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Hernando de Soto, candidato presidencial por el partido Avanza País. Foto: ANDINA/archivo.

De Soto: la última línea de defensa del neoliberalismo peruano

El economista peruano Hernando de Soto fue uno de los principales apóstoles del populismo neoliberal en América Latina en la década de 1990. Ahora, como candidato presidencial en Perú, vuelve a defender un sistema decrépito e ilegítimo.

Si las recientes encuestas están en lo cierto, el ideólogo neoliberal Hernando de Soto está colocado en una posición expectante de cara al balotaje de las elecciones peruanas. Si bien no es un personaje ajeno a los pasillos del poder peruano, su rol siempre fue más el de consejero y nunca candidato.

 En el Perú, su figura se asocia con la de un académico, que luego de investigar profundamente el fenómeno de la informalidad “descubrió” las causas del subdesarrollo del Perú y propuso un conjunto de recetas neoliberales para superarlo. Sin embargo, su importancia no está ahí. Su contribución más importante ha sido la de ideólogo de dos generaciones de miembros de las élites empresariales, políticas y del periodismo. Hernando de Soto recogió varios de los principales postulados del neoliberalismo y los adaptó “exitosamente” al escenario peruano.

Otro sendero

Su primer libro, El otro sendero, se plantea desde el título como un doble guiño: el primero, a otro libro clave del neoliberalismo, Camino a la servidumbre de Friederich Von Hayek; el otro hacia Sendero Luminoso, la organización maoísta que en 1980 decidió iniciar un conflicto armado como vía para alcanzar el poder. Al mismo tiempo, De Soto se sitúa en el proyecto global neoliberal y en la realidad más inmediata del Perú.

 Educado en la Universidad de Estudios Internacionales de Génova, temprano reducto del pensamiento neoliberal e institución clave en las primeras, a su regreso al Perú a fines de la década de los 70 se involucró en la organización de una red de circulación de estas ideas. En 1979, De Soto organizó de la mano del Instituto de Economía de Mercado (vinculado al Partido Popular Cristiano) y la Fundación Konrad Adenauer el seminario “Democracia y Economía de Mercado”. Este encuentro congregó a algunos de los personajes centrales de la Sociedad Mont Pelerin, entre ellos su fundador, Friederich Von Hayek.

A través de Hayek, De Soto establecería contacto con una figura determinante para la posterior fundación del Instituto Libertad y Democracia (ILD), Anthony Fisher. Este empresario había respaldado desde sus inicios la aventura intelectual de Von Hayek, no sólo con recursos para la SMP, sino también creando una red de think tanks encargados de difundir las ideas del neoliberalismo. Uno de estos fue la Fundación Atlas que –como anota en sus memorias uno de sus ex presidentes– no solo proveyó parte de los recursos económicos para la creación del ILD sino que dio una gran cantidad de recomendaciones para su formación, desde sus objetivos y sus estatutos hasta sus planes a futuro.

 El otro sendero se presentó a la opinión pública como una investigación académica, que a través del estudio de la realidad peruana había descubierto los profundos mecanismos que lastraban el desarrollo capitalista peruano. La causa primera, De Soto sostuvo, estaba situada en el mundo del derecho. Un derecho deficiente que desincentiva a las fuerzas del mercado y los emprendedores que buscan construir sus negocios en los campos más diversos.  Los permisos exigidos por el Estado no sólo desaniman a estos empresarios y los empuja a la informalidad; sino que fomenta la formación de coaliciones distributivas que capturan las rentas que dichas barreras legales establecen.

En un artículo de 1988, Alberto Flores Galindo, uno de los intelectuales de izquierda más importantes de la generación del 68, señalaba que, si bien se presentaba como una “obra científica”, El otro sendero era en realidad un libro cuya naturaleza principal era ideológica. La misma estructura del libro advierte nítidamente el paso del discurso “científico” al “ideológico”, afirma el historiador.

En la primera parte del libro las investigaciones realizadas daban cuenta de un sin fin de días perdidos, de trámites sin sentido y “emprendedores” frustrados, ya fueran estos transportistas, dueños de pequeños talleres o comerciantes de alimentos. Todo por culpa de un sistema legal deficiente que hacía que todos por igual eligieran el camino de la informalidad. En la segunda parte del libro lo particular cede paso a lo general. Ya no se trata del ambulante, o el microbusero informal: De Soto elabora una crítica global hacia el “Estado mercantilista” que había producido esta situación, y propone una lectura no solo de la historia del Perú desde la colonia, sino de Europa occidental (por no decir del mundo entero). El conocimiento experto acerca de la informalidad había dado paso a una especie de filosofía de la historia propuesta por De Soto y que giraba en torno a la exclusión legal de las mayorías.

El nivel de generalización de la propuesta de De Soto era tan grande que se configuraba en una ideología pues ofrecía no sólo una explicación general acerca del modo de funcionamiento del mundo, sino más importante aún, condensaba una propuesta de cómo debería funcionar.

El nacimiento del populismo neoliberal

Las páginas de El otro sendero ofrecían una ideología capaz de interpretar el modelo económico “mercantilista”, pobre reemplazo del capitalismo en el Perú y en un gran número de naciones ancladas en la pobreza.

Sin embargo, esta no era su única virtud ideológica. Como recuerda Ernesto Laclau en La razón populista, el populismo como discurso político tiene por lo menos dos rasgos centrales: 1) el establecimiento de una equivalencia entre un conjunto de demandas insatisfechas que son representadas por lo que denomina “significante vacío”; 2) el establecimiento de una nueva frontera política que divide en dos el espacio político entre un “nosotros” y un “ellos”. El texto de De Soto funciona casi perfectamente a modo de ilustración. Las demandas insatisfechas representadas por ambulantes, microbuseros o comerciantes son representadas todas por la “informalidad”. A su vez, De Soto propone una nueva frontera política donde –como afirmaba Flores Galindo– “dominados y dominadores” se encontraban y se reconocían todos en su calidad de empresarios frente a un enemigo común, el Estado mercantilista.

En un mundo político peruano marcado por el nacionalismo velasquista de los 60 y su oposición entre Oligarquía vs. Pueblo/Fuerza Armada, y una poderosa izquierda política y cultural marcada por el marxismo, el discurso populista De Soto proponía un novedoso y electoralmente potente clivaje político. Enfrentar el mundo formal frente al informal permitía unir trabajadores y empresarios informales en un solo bloque. Si hasta ese momento la derecha carecía de un discurso capaz de construir una mayoría electoral en democracia, el aporte de De Soto llenó con creces ese vacío.

El eterno retorno fujimorista

En la década siguiente el economista se convirtió en un consultor global altamente solicitado por los gobernantes más disímiles. En el Perú, fue uno de los asesores clave en el viraje hacia la derecha de Alberto Fujimori en 1990 y luego uno de los encargados de defender a nivel internacional el autogolpe que convirtió a este último en dictador.

Con la caída de Fujimori en el 2000, De Soto ha coqueteado varias veces con una posible candidatura presidencial. Su rol en las elecciones de 2011 y 2016 se limitó a apoyar públicamente la candidatura de Keiko Fujimori.

Hoy, gracias a una inscripción electoral “prestada”, De Soto –con un círculo político muy precario– se ha convertido en candidato presidencial en un momento atípico. La fragmentación de la derecha, la crisis política y económica actual ha colocado a De Soto en un lugar expectante. Dada la baja intención de voto del conjunto de candidatos, es muy posible que los niveles de votación necesarios para alcanzar la segunda vuelta sean exiguos. En ese marco una candidatura de Hernando de Soto se ha convertido en una alternativa electoralmente viable.

El autor de El otro sendero podría convertirse en las próximas horas en el animador central del neoliberalismo peruano. Es una de las últimas cartas para su defensa hoy que la pandemia del COVID 19 lo ha herido de muerte.

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