La derrota de la izquierda brasileña tiene raíces profundas que van más allá de la «guerra cultural» o las políticas «identitarias». La extrema derecha ha capitalizado el desencanto y movilizado fuerzas, mientras la izquierda permanece en silencio o capitula ante la presión.
Artículos publicados por: Valerio Arcary
Historiador, militante del PSOL (Resistencia) y autor de O Martelo da História. Ensaios sobre a urgência da revolução contemporânea (Sundermann, 2016).Después del último debate en la televisión, lo más probable es que la segunda vuelta sea una disputa entre Boulos y Marçal. Mejoraron las posibilidades de que la izquierda gane São Paulo.
Con un panorama incierto y un triple empate técnico, la lucha por São Paulo podría definir el futuro político de la izquierda brasileña.
En la última década, Brasil ha retrocedido de manera alarmante, con un apoyo creciente al bolsonarismo y una peligrosa fragmentación de la clase trabajadora. La derrota electoral de Bolsonaro está lejos de ser una derrota política definitiva.
A un mes de las elecciones, el ascenso del candidato neofascista Pablo Marçal desordenó las predicciones tanto de la izquierda como de la extrema derecha.
Las situaciones en Venezuela, Gaza y Ucrania ilustran los dilemas que enfrenta el internacionalismo socialista.
Las elecciones venezolanas dividen a la izquierda global, pero el verdadero conflicto no es por la democracia, sino por el control del petróleo y la soberanía.
Las acusaciones de fraude, la movilización de la extrema derecha y el papel del imperialismo reflejan una Venezuela profundamente fracturada, donde la lucha por el poder se enmarca en un contexto de crisis social y económica.
Con la posibilidad de un cambio radical, las elecciones del 28 de julio en Venezuela podrían definir el futuro de un país dividido entre un gobierno de Maduro cada vez más aislado y el avance neofascista de la oposición.
El lulismo, o la lealtad política a la experiencia de los gobiernos dirigidos por el PT, ha permitido ganar apoyos entre los más pobres. Pero la izquierda brasileña ha perdido la hegemonía sobre su base social de masas original.