hasta aproximadamente 1972, el FPLP se hizo famoso en el mundo por sus «operaciones exteriores», concretamente por los secuestros de aviones que convirtieron la figura de Leila Khaled en un icono revolucionario mundial.

Aunque esta estrategia logró su objetivo de atraer la atención del mundo hacia la lucha palestina, también precipitó un enfrentamiento entre la OLP y los gobernantes hachemitas de Jordania. En septiembre de 1970, el aterrizaje por parte del FPLP de tres aviones secuestrados en Dawson’s Fields, una antigua base aérea británica, fue el detonante de la crisis, ya que el rey Hussein ordenó al ejército que actuara contra las organizaciones armadas palestinas. Tras lo que se conoció como «Septiembre Negro», los enfrentamientos continuaron en 1971, y la OLP se vio finalmente obligada a trasladar su cuartel general a Beirut.

Una vez en Líbano, toda la OLP entró en una nueva fase política, en la que la revolución y la lucha armada convivían con la diplomacia y el desarrollo institucional. En 1974, la OLP había adoptado este enfoque como su línea oficial, al declarar la organización su disposición a establecer una «autoridad nacional palestina combatiente sobre cualquier parte de la tierra liberada», presagiando la aceptación explícita de una solución de dos Estados. De hecho, el FPLP fue la primera facción palestina en proponer un cambio político de este tipo, que Al Fatah no tardó en respaldar.

El FPLP quedó atrapado en medio y rechazó la nueva línea, por considerarla una «desviación» de los estatutos de la OLP. La organización de Habash se enfrentó a un importante dilema, debatiéndose entre su lealtad al marco de la OLP y su adhesión al papel de oposición radical.

Gran parte del apoyo popular del FPLP se basaba en su postura intransigente respecto a la liberación palestina y en su capacidad para desempeñar su papel revolucionario. En Jordania, el FPLP había tenido una oportunidad real de poner en marcha una transformación revolucionaria, mientras que en Líbano, el equilibrio entre sus dos principales objetivos políticos era más difícil de alcanzar.

Sin embargo, el contexto libanés seguía ofreciendo algunas oportunidades revolucionarias a la izquierda palestina. El Movimiento Nacional Libanés local, dirigido por Kamal Jumblatt, pretendía superar el sistema confesional tradicional sobre el que descansaba el poder estatal y vio en la presencia armada palestina un socio potencial. Mientras Fatah intentaba evitar verse arrastrado a los enfrentamientos internos libaneses, el FPLP y el FDLP vieron en la iniciativa de Jumblatt otra oportunidad de llevar la revolución a un Estado árabe.

Cuando estalló la guerra civil en 1975, estaba claro que la OLP no podía permanecer ajena al conflicto. Después de todo, un tiroteo dirigido contra combatientes palestinos acabó considerándose el primer episodio de la guerra. Las milicias libanesas controladas por facciones conservadoras, en particular los maronitas cristianos, temían la amenaza política y demográfica que la OLP suponía para el statu quo.

Las organizaciones palestinas se implicaron mucho en la guerra, ya que su principal objetivo era proteger el santuario que habían construido en el país. En la segunda mitad de la década de 1970, la solidaridad con sus compatriotas palestinos ayudó al FPLP a salvar sus distancias con el resto del movimiento nacional. La transformación revolucionaria dejó paso como objetivo a la supervivencia nacional.

La segunda invasión israelí de Líbano en 1982, después de que la primera ya hubiera ocupado una parte del sur de Líbano en 1978, marcó un antes y un después en la historia de toda la OLP y de la izquierda palestina en concreto. Tras un asedio que duró todo el verano, la OLP se vio obligada a abandonar su base de Beirut y trasladarse a la lejana Túnez. Mientras tanto, el FPLP y el FDLP trasladaron sus sedes a Damasco, donde los ojos amenazantes del régimen de Hafez al-Assad impusieron un entorno mucho más restrictivo a la izquierda palestina.

La Primera Intifada

Después de 1982, los grupos de izquierda parecían haberse quedado sin margen para la iniciativa revolucionaria. La lucha armada, tal y como se había practicado hasta entonces, había logrado el reconocimiento internacional del movimiento nacional más amplio, pero no había conseguido ni la liberación ni la revolución en el mundo árabe. Al Fatah y la dirección de la OLP lo apostaron todo a la diplomacia y trataron de obtener el reconocimiento de Estados Unidos como paso previo fundamental para entablar negociaciones directas con Israel.

Por su parte, el FPLP no podía aceptar este nuevo giro hacia la diplomacia, pero fue incapaz de proponer una visión alternativa. Además, George Habash no pudo ejercer su fuerte liderazgo de la forma en que lo había hecho antes tras sufrir un derrame cerebral en 1980 que debilitó considerablemente su capacidad de trabajo.

El estallido de la Primera Intifada en 1987 representó una oportunidad de oro para encontrar una salida al estancamiento político que había estado restringiendo la capacidad de iniciativa palestina. El amplio levantamiento civil en los territorios ocupados desplazó el equilibrio de la OLP de la diáspora a la patria. Para los dirigentes de la OLP, fue una ocasión de encontrar más influencia para sus esfuerzos diplomáticos. Para el FPLP y la Izquierda, en cambio, fue una oportunidad de acortar distancias con Al Fatah y renovar sus credenciales revolucionarias.

Sin embargo, la Primera Intifada también vio nacer a la primera organización palestina fuera del marco de la OLP que obtuvo un amplio apoyo popular. Hamás, el Movimiento de Resistencia Islámica, se creó poco después del estallido de las revueltas y se presentó rápidamente como la nueva opción radical palestina. Esto no solo amenazó el estatus de la OLP, sino que también puso en peligro el papel de la izquierda palestina, en particular del FPLP, que aún se posicionaba como la oposición de línea dura a las desviaciones de Fatah.

A principios de la década de 1990 surgieron otros factores destacados que colocaron a toda la izquierda, y en particular al FPLP, en una situación crítica. El colapso de la Unión Soviética en 1991 minó la credibilidad de los partidos marxistas a nivel mundial. A nivel local, este acontecimiento no provocó grandes transformaciones en la perspectiva ideológica y organizativa de las organizaciones de izquierda. Solo el Partido Comunista Palestino se rebautizó como Partido Popular Palestino y adoptó un perfil socialdemócrata.

El FPLP se mostró especialmente inactivo ante este importante desafío global, así como ante el cambio de situación que la Intifada había supuesto para las facciones palestinas. En su quinto congreso nacional de 1993, el FPLP no actualizó su visión de la transformación socialista y reafirmó su adhesión a la declaración ideológica de 1969. Al mismo tiempo, la dirección tradicional no permitió que los nuevos líderes de Palestina que habían surgido durante la Intifada obtuvieran una representación adecuada en la organización.

Después de Oslo

A finales del verano de ese año, la dirección de la OLP y el gobierno israelí declararon la consecución de un marco para un proceso de paz, parte de los llamados Acuerdos de Oslo. Este giro de los acontecimientos cogió desprevenida a la izquierda palestina. El FPLP y el FDLP, junto con Hamás, rechazaron el acuerdo secreto que se había alcanzado en la capital noruega, aunque un pequeño grupo del FDLP abandonó la organización y fundó la Unión Democrática Palestina (FIDA) para prestar su apoyo a la iniciativa de Arafat.

A medida que avanzaba el ostensible proceso de paz israelí-palestino y se establecía la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el FPLP y el FDLP se esforzaron por crear una coalición de oposición a ella con Hamás y otras facciones de rechazo. Esta iniciativa resultó efímera, ya que izquierdistas e islamistas encontraron pocos puntos en común y no pudieron superar la desconfianza mutua. En la década de 1990, tanto el FPLP como el FDLP fueron aceptando poco a poco la nueva realidad. Aunque mantuvieron oficialmente su rechazo al marco de Oslo, buscaron pragmáticamente la forma de influir en la nueva realidad.

A los miembros del partido se les permitió incorporarse a los rangos inferiores de la burocracia de la ANP, mientras que los altos dirigentes consideraron la posibilidad de regresar a Palestina en el contexto del proceso de paz. En 1999, por ejemplo, se permitió a Abu Ali Mustafa, vicesecretario general del FPLP, regresar a Cisjordania para organizar la resistencia en los territorios ocupados, tal y como sostenían las declaraciones oficiales.

Al mismo tiempo, sin embargo, muchos activistas de izquierda abandonaron su facción para unirse al sector de las organizaciones no gubernamentales (ONG), que proliferaba como un hongo. La izquierda veía en la sociedad civil el nuevo baluarte de la resistencia contra la ocupación y el creciente autoritarismo de la ANP. Sin embargo, la dependencia de la financiación occidental y las condiciones que conllevaba privaron a las ONG de gran parte de su potencial progresista. En el marco de la labor de las ONG, el activismo social se profesionalizó y cobró protagonismo un enfoque monotemático.

En marcado contraste, Hamás amplió su base social durante este periodo a través de una gran red de organizaciones populares que no dependían de la financiación externa y que, por tanto, eran capaces de movilizar el apoyo popular a la línea y la ética del partido. Las facciones de izquierda habían ido perdiendo afiliados y su oposición parecía desdentada, ya que tanto el FPLP como el FDLP prácticamente se habían reconciliado con Al Fatah y aceptado el marco de Oslo.

La Segunda Intifada, que estalló en septiembre de 2000, selló la marginación de la izquierda palestina. En el contexto de un levantamiento militarizado, las ramas armadas del FPLP y del FDLP no pudieron igualar la fuerza de las Brigadas Al-Qassam de Hamás o de los Mártires de Al-Aqsa de Fatah.

En 2000, Habash dimitió de su cargo y Abu Ali Mustafa se convirtió en secretario general del FPLP, subrayando la importancia que el FPLP atribuía a la reorganización de la resistencia en los territorios ocupados. Sin embargo, un ataque aéreo israelí contra su oficina en Al-Bireh asesinó al nuevo líder del FPLP en agosto de 2001.

Mientras la Intifada hacía estragos, el FPLP eligió a Ahmad Sa’adat, dirigente de la rama cisjordana del FPLP, como nuevo secretario general. Sin embargo, poco después Sa’adat también se vería incapacitado para desempeñar su papel dirigente. Primero, la ANP lo detuvo en 2002 por su participación en el asesinato del ministro israelí Rehavam Ze’evi como venganza por la muerte de Mustafa. Posteriormente, el ejército israelí se llevó a Sa’adat de la cárcel de la ANP a una de sus propias prisiones, donde permanece hasta hoy.

La izquierda palestina hoy

La Segunda Intifada llegaría a su fin en 2005, dejando a la dirección del FPLP en mal estado. En cuanto al FDLP, un envejecido Hawatmeh siguió ocupando el cargo de secretario general, pero tenía su base en Damasco, lejos de los territorios. En los agitados años que siguieron a la Segunda Intifada y a la muerte de Arafat en 2004, la izquierda palestina parecía apretujada entre la oposición en ascenso de Hamás y un fragmentado Al Fatah que, no obstante, seguía encarnando el partido gobernante de la ANP.

La escasa participación de las facciones de izquierda en las elecciones de 2006 al Consejo Legislativo Palestino, el parlamento de la ANP, puso de manifiesto su incapacidad para desempeñar un papel significativo en la creciente polarización de la política palestina. El FPLP obtuvo tres escaños de un total de 132, con poco más del 4% de los votos. El FDLP presentó una lista conjunta con el Partido Popular y FIDA que se autodenominó Alternativa; obtuvo dos escaños con algo menos del 3%. La Iniciativa Nacional Palestina de Mustafa Barghouti, antiguo dirigente del Partido Popular que se enfrentó a Mahmoud Abbas en las elecciones presidenciales de 2005, obtuvo también dos escaños.

Hamás fue el vencedor absoluto, y su rivalidad con Al Fatah acabó desembocando en un conflicto total entre ambos grupos. Mientras esto ocurría, la izquierda palestina intentó desempeñar un papel mediador, pero fue incapaz de influir en el curso de los acontecimientos. Toda la izquierda condenó la toma de Gaza por Hamás en 2007, al tiempo que reconocía la responsabilidad de Al Fatah en la escalada de la crisis.

En los años siguientes, las facciones de la izquierda palestina siguieron centrándose en los esfuerzos de reconciliación. Su número de miembros siguió disminuyendo junto con su impacto en la sociedad palestina.  Por ejemplo, los grupos de estudiantes de izquierdas afiliados a los principales partidos no obtuvieron buenos resultados en las elecciones universitarias.

Algunas figuras destacadas de la política palestina siguieron surgiendo de las filas de la izquierda, como Khalida Jarrar, del FPLP. Sin embargo, en un contexto de empeoramiento de las condiciones económicas en los territorios ocupados y de creciente autoritarismo por parte de las dos administraciones palestinas en Gaza y Cisjordania bajo el peso de una aplastante ocupación, las facciones de izquierda han sido incapaces de proponer una visión alternativa para la liberación y movilizar el apoyo popular en consecuencia.

La renovación ideológica y organizativa sigue eludiendo a los principales grupos. Por ejemplo, el FPLP ha seguido reeligiendo a Sa’adat como secretario general en su celda de la prisión, subrayando su incapacidad para encontrar un nuevo líder que pudiera supervisar los asuntos del partido desde fuera de la cárcel.

En términos más generales, la incapacidad de la izquierda para renovar su visión de la liberación palestina sigue siendo un problema central. Los partidos de izquierda, al igual que las demás organizaciones palestinas, siguen atados a los puntos de vista tradicionales que surgieron durante la década de 1960. No han logrado elaborar una alternativa que pueda apartarse de los paradigmas históricos del nacionalismo palestino y centrarse de forma más precisa en las contradicciones centrales de la cuestión de Palestina y del movimiento nacional palestino.

¿Cómo reconstruir una plataforma institucional que pueda proporcionar una representación política legítima y global al pueblo palestino? ¿Cómo elaborar una visión de la autodeterminación desvinculada de una imposible solución de dos Estados? ¿Cómo proporcionar un análisis y una respuesta política a las relaciones coloniales de poder existentes no solo en los territorios ocupados sino en todo Israel/Palestina? ¿Cómo devolver la representación política y la participación a los refugiados palestinos en el exilio?

Mientras continúe la brutal guerra israelí en Gaza sin final a la vista, reflexionar sobre estas cuestiones podría parecer irrelevante. Sin embargo, desde una perspectiva de más largo plazo, la ausencia de una plataforma política palestina viable es una pieza vital que falta en la lucha por lograr la igualdad y la autodeterminación de los palestinos.

La izquierda palestina en toda su diversidad podría recurrir a su legado histórico e intelectual dentro del movimiento nacional para aportar nuevas perspectivas sobre los principales problemas de la cuestión palestina. Sin embargo, las organizaciones tradicionales parecen haber agotado la mayor parte de su credibilidad política y muestran poco interés en una renovación significativa. La cuestión pendiente sigue siendo si las ideas y prácticas de izquierda pueden encontrar un vehículo eficaz en los marcos existentes o tendrán que buscar nuevos canales.

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