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Eko Soetikno, de 75 años, señala su foto con el escritor indonesio Pramoedya Ananta Toer que fue encarcelado en la isla de Buru en su casa el 4 de mayo de 2016 en Kendal, Java Central. Ulet Ifansasti / Getty.

El modelo indonesio de la Guerra Fría

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

El asesinato masivo de izquierdistas en Indonesia no fue solo otra atrocidad apoyada por Washington. Fue el modelo para aplastar las esperanzas y los sueños de la izquierda en América Latina y el tercer mundo. Y funcionó.

Por Benjamin Fogel

Para una generación formada por la derrota del comunismo realmente existente y por el nacionalismo del tercer mundo, una de las dificultades más grandes siempre fue volver a creer que otro mundo es verdaderamente posible. Nuestros predecesores no tenían este problema. No solo creían que otra sociedad más justa era posible, sino que también pensaban que estaba a su alcance.

Pero no fueron solo las experiencias económicas fallidas las que terminaron con esos sueños. La derrota de los movimientos socialistas y reformistas, de América Latina a Asia, fue el resultado de una campaña global anticomunista dirigida por los Estados Unidos y apoyada por otras potencias occidentales y élites locales. Y fue espantosamente violenta.

El primer libro del periodista Vincent Bevins, The Jakarta Method: Washington’s Anticommunist Crusade and the Mass Murder Program That Shaped Our World es una historia perspicaz y original de esta violencia ejercida por los Estados Unidos y sus aliados durante la Guerra Fría. En pocas palabras, Bevins argumenta que nuestro mundo actual está construido sobre la violencia anticomunista.

The Jakarta Method no es solo otra letanía de las atrocidades de la Guerra Fría. Muestra un compromiso empático con las esperanzas y los sueños de la generación que vivió estos acontecimientos. Sobre todo, es un aporte imprescindible para comprender el modelo represivo anticomunista que arreció en América Latina durante los años 60 y 70.

Benjamin Fogel, de Jacobin Magazine, habló con Bevins sobre cómo el anticomunismo remodeló nuestro mundo hasta transformarlo en el planeta salvajemente desigual en el que vivimos hoy.

 


 

BF

¿Qué te llevó a escribir este libro?

VB

Llegué a Jakarta, Indonesia, en 2017 para cubrir todo el Sudeste Asiático para el Washington Post. En primer lugar, me di cuenta inmediatamente de que los fantasmas de la masacre de 1965 estaban al acecho mirara donde mirara. La masacre remodeló todo por completo pero nunca se habló de ella con franqueza. En segundo lugar, cuando les decía a las personas que no eran de la región lo que había sucedido, reaccionaban siempre con sorpresa y mostraban interés en el tema. Los asesinatos en masa en Indonesia fueron tal vez la «victoria» más grande de Occidente durante toda la Guerra Fría. De hecho, fue más importante para Washington ganar aquí que en Vietnam. Los Estados Unidos ayudaron al asesinato intencional de aproximadamente un millón de personas inocentes. Y en tercer lugar, descubrí que había muchas conexiones inesperadas con países como Brasil, Chile, Guatemala, países que conozco bien y acerca de los cuales tenía cosas interesantes para decir. Entonces sentí que no tenía alternativa.

 

BF

¿En qué sentido el conflicto en Indonesia fue más importante que la guerra de Vietnam?

VB

Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo. Según la «teoría del dominó», era por lejos la ficha más grande con posibilidades de caer: tenía tres veces la cantidad de habitantes de Vietnam. A comienzos de los años 1960, todos los sectores dominantes de la política exterior estadounidense reconocían que ocupaba un lugar más importante en la agenda que Vietnam, dado que Sukarno era el líder fundador del movimiento tercermundista. La guerra de Vietnam dominó la escena política nacional de EE. UU. durante muchos años, pero en términos geopolíticos, no logró absolutamente nada. Indonesia 1965-1966 cambió todo.

 

BF

El acontecimiento que ocupa el lugar más importante en tu libro es la campaña de exterminación masiva dirigida contra el Partido Comunista de Indonesia (PKI), que en aquel momento era el partido comunista más grande fuera de China y de la Unión Soviética. ¿Cómo llegó a ser un partido tan exitoso y a ser considerado como una amenaza tan grande para los intereses estadounidenses?

VB

El PKI era el partido comunista más viejo de Asia. Fue fundado antes que el Partido Comunista Chino y, desde el comienzo, se comprometió en la colaboración con las fuerzas que representaban a la «burguesía nacional». Eran revolucionarios etapistas que solo colocaban la transición al socialismo en un futuro lejano, luego del desarrollo pleno del capitalismo. Era muy moderado en comparación con lo que el mundo angloparlante se imagina cuando escucha la palabra «comunista» en la actualidad.

En China, la Comintern en realidad ordenó a Mao la colaboración con los nacionalistas porque Moscú quería que los chinos replicaran el éxito que los comunistas indonesios habían alcanzada trabajando con los grupos musulmanes. No funcionó tan bien para Mao, pero el PKI siguió más o menos en esta línea durante toda su existencia. Luego de que Sukarno y las fuerzas revolucionarias expulsaron a los holandeses en 1949, el PKI se convirtió en una de las partes de la nueva democracia multipartidista independiente.

El presidente Sukarno, héroe de la independencia nacional y padre fundador, no era comunista. Pero era un antimperialista inclinado más bien hacia la izquierda que gobernaba una coalición de muchas fuerzas diferentes. Los comunistas indonesios no tenían armas y ni siquiera contemplaban la posibilidad de la lucha armada. Hasta los oficiales estadounidenses notaron en aquel momento que se trataba simplemente de una organización muy bien dirigida. Tenían programas culturales muy populares, organizaciones campesinas, una enorme base feminista y no sufrían la corrupción desenfrenada que afectaba al resto de los partidos. Pero empezaron a ganar cada vez más votos, lo cual no le agradaba a Washington. Entonces, los Estados Unidos intentaron detenerlos apelando a dos métodos distintos que terminaron fracasando.

Primero, empezaron a bombear dinero a un partido musulmán más conservador. Luego, en 1958, algunos pilotos de la CIA bombardearon Indonesia, matando a muchos civiles en un intento de quebrar al país. Ese año, la inteligencia británica se enteró de que el PKI quedaría en el primer lugar en las elecciones. Pero a pesar de las protestas de los comunistas, no hubo más elecciones y el PKI quedó atrapado en su apoyo a Sukarno dado que, en el otro extremo del espectro político, esperaban tras bambalinas los militares entrenados y apoyados por los Estados Unidos.

 

BF

Una parte de tu historia trata sobre cómo una generación llegó a soñar con un mundo mejor. ¿Podrías decirnos algo sobre lo que inspiró a esta generación y el significado que tienen estos sueños en la actualidad?

VB

Puse mucho tiempo y empeño para hacer que sea una narración realista, protagonizada por verdaderos seres humanos y por los altibajos de sus vidas reales, en vez de hacer simplemente un análisis o contar muertos. La gente que conocí finalmente terminó dirigiendo el libro y lo cambió completamente.

Y una cosa realmente inesperada fue el mundo que abrieron para mí, simplemente recordando lo que alguna vez pensaron que podía ser el futuro. Yo nací en los años 1980 y, para mi generación, siempre pareció obvio que el mundo sería así, que el buen y viejo capitalismo reinaría en todo el mundo, con la excepción de algunos cuantos países ricos, y que la gente blanca sería capaz de volar a cualquiera de los países marrones pobres para comprar y vender con dinero que obtuvimos por el mero hecho de haber nacido en el Primer Mundo.

Para mi generación, siempre estuvo claro que el «comunismo» perdería y sería tragado por la tierra, y que sería necesario maximizar el valor en una economía que básicamente es una mierda. Que la mayoría de los países ricos de la Tierra siempre haría guerras en distintos países al mismo tiempo, países que son inescrutables para la mayor parte de la gente. Tenemos la idea de que era necesario que todo esto suceda así.

Pero me bastó hablar con esta gente, pasar algunos meses ganándome su confianza y comprendiendo cómo percibían el mundo de los años 1950 y 1960, para convencerme de que no es así.

 

BF

¿Qué sucedió en Indonesia en 1965? ¿Cuáles fueron los factores que llevaron a este desenlace? ¿Podrías decirnos algo también sobre los actores estadounidenses que estuvieron involucrados y cuáles fueron sus motivaciones?

VB

La versión corta es que los militares apoyados por los Estados Unidos utilizaron una rebelión como un pretexto para lanzar una campaña grotesca de propaganda anticomunista, cercar y asesinar a alrededor de un millón de izquierdistas o personas acusadas de ser izquierdistas, y encerrar a otro millón en campos de concentración.

Pero la versión larga es la siguiente: primero mataron a John F. Kennedy. Esto cambió completamente el enfoque de EE. UU. sobre Indonesia, y 1965 tal vez haya sido la consecuencia más importante de la muerte de J. F. K. Lyndon Johnson tiene mucho menos tiempo para las payasadas antimperialistas de Sukarno, específicamente la confrontación con Gran Bretaña en torno a la creación de Malasia. Pone un nuevo embajador. La CIA y el MI6 reforzaron su propaganda y sus actividades clandestinas. Mucho de esto sigue siendo secreto hasta la actualidad. Llamé a la CIA y pregunté qué habían hecho y por qué los archivos todavía estaban clasificados, pero como era de esperarse, no me respondieron.

Lo que sabemos es que, en secreto, las autoridades occidentales concluyeron que lo mejor que podría suceder era un «golpe comunista fallido», que podría ser utilizado como una excusa para aplastar al PKI. De manera muy misteriosa, sucedió algo muy parecido. Las distintas teorías sobre la verdadera naturaleza del levantamiento podrían llenar un atrapante podcast de cincuenta partes, pero basta decir que hubo una rebelión entre los oficiales de menor jerarquía del ejército que decían que un grupo de generales estaban planeando un golpe de derecha. Seis de esos generales terminaron muertos.

Poco tiempo después, el general reaccionario Suharto tomó el control de todo el país, clausuró todos los medios a excepción del suyo y los militares empezaron a supervisar un asesinato masivo. A los ciudadanos se los ordenaba matar o morir. Los Estados Unidos proveyeron un apoyo material crucial, alentando a los militares a matar a más gente, y brindaron listas con nombres de personas que debían ser ejecutadas. Los izquierdistas comunes y corrientes no tenían idea sobre el origen de lo que estaba sucediendo. Muchas de las personas con las que hablé ni siquiera tenían un preconcepto de que ser «comunista» podía llegar a ser algo malo. La masacre sin obstáculos finalizó alrededor de comienzos de 1966, y las corporaciones estadounidenses montaron sus negocios en el país poco tiempo después.

 

BF

El otro acontecimiento importante que aparece en el libro es el golpe militar brasileño de 1964 ¿Cuál fue el significado del golpe y cómo se relaciona con los acontecimientos de 1965 en Indonesia?

VB

El golpe brasileño sucedió primero, por supuesto. Y para mí, la propaganda vendida por Suharto en 1965 parece escalofriantemente familiar cuando se la compara con la leyenda anticomunista que motivó a los militares brasileños un año antes. Pero en términos más generales, lo que tenemos aquí son dos países que atraviesan el mismo proceso al mismo tiempo y generan el mismo tipo de sociedad. Ambos países tuvieron golpes militares apoyados por EE. UU. que crearon estructuras sociales anticomunistas, autoritarias y capitalistas que, a grandes rasgos, siguen vigentes en la actualidad.

Las fuerzas armadas en ambos países fueron entrenadas en la misma base de los Estados Unidos y tuvieron muchas oportunidades de aprender unas de otras, y ciertamente estudiaron con los mismos maestros estadounidenses. Un personaje muy importante en el libro, un hombre increíble que tuve la suerte de conocer, me contó todo acerca de cómo vivían estos hombres en Kansas en los años 1950.

Los golpes representaron victorias enormes para la derecha global –después de todo, estos son países gigantes– y los regímenes resultantes se embarcaron en una especie de minimperialismo anticomunista en sus respectivas regiones.

Luego, a comienzos de los años 1970, cuando Brasil estaba en la fase más brutal de su dictadura y ayudaba a los militares chilenos a preparar el terreno para realizar su propio golpe, podemos observar en ambos países a actores de derecha que buscan inspiración en Indonesia, y este es el nacimiento del meme sobre el terrorismo de Yakarta que en el libro rastreo por todo el mundo.

 

BF

¿Meme del terrorismo?

VB

Claro, me refiero al uso posterior de «Yakarta» en todo el mundo para significar el asesinato en masa de izquierdistas. Está pintado en paredes, se envía en postales, es utilizado para nombrar operaciones terroristas secretas, etc.

 

BF

¿En qué sentido estas intervenciones fueron diferentes de otras realizadas con anterioridad durante la Guerra Fría, tales como las de Irán en 1953 y Guatemala en 1954?

VB

Hago una especie de distinción entre la primera fase de las intervenciones en el tercer mundo durante la Guerra Fría –Irán en 1953 y Guatemala en 1954 son buenos ejemplos– y estas intervenciones más silenciosas y finalmente más exitosas de los años 1960. En Irán, la CIA contrataba a hombres forzudos y actores de circo para hacer protestas falsas. En Guatemala, había planes para bombardear la capital y el gobierno negociaba su rendición directamente con el embajador de EE. UU. Era completamente obvio que Washington orquestaba las cosas, aun si la prensa estadounidense no decía la verdad.

En Indonesia y en Brasil las cosas fueron distintas. En Indonesia en 1958, la CIA intentó replicar el éxito del libreto de Guatemala de 1954. No funcionó. Hubo pilotos que bombardearon islas tropicales y mataron civiles, pero fueron atrapados. Entonces cambiaron de estrategia para alinearse profundamente con unos militares fortalecidos, de manera semejante a lo que sucedía entre Brasil y los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.

Cuando finalmente llegaron los golpes de 1964 y 1965, había actores locales que dirigían en gran medida los acontecimientos, aun si las autoridades estadounidenses trabajaban detrás de escena, recibían información y daban su aprobación y consejo, dejándoles en claro a los brasileños y a los indonesios lo que debían hacer y lo que no. Para el ciudadano promedio de Indonesia y Brasil, parecía que era una parte de su propio país la que había tomado el poder. Hasta cierto punto, esto era verdad.

Y creo que no es coincidencia que los regímenes establecidos en Brasil y en Indonesia fueron mucho más exitosos a la hora de dejar un legado estable y duradero que los gobiernos de Irán en 1953 y de Guatemala en 1954.

 

BF

Entonces, ¿qué es exactamente el método Yakarta?

VB

El método Yakarta es reunir y asesinar a un gran número de izquierdistas desarmados, con el objetivo de establecer un tipo específico de orden social. Al eliminar a estas personas, que son una potencial oposición, se abre el camino para que avance el capitalismo autoritario y para la creación de un acto geopolítico que encaja bien en un sistema que es cada vez más grande y que es dirigido por Estados Unidos.

A pesar de que no fue la primera vez que se utilizó este «método», 1965 en Indonesia fue el momento en el cual se lo aplicó de manera más mortífera y el que tuvo mayores consecuencias. Dada su fama y su importancia, los países de Latinoamérica empezaron a usar la palabra «Yakarta» para referirse justamente a este tipo de programa de exterminio.

El motivo por el que lo hicieron, y la razón por la cual se trata de un momento tan impactante para la historia del S. XX, es que el método Yakarta funcionó. Y la razón por la cual funcionó tan bien fue la postura que asumió de la potencia más grande del mundo, Estados Unidos. La derecha global vio lo que había pasado en Indonesia y comprobó que Saharto había aceptado la constelación de aliados respetados por EE. UU. La izquierda global reaccionó de una manera que tuvo consecuencias de largo plazo para los movimientos socialistas.

Pero «Yakarta» se puso a punto efectivamente en América del Sur y Centroamérica, como así también en otras partes de Asia (a pesar de que no utilizaban este nombre), y estos regímenes construyeron finalmente el mundo en el cual nos encontramos hoy. La lista es exhaustiva: Chile, Brasil, Guatemala y Argentina, para mencionar solo algunos. Estos fueron los pilares fundamentales para construir un nuevo sistema global, especialmente en los «países en vías de desarrollo», es decir, en la gran mayoría del planeta. Entonces, creo que en gran medida, vivimos en un mundo que surgió de las masacres anticomunistas.

 

BF

Creo que lo más sorprendente de estos acontecimientos es que, con algunas excepciones, los casos analizados en tu libro –Brasil e Indonesia, junto con el último ejemplo de Chile en 1973– fueron proyectos reformistas y comunistas que intentaron implementar cambios de forma democrática en vez de por medios revolucionarios. ¿Crees que hay lecciones aquí para la izquierda contemporánea?

VB

Definitivamente. En líneas generales, y especialmente en el caso del Partido Comunista de Indonesia, fueron los movimientos gradualistas no violentos los que fueron asesinados. La explicación simple es que no habría sido fácil eliminarlos si hubiesen estado armados, o incluso si hubiesen previsto que esto podía suceder. Aun en los países en los cuales había movimientos guerrilleros violentos (como en Centroamérica), la gran mayoría de los muertos no fueron luchadores endurecidos en el monte, sino campesinos que fueron tomados completamente por sorpresa cuando llegaron los comandos militares de la muerte.

Pasé un tiempo en un pueblo de Guatemala en donde sucedió esto, y es simplemente imposible comunicar las profundidades de la depravación que caracterizó a estos actos, para no decir nada sobre las injusticias sufridas por los sobrevivientes. Considerando este sufrimiento, siento culpa cuando lo digo, pero fue muy difícil en términos emocionales escribir este libro. Lo que encontré realmente me generó mucha angustia, me desequilibró profundamente e hizo que me cuestione muchas cosas. A pesar de que me aseguré de no escribir un libro violento ni horrible, estaba nadando realmente hondo en algo oscuro, y fue muy difícil.

Tal vez por este motivo puedo no ser la persona indicada para sacar las lecciones de todo esto. Definitivamente creo que las hay. Solo creo que no están del todo claras. Requieren ser consideradas con mucho cuidado. Pienso, por ejemplo, que quienes apoyaron con entusiasmo a Bernie Sanders pueden encontrar algún eco de todo esto. De manera más directa, tal vez los lectores que viven en los «países en vías de desarrollo» encuentren que arroja luz sobre su situación contemporánea. Y esta historia ciertamente nos dice mucho sobre la naturaleza de la hegemonía estadounidense. Lo que realmente me gustaría es que otras personas lean el libro y me digan cuáles creen que son las lecciones.

 

BF

En el libro argumentas que la violencia anticomunista destruyó el potencial para experiencias alternativas en el desarrollo del así denominado tercer mundo, lo cual llevó a la época actual, caracterizada por la desigualdad global. ¿Podrías ampliar un poco qué implicancias tuvo esto, por ejemplo, en Bandung o en el Nuevo Orden Económico Internacional, en el sentido de que fue más bien la sangre la que les puso fin a estos experimentos, y no tanto los errores económicos?

VB

Una de las cosas más conmovedoras, tal vez más que la violencia, fue sentarse con estas personas ancianas y hablar largamente sobre cómo entendían el mundo a comienzos de los años 1960.

El tercer mundo –utilizado en su sentido original, completamente optimista y triunfante– había conquistado recientemente la independencia del imperialismo europeo. Los pueblos de las naciones que habían sido colonizadas estaban uniéndose para tomar su lugar en la escena mundial. Por supuesto que cambiarían las reglas del orden mundial. Por supuesto que alcanzarían a Occidente. Por supuesto que avanzarían hacia el socialismo. No eran solo los militantes izquierdistas quienes creían esto. En Indonesia era básicamente una ideología nacional, y a lo largo y ancho de toda Asia, África y Latinoamérica esto parecía obvio. Primero se deshacían del colonialismo, luego llegarían a ser iguales que los países blancos. Pude ver cómo se iluminaban sus ojos cuando recordaban este sueño.

Por supuesto, nada de esto sucedió. E intento demostrar en este libro que, en gran medida, la razón por la que esto no sucedió es que uno de los elementos constitutivos de la «globalización» que obtuvimos fue un nuevo tipo de violencia. Y si observamos a las personas que fueron asesinadas simplemente por sus creencias en este futuro progresivo –por ejemplo, la feminista Gerakan Wanita en Indonesia– podemos concluir que luchaban por cosas que casi cualquier buen liberal del mundo angloparlante está dispuesto a defender en la actualidad.

 

BF

Uno de tus argumentos es que el anticomunismo fue una ideología fundante, o incluso una religión, en países como Indonesia, Brasil y Chile. ¿Qué significa esto y cómo sigue influyendo sobre la política contemporánea? ¿Crees que esto vale también, hasta cierto punto, para los Estados Unidos?

VB

Bueno, no hay controversias a la hora de aceptar que el anticomunismo fue la ideología fundante de los regímenes creados en 1964 y 1965. Pero lo que creo que es realmente interesante es que nadie le presta mucha atención a lo que esto significa. Me parece que es como si el pez quisiera describir el agua. Vivimos en un mundo en el cual es tan obvio que los anticomunistas ganaron que no somos capaces de ver cómo esto afectó nuestro recorrido.

Y la consecuencia que esto tuvo para las dictaduras anticomunistas del S. XX es que cualquier tipo de crítica del orden social, cualquier presión que venga de abajo, cualquier toma y daca entre el capital y el trabajo –algo que todos reconocen como fundamental para que funcione el capitalismo– pueden ser rechazadas como «comunismo» y dejadas de lado. Lo cual genera la forma de capitalismo profundamente corrupto que vemos prácticamente en todo el mundo, excepto en Europa Occidental y, tal vez, en Norteamérica.

Pero en Brasil y en Indonesia, el legado anticomunista es especialmente evidente. Hasta el día de hoy, todavía es ilegal defender el «comunismo» en Indonesia, lo cual lleva a estas historias absurdas de turistas desorientados que usan remeras de países comunistas y son arrestados o, lo que es mucho más serio, a que mis amigos y compañeros de cuarto reciban amenazas e intimidaciones cada vez que se juntan para hablar sobre la historia de su propio país. En Brasil, cuando empecé a trabajar en este libro en 2017, dije que el fantasma del anticomunismo violento nunca había sido exorcizado y podía retornar para aterrorizar al país. Ahora que Jair Bolsonaro es presidente, no siento ningún placer al comprobar que terminé teniendo bastante más razón de la que suponía.

Casualmente, su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, quiere hacer que el «comunismo» sea ilegal en Brasil, y ha citado la legislación de Indonesia como inspiración.

 

BF

Estos acontecimientos son retomados por los sectores que salieron victoriosos, por ejemplo, en Brasil, como una revolución en defensa de la democracia y contra el comunismo. En ambos casos, en distintos grados, prevalece una especie de amnesia de masas. ¿Cómo crees que influye este revisionismo en la política contemporánea?

VB

Es importante remarcar dos cosas al mismo tiempo. Por un lado, no hubo una amenaza comunista en Brasil. Por otro lado, hubo una amenaza real al orden social que las élites brasileñas, los militares y los Estados Unidos deseaban mantener. Ese orden era muy frágil y necesitaba una violencia verticalista para sostenerse.

El presidente «Jango» Goulart era, como mucho, un reformista liberal, el partido comunista era bastante pequeño y Moscú no tenía ningún interés en provocar a Washington fomentando la revolución en América del Sur. Sin embargo, si se le hubiese permitido disputar las elecciones de nuevo, probablemente hubiera ganado. Si hubiese implementado algunas de sus reformas básicas –voto universal, reforma agraria, educación universal– hubiese transformado el país, incluso para las élites. Brasil es un asentamiento colonial violento, definido en gran medida por el terror de las élites hacia las rebeliones y revoluciones esclavas desde abajo y, una vez más, la clase dominante percibió el rojo y atacó primero. El golpe de 1964 detuvo en seco la evolución social, y congeló ese orden social de mediados de siglo que en gran medida sigue vigente en la actualidad.

Por supuesto, todo el mundo en Brasil lucha por definir y redefinir la historia, y Bolsonaro ha tenido un éxito increíble durante los últimos dos o tres años. En la actualidad, solemos percibir una versión que es mucho más virulentamente anticomunista y distorsionada que la presentaban los generales en 1968.

 

BF

¿Cuál crees que es el legado de este anticomunismo en la política estadounidense?

VB

Bueno, creo que hay dos cosas. Por un lado, no construimos las estructuras socialdemócratas que construyó Europa Occidental durante los años de posguerra, y creo que esto se debe en parte –solo en parte– a aquel impulso anticomunista. No estoy seguro de si fue esto lo que impidió que expandiéramos nuestro Estado de bienestar durante los años recientes, porque ese tipo de expansión se desarrolló prácticamente en ningún lugar del mundo desarrollado desde que cayó el Muro de Berlín y comenzó la era histórico-mundial «neoliberal». Pero creo que no es una coincidencia si el único país rico que no tiene una medicina socializada fue también el «fuerte mundial del anticomunismo», para retomar las palabras del historiador brasileño Rodrigo Patto Sá Motta.

Y, en segundo lugar, esa memoria muscular evidentemente todavía está ahí. Creo que Russiagate fue probablemente un buen ejemplo de esto. No lo seguí muy de cerca, pero creo que los historiadores probablemente concluirán: «Bueno, parece que los liberales se asustaron, negaron que sus compatriotas votaron por Donald Trump y buscaron un viejo villano de la Guerra Fría porque esto era más fácil que mirarse a sí mismos», dejando de lado, por supuesto, todas las cosas malas que efectivamente hizo Vladimir Putin en 2016.

En realidad, esto no fue lo que preguntaste, pero creo que el verdadero legado de nuestra «cruzada anticomunista», tal como la denomino, no está tanto en la política nacional, sino más bien en la forma en que definió nuestra posición geopolítica y nuestras relaciones con el resto del mundo. Y por eso fue tan importante. Creo que Odd Arne Westad tiene razón cuando dice que en gran medida el sistema global se forjó al calor de los conflictos de la «Guerra Fría», y este es probablemente el sistema global más robusto y extenso de la historia mundial.

 


 

Sobre el entrevistador:

Benjamin Fogel es historiador y editor colaborador de Africa is a Country y Jacobin.

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Publicado en América Latina, Entrevistas, Historia, homeCentro5, Indonesia and Política

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