Los ultrarricos solo tienen una preocupación: escapar al desastre ambiental y social que su propia sed de riquezas generó. Su visión del futuro de la tecnología está puesta en función casi exclusiva de ese objetivo.
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Mucho antes de Bretton Woods, las poderosas naciones capitalistas perfeccionaron el arte de explotar a otros países sin colonizarlos formalmente. Lo hicieron a través de una economía internacional amañada, gobernada por instituciones como el Banco Mundial y el FMI.
Las investigaciones muestran repetidamente que la expansión de la desigualdad está íntimamente ligada a la destrucción del planeta. No podemos salvar el mundo sin enfrentarnos a los ricos.
Hay que tener una visión increíblemente sombría de la agencia y la naturaleza humanas para creer que en el futuro seguiremos viviendo como lo hacemos hoy.

La sociedad capitalista necesita la naturaleza, pero la destruye; depende del trabajo de cuidado de las personas, pero lo precariza; exige políticas públicas, pero las desarticula. Este es un sistema caníbal, y para evitar que siga propagando autodestrucción solo queda una alternativa: derribarlo.
Las dinámicas de distribución del ingreso y de la desigualdad están cambiando para peor. El economista Branko Milanovíc conversó con Jacobin sobre nuestro malestar y sobre por qué volver a la «época dorada» del capitalismo no es una opción.
La derecha defiende el capitalismo como un sistema requerido por la naturaleza humana. Pero el mercado surgió de unas condiciones históricas específicas, no es algo intrínseco a nuestra especie.
Sin una profunda y explícita articulación con la clase, las agendas identitarias o antirracistas terminan transformando un problema social en una etiqueta más de consumo.
En México el agua ha dejado de ser un recurso público para convertirse en una mercancía. Esto significa que las empresas pueden consumir agua en grandes cantidades mientras la gente carece de acceso al agua potable.

Los niños ricos son mucho más proclives a tener una formación artística. Y eso es porque el capitalismo no nos brinda a todos la misma libertad de desplegar nuestro potencial creativo.