Los aranceles de Donald Trump equivalen a un impuesto encubierto a las clases medias y trabajadoras, envuelto en el lenguaje de la soberanía. En la práctica, se trata de una redistribución hacia arriba que alimenta la desigualdad y erosiona la democracia.
Notas publicadas en Élites
Los ataques contra el derecho a la libertad de reunión tienen una larga historia. Durante siglos, los gobernantes de la antigua Roma intentaron impedir que el pueblo se organizara en defensa de sus intereses, pero las protestas continuaron resurgiendo.
El expresidente colombiano Álvaro Uribe fue condenado este mes por sobornar a testigos, lo que lo convierte en el primer jefe de Estado de la Colombia contemporánea en enfrentar una condena penal. El caso agita el panorama político del país.
La administración Trump opera con frecuencia por fuera de la lógica del interés propio capitalista, impulsada por un apetito de crueldad y destrucción por la crueldad y la destrucción mismas, y por un resentimiento absoluto.
Los primeros meses del segundo gobierno de Trump confirman una profundización de sus aspectos más autoritarios. Esta reconfiguración profunda del orden político bien puede definirse como neofascista.

En el panorama político europeo contemporáneo, nuestros gobernantes parecen cada vez más decididos a llevarnos hacia la catástrofe, con un enfoque de «ojos bien cerrados» que ignora por completo las lecciones del siglo XX.
La tecnología digital se vendió como una herramienta que podía liberar a los individuos del poder estatal. Sin embargo, el aparato de seguridad del Estado siempre tuvo una visión diferente, y ahora está recuperando el control de su propia creación.
En un país con escasa tradición política de izquierda como Panamá, un movimiento de huelga que dura ya casi dos meses está demostrando el poder de los sindicatos. El gobierno responde con represión, actuando como retaguardia de las grandes multinacionales.
La nueva película mexicana 1938 narra la historia de la histórica expropiación de la industria petrolera del país. Su director, Sergio Olhovich, nos cuenta los pormenores de este proyecto tan esperado.
Pese a la conmoción que generó el atentado contra el precandidato Miguel Uribe y los intentos desestabilizadores de políticos-mafiosos y medios de comunicación, el proceso de cambio sigue firme. Amanecerá y veremos.