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Vista aérea del Distrito 22@ de Barcelona.

Barcelona, ¿una ciudad innovadora?

Hace dos décadas, Barcelona fue la primera ciudad del mundo en concebir algo parecido a un distrito de innovación, así como la primera ciudad en intentar ponerlo en marcha. El resultado ha supuesto una inspiración para muchos proyectos similares en todo el mundo.

El artículo que sigue es la introducción del libro 22@Barcelona. Una transformación en marcha, de Greig Charnock, Jose Mansilla y Ramon Ribera Fumaz

Atlanta. Berlín. Bilbao. Boston. Brooklyn. Búfalo. Cambridge. Chicago. Cleveland. Detroit. Eindhoven. Estocolmo. Houston. Londres. Madrid. Medellín. Montreal. Palma de Mallorca. Pittsburgh. Filadelfia. Portland. Providence. San Diego. San Francisco. Seattle. Seúl. Sídney. Singapur. Saint Louis. Toronto. Valencia. ¿Qué es lo que todas estas ciudades tienen en común? El hecho de ser el emplazamiento de «distritos de innovación» emergentes: nuevos distritos donde «empresas innovadoras y talentosos trabajadores escogen juntarse y agruparse, enclaves con abundantes servicios en el corazón de las ciudades» (Katz and Wagner, 2014: 1).

Hace dos décadas, Barcelona fue la primera ciudad del mundo en concebir algo parecido a un distrito de innovación, así como la primera ciudad en intentar ponerlo en marcha. Mediante audaces cambios estratégicos en la regulación de la planificación urbana, a través de inversiones en infraestructuras públicas, relocalizaciones de universidades y departamentos de investigación y, fundamentalmente, mediante incentivos y concesiones para nuevos desarrollos comerciales de promociones inmobiliarias en la zona de Poblenou y el resto del Distrito Sant Martí, la ciudad pretendió experimentar una profunda transformación en su estructura económica y social.

El resultado —el Distrito de Innovación 22@— ha supuesto una inspiración para muchos proyectos de similares características en todo el mundo. Como Bruce Katz (2022, énfasis personal), experto en distritos de innovación, señaló en una presentación que llevó a cabo en Barcelona marzo de 2022:

Desde los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ha sido un líder global en cómo reposicionar las ciudades para una nueva era. Vosotros inventasteis el «distrito de innovación». Fomentasteis el movimiento Smart City. Tuvisteis muy buenas cartas —una ciudad histórica del Mediterráneo— y la habéis jugado perfectamente.

¿Qué pueden otras ciudades, y la gente que vive su cotidianeidad en ellas, aprender sobre el «Modelo» de distrito de innovación de Barcelona? Tras una concienzuda aproximación, ¿encontrarán en el Distrito 22@ todo lo que un distrito de innovación se supone que tiene que representar: «la creación y comercialización de nuevas ideas y el impulso (para la economía metropolitana) para la creación de nuevos puestos de trabajo con mejores características económicas»? ¿Encontrarán en el 22@ un distrito que «construye y revaloriza las características propias de las ciudades: proximidad, densidad, autenticidad y lugares vibrantes», de forma que, de manera importante, «su desarrollo pueda ser una herramienta que ayude a conectar poblaciones marginalizadas con oportunidades de empleo y educación»? (Brooking, n.d.).

Este libro representa un esfuerzo colectivo, realizado por investigadoras e investigadores que conocen bien el Distrito de Innovación 22@Barcelona, por arrojar luz a estas cuestiones, así como sobre el «Modelo» real puesto en marcha por la ciudad durante las últimas dos décadas, pero también aquel sobre el que se sustenta y proyecta globalmente desde los años 80 del pasado siglo, el Modelo Barcelona.

El Modelo Barcelona

En castellano, un modelo es un arquetipo, un elemento de referencia que nace con voluntad de ser copiado, reproducido. En este sentido, Barcelona se ha presentado ante el mundo, durante décadas, como una ciudad-modelo. Son numerosos los ejemplos (Guayaquil, Bogotá, Nápoles, etc.) que han querido seguir los pasos de la capital catalana en lo referente a su gobernanza, urbanismo y políticas públicas.

Entre las características de este Modelo Barcelona encontraríamos el papel básico de los espacios públicos en la generación de identidad e integración social; la iniciativa y el liderazgo desarrollados por las instituciones públicas, esto es, el Ajuntament de la ciudad; la conformidad con los planes urbanísticos anteriores, dotando de coherencia y credibilidad a las intervenciones; la renovación del centro histórico evitando procesos de desplazamiento y gentrificación; la adecuación de áreas periféricas mediante la restauración de espacios y la dotación de símbolos y valores de carácter cultural; la participación e inclusión de amplios sectores sociales; el rol dinámico desarrollado por las otras poblaciones del área metropolitana; el posicionamiento de Barcelona en el contexto de las grandes ciudades a nivel global; la existencia de una continuación de las nuevas áreas con las antiguas evitando la especialización funcional y, para finalizar, la integración de las pequeñas intervenciones urbanísticas junto a las excepcionales bajo un proyecto de ciudad (García-Ramón y Albet, 2000).

Sin embargo, el Modelo hace tiempo que no es fiel a sí mismo. Específicamente, año arriba, año abajo, unos 22 años. Sí, porque este conjunto de dinámicas que nacieron en Barcelona en torno a finales de los 70 y comienzos de los 80 del pasado siglo tienen un punto de inflexión con la llegada del nuevo milenio: los desarrollos urbanísticos de Diagonal Mar y la Zona Fòrum y, en relación con el libro que nos traemos entre manos, la Modificación del Plan General Metropolitano (MPGM) que conllevó el nacimiento del Distrito 22@, donde la especialización funcional se hizo más que presente, el papel del sector privado preponderante, la prevalencia de las intervenciones urbanísticas de carácter excepcional sobresaliente y todo ello, eso sí, con vistas a posicionar la ciudad en el contexto de la competición por la atracción de capitales, talento y turistas de las grandes urbes a nivel internacional.

Aunque el tema será tratado con más detalle en alguno de los capítulos que se presenta a continuación, sin duda este es el lugar para hacer una breve presentación de lo que es el Plan 22@ para todo lector o lectora ajeno a la concreta realidad de esta zona de Barcelona. La puesta en marcha del Plan 22@ constituyó, en su momento, la transformación más importante de la ciudad, llegando a afectar a casi 116 hectáreas de suelo industrial, equivalente a casi 120 manzanas del Eixample.

El nombre 22@, trasladado al territorio como Distrito 22@, provenía de la recalificación de antiguos suelos calificados como industriales en el original Plan General Metropolitano (PGM) de 1976, los cuales recibían la etiqueta catastral 22a. Las características del Plan pretendían que éste fuera flexible ya que, como él mismo reconocía, la complejidad de las transformaciones, así como las operaciones que pretendía impulsar el Ajuntament de Barcelona, junto a aquellas desarrolladas por la iniciativa privada, así lo exigían.

Tal y como recogía su introducción, la finalidad del Plan era enfrentarse al reto de la nueva economía proponiendo al Poblenou como «la principal plataforma económica y tecnológica de Barcelona, Cataluña y España, en la perspectiva del Siglo XXI» (Ajuntament de Barcelona, 2000: 14). La idea era facilitar, mediante la normativa urbanística, una cierta recuperación industrial basada en las nuevas tecnologías y la economía del conocimiento.

La disposición de toda esta superficie de suelo para la atracción de inversiones, nacionales e internacionales, en el marco de la flexibilización de las leyes del suelo en España, así como las políticas de convergencia realizadas para la entrada en el euro, que fue puesto en marcha en 1999 aunque hubo que esperar hasta 2002 para ver las primeras monedas y billetes, conllevaron una gran movilización de capitales, a nivel europeo pero también a nivel internacional, que condujeron, en el caso español, a una fiebre constructora y, finalmente, al estallido de la burbuja creada en lo que se vino en denominar Crisis del Ladrillo.

Esta competencia por la atracción de capitales nos lleva a otra de las acepciones, en castellano, del significante modelo, el de aquella persona cuya función principal, a modo de profesión, es la de exhibir diseños. Para el caso que nos ocupa, el Modelo Barcelona, adecuadamente expuesto y presentado a nivel global, funcionó como elemento atractor de unas inversiones que, aunque en un primer momento se pensó que pondrían en marcha una nueva economía vinculada a las nuevas tecnologías, posteriormente se vio que derivaron en dinámicas especulativas y la generación de un tejido productivo más cercano al sector servicios y al turismo. Entre otras cosas, el presente libro persigue, precisamente, describir las múltiples dimensiones de esta transformación desde disciplinas que van desde la economía, la sociología, el urbanismo, la antropología o la geografía.

La transformación del «Manchester Catalán»

Previamente a la aprobación y posterior transformación de la normativa que impulsó el Distrito 22@, esta histórica área del barrio suponía un conjunto de manzanas urbanas encajadas entre la Vila Olímpica y los centros consolidados del Poblenou, con eje en su Rambla, y la zona del Distrito Sant Martí más cercana al Besòs y la Rambla de Prim. Se trataba de un territorio poblado de antiguas fábricas, algunas con más de cien años de historia y que hoy pertenecen en gran parte al Patrimonio Industrial Catalogado de Catalunya (PICC), en funcionamiento o abandonadas, y pequeños talleres industriales y artesanales (carpinterías, metalisterías, cerrajerías artísticas, etc.) que convivían junto a centros logísticos de tamaño pequeño-medio y algunos núcleos de vivienda (de hecho, la actual calle Pere IV fue antiguamente la Carretera de Mataró, por donde circulaban los vehículos que querían salir de Barcelona en dirección a la comarca del Maresme). Hoy en día, algunos de estos elementos siguen presentes.

El último Henri Lefebvre (1901-1991), el crítico francés del urbanismo y los «modelos» urbanos, consideró a los planificadores urbanos como ideológicos, precisamente porque aspiraban, consciente o naífmente, a «controlar el proceso de urbanización y de práctica urbana y someterlo a sus propias órdenes» (2003: 151). Sean cuales sean las áreas de la ciudad sometidas a un proceso de transformación, el resultado, para Lefebvre, siempre será algo que no tiene relación con un plan o una idea preconcebida.

Gran parte de este libro dará fe, precisamente, de este hecho en torno al distrito de innovación 22@. Así, varios autores pondrán de relieve importantes elementos contradictorios en la construcción del distrito, entre los que se incluyen los efectos de lo que el geógrafo británico David Harvey denomina los procesos moleculares de acumulación del capital o, tal como la evolución del Distrito 22@ ha evidenciado durante sus dos décadas de funcionamiento, las modificaciones generadas por flujos y rondas de inversión y desinversión de capital, el comportamiento azaroso de los actores financieros y los rentistas, y la lucha de clases entre empresarios, políticos y residentes, viejos y nuevos, sobre el derecho a determinar la transformación de esta parte de la ciudad, así como de Barcelona a nivel general.

 

Referencias bibliográficas

Ajuntament de Barcelona (2000), Modificació del PGM per la renovació de les zones industrials del Poblenou – Distrito d’Activitats 22@BCN –. Barcelona, Ajuntament de Barcelona, Barcelona. Consultado en <http://www3.amb.cat/normaurb2004/Docs/Normes_mod/NUM-Barcelona-5.pdf> (07/11/2022)

Brookings Insititution (n.d.), “Innovation Districts”. Washington, Brookings. Consultado en <https://www.brookings.edu/innovation-districts/> (07/11/2022)

García-Ramón, María Dolores y Albet, Abel (2000), “Pre-olympic and postolympic

Barcelona, a ‘model’ for urban regeneration today?”. Environment and Planning A, vol. 32, pp. 1331-1334.

Katz, Bruce (2022), “Mastering the New Disorder: City Economies in the Next Decade”, The New Localism, 31 de marzo. Consultado en <https://www.thenewlocalism.com/media/mastering-the-new-disorder-city-economies-in-the-next-decade/> (07/11/2022)

Lefebvre, Henri (2003), Key writings. Londres, Continuum.

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