El imperialismo sigue estructurando el sistema mundial; comprender su nueva morfología es clave para interpretar las dinámicas actuales de crisis y confrontación.
Artículos publicados por: Valerio Arcary
Historiador, militante del PSOL (Resistencia) y autor de O Martelo da História. Ensaios sobre a urgência da revolução contemporânea (Sundermann, 2016).Entre el peso del lulismo y la amenaza del bolsonarismo, la izquierda brasileña busca el camino hacia una nueva etapa.
El Congreso brasileño actúa como muro de contención de los privilegios de clase, mientras Lula, bajo presión, oscila entre la moderación y un posible giro. Es hora de que desde abajo se impulse un desplazamiento real hacia posiciones transformadoras.
La nueva ofensiva de Israel contra Irán no es una guerra preventiva ni defensiva: es una operación imperialista con objetivos estratégicos regionales y globales respaldada por la complicidad estadounidense.
La confianza manifestada por Lula respecto de las próximas elecciones brasileñas podría ser temerariamente optimista. Porque la realidad es que su Gobierno se está debilitando, y no a la inversa.
China conoció la mayor revolución campesina de la historia, una que al mismo tiempo fue una revolución socialista «sin proletariado». Durante los últimos cuarenta años, China no se ha propuesto transitar al socialismo, como hiciera entre 1949-1978, sino al capitalismo.
Frente al avance global del neofascismo en el siglo XXI, resulta pertinente revisar la crítica que Perry Anderson hizo a los análisis de Trotsky sobre el fascismo.
Históricamente hablando, ¿cabe considerar la posibilidad de que exista un Estado que no sea ni una república de los trabajadores ni una república burguesa?
Es imposible entender el «momento Trump» de la actual guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión de más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales en Estados Unidos.
Los actos por la No Amnistía mostraron fuerza y dirección. Pero para derrotar al bolsonarismo en 2026, la izquierda necesita más que símbolos: unidad, campañas políticas y movilización popular. Lula es necesario, pero la estrategia actual no alcanza. Con Trump de vuelta, el desafío es mayor.