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Michael K. Williams, actor que dio vida a Omar Little en The Wire, falleció el pasado 6 de septiembre a la edad de 54 años.

Michael K. Williams tenía futuro como militante de izquierda

Michael K. Williams era uno de los actores con más talento de Estados Unidos. Cuando falleció, estaba en pleno proceso de politización, pronunciándose sobre una serie de temas desde la reforma policial hasta la lucha contra la pobreza.

Cuando la gente piensa en Michael K. Williams, casi inmediatamente visualiza a Omar Little. El personaje —el Robin Hood del sur de Baltimore, abiertamente gay y con una escopeta— es uno de los más emblemáticos de la historia de la televisión. Hasta cierto expresidente acordó con que Omar es el GOAT (mejor de todos los tiempos).

Sin embargo, después de leer tantos artículos y entrevistas tras la triste noticia de la prematura muerte de Williams el fin de semana, también está claro que se nos ha ido un hombre cuyo viraje hacia una política izquierdista estaba apenas comenzando.

El actor detrás de Omar Little era una persona compleja y en constante evolución, que solía hablar abiertamente de sus propias cicatrices de la vida (más allá de aquella que marcaba su rostro). Williams, de 54 años, admitió abiertamente que había sido algo lento para politizarse. En una entrevista con el podcast Useful Idiots de Rolling Stone el año pasado, el actor confesó que lamentaba haberse dormido políticamente durante los años de Obama (para ser justos, sería terriblemente difícil odiar a tu mayor fan), pero que recientemente había despertado.

Pero Williams no siguió el camino típico de los liberales de Hollywood; no anunció su nueva condición de políticamente correcto ilustrado, y no salió a hacer campaña a favor de la máquina demócrata, sus vagas causas progresistas o de las ONG. «No soy un político», dijo Williams en una entrevista a principios de este año; «Soy un neoyorquino nato, y soy un hombre adulto, carajo. Disculpen mi lenguaje, pero es hora de hacer que mi voz y mi plataforma sirvan para algo».

La formación política de Williams remonta en parte de su propia experiencia como joven en los barrios populares superpoblados de East Flatbush, Brooklyn. Pero prosperó a partir de convertirse en una astuto observador de la pobreza interracial y de las comunidades con pocos recursos en todas partes:

Viajo mucho por el país, y voy a estos lugares rurales, y hay una cosa que he notado: ¡hay un The Wire en cada ciudad de cada estado del maldito país! ¿Hablas de Rhode Island? He visto la pobreza en Rhode Island; he visto la pobreza en Boston; he visto la pobreza en Pittsburgh; he visto la pobreza en Harrisburg; ¿entiendes? Es la misma mierda en todo el maldito país. 

O tomemos su incisiva respuesta a una pregunta de Time sobre su papel en The Night Of de HBO y el impacto que tendría la serie en «la conversación sobre la raza». Williams se negó a dar una respuesta enlatada:

Desde mi punto de vista, la serie tiene muy poco que ver con la raza, y todo que ver con la clase. Me he dado cuenta de que eso de la raza es en realidad una cortina de humo. La verdadera batalla es la de clases (…) Se trata de cuánto dinero tienes en el bolsillo. En este país, desgraciadamente, puedes salirte con la tuya siempre y cuando tengas suficiente apoyo político. Eres inocente hasta que se demuestre tu pobreza.

También denunció a los liberales bien pensantes cuyos gestos vacíos no apuntan a hacer ninguna diferencia material real para los pobres. Eso fue evidente en un discurso que pronunció en Harvard. En una entrevista con Hollywood Reporter de 2011, Williams recordó cómo de todas las personas que respondieron que sí que habían visto y que amaban The Wire, ninguno había salido de Harvard para dar clases a algún chico del barrio de Boston.

Están todos aquí, en Harvard, recibiendo la mejor educación del puto mundo (…) Las calles de Boston son de las peores de este maldito país. Porque no toman a un niño —no importa el color—, pero agarran a ese niño y le enseñan algo de esta mierda que ustedes aprenden aquí.

Williams cuestionaba que el énfasis politico cayera más sobre la representación y los símbolos y menos sobre la redistribución de los recursos. Por ejemplo, cuestionó la utilidad de limitarse a declarar que «las vidas negras importan» sin luchar por políticas que mejoren la vida de los negros: «Para cualquiera que diga que las vidas de los negros importan, la forma de demostrarlo es dando a los negros los recursos para que podamos hacer cosas por nosotros mismos».

¿Qué recursos exactamente? Esbozó algunos ejemplos en un tuit dirigido al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, en abril. En un momento en que la violencia con armas de fuego estaba aumentando en Nueva York, Williams dijo a de Blasio que el encarcelamiento era una mala estrategia de prevención de la violencia con armas de fuego:

Abordar el daño histórico y generacional, abrir las escuelas, invertir en programas artísticos, garantizar el acceso a la salud mental y a la atención sanitaria básica, acabar con el apartheid alimentario, la vivienda asequible y aumentar el sistema de gestión de crisis es una estrategia de prevención de la violencia.

El hecho de que dirigiera su mensaje a de Blasio reflejaba su enfoque en los problemas locales y en los políticos de su ciudad natal, Nueva York (especialmente en su Brooklyn natal). Por ejemplo, asistió a una reunión del Consejo Municipal de Nueva York el pasado mes de junio para declarar que una parte sustancial de los fondos de la Policía debería reasignarse a los servicios sociales.

Luego, en febrero, apoyó al poco conocido miembro de la asamblea estatal de Nueva York, Dan Quart, en las concurridas primarias demócratas para la carrera por la fiscalía del distrito de Manhattan. Fue convencido por las promesas de reforma de la justicia penal de Quart. «Nos merecemos un sistema de justicia que vea a las personas, no solo a los delincuentes. Y necesitamos líderes que vean la diferencia», dijo Williams en un vídeo de promoción de la campaña. 

También creía que los líderes políticos debían dirigirse directamente a las comunidades más afectadas por el sistema de justicia penal de la ciudad. En junio, Williams ayudó a una organización comunitaria llamada Crew Count a establecer un inusual foro de candidatos a la alcaldía durante las primarias.

Siete de los candidatos a la alcaldía de la ciudad acudieron a responder a las preguntas de Williams y de los voluntarios de Crew Count sobre la actuación policial y la violencia con armas de fuego en las calles de Brownsville, el barrio más violento de la ciudad de Nueva York. En un vídeo publicado en Internet, Williams se enfrentó al expolicía reconvertido en candidato a la alcaldía, Eric Adams, por el hecho de que su retórica sobre la justicia penal se parecía demasiado a la de los conservadores de la mano dura del pasado.

Ese vídeo solo recibió 4700 visitas, una pequeña fracción de los millones de personas que lo vieron interpretar a Omar Little en la serie de televisión que algunos críticos alaban como la mejor de todos los tiempos. Sin embargo, ahí estaba Williams, no como una estrella de la televisión, sino como un tipo normal que, en última instancia, quería cumplir un deber cívico con su propia comunidad.

Quiero que la gente me recuerde como un tipo buena onda, ¿sabes? Alguien a quien le importaban las cosas. Yo nunca querría que nadie dijera «se ha olvidado de dónde viene». Eso es lo que más me dolería.

Que se sepa: Michael K Williams murió como un tipo buena onda cuya política demostró que nunca olvidó de dónde venía.

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Publicado en Arte, Artículos, Cultura, Estados Unidos, homeIzq and Sociedad

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