Costó muchos años de lucha llegar hasta aquí.

La disputa en São Paulo fue y será la más importante entre todas las capitales. La izquierda tenía dos desafíos enormes. Impedir que la extrema derecha entrara a la segunda vuelta y conquistar su lugar. Por el momento, parece que lo conseguimos. ¡Al fin una victoria política clara! La candidatura de Boulos y Erundina era la que mejor representaba la resistencia a Bolsonaro.

El destino de Bolsonaro depende de la acción directa de las masas en las calles. No sabemos cuándo existirán medidas sanitarias suficientes para iniciar la confrontación y medir fuerzas para derrocarlo. Pero la lucha contra Bolsonaro también pasaba por las elecciones municipales. A pesar de los tormentos de la pandemia y de la perspectiva de una crisis social por el suspenso del auxilio social, habría sido un grave error minimizar la disputa electoral.

El PSOL fue una oposición de izquierda coherente a los gobiernos de coalición liderados por el PT, pero no dudó al unificar posiciones contra el impeachment. El PSOL defendió el Frente Único de la izquierda para actuar en los movimientos sociales, especialmente junto al PT contra Temer y, durante los últimos dos años, contra Bolsonaro. El PSOL no dudó al luchar por la libertad de Lula en 2018-19. Haber ocupado ese lugar político aumentó su autoridad en la izquierda.

Fueron estas posiciones las que permitieron la Alianza que se construyó en torno a las candidaturas de Guilherme Boulos y Sonia Guajajara para la presidencia de la república en 2018. Y fue a partir de esta campaña, y del perfil de una candidatura de izquierda vinculada a los movimientos sociales que eligió a Bolsonaro como su principal enemigo, que el PSOL conquistó una audiencia nacional que le valió la elección de diez diputados federales y cerca de veinte diputados estatales.

El PSOL con Boulos y Guajajara fue una expresión de los movimientos que se fortalecieron a partir de las jornadas de 2013: movimientos populares como el MTST, movimientos negros y de la periferia como la articulación nacional «¿Quién mandó a matar a Marielle?», movimientos de mujeres como la campaña «#elenão», movimientos de derechos humanos como «¿Dónde está Amarildo?», movimientos de la juventud que se expresaron en la ocupación de los secundarios, movimientos LGTB como «Fuera Feliciano» y movimientos ambientalistas y de los pueblos indígenas en defensa del Amazonas.

La candidatura de Boulos y Erundina es la heredera legítima de estos combates. Es heredera por su lugar en la lucha política y por su perfil. Pero también es la candidatura que tiene mayor potencia política y electoral para acumular fuerzas en el proceso de reorganización de la izquierda brasilera. Porque une el vigor de dos generaciones de luchadores. Luísa Erundina derrotó al malufismo en São Paulo en 1988. Esta fue una de las mayores hazañas electorales de la izquierda brasilera. Y Guilherme Boulos confirmó ser uno de los mayores líderes de la izquierda brasilera. Por eso fue amenazado y perseguido por Bolsonaro e identificado como uno de sus dos enemigos principales en el video del primer discurso que dio después de ser elegido.

Boulos y el MTST asumieron la responsabilidad de convocar, junto al PSOL, a la primera manifestación callejera en el MASP luego de la elección de Bolsonaro en noviembre de 2018. Boulos y el MTST fueron también, junto al PSOL, los primeros que se sumaron a las movilizaciones antifascistas durante las primeras manifestaciones callejeras contra Bolsonaro después del inicio de la pandemia.

Costó muchos años de lucha llegar hasta aquí.