Bolsonaro esperó a que las manifestaciones de sus seguidores tuvieran repercusión para pronunciarse, ya que nunca dejó de cultivar la posibilidad de un golpe. Esta duplicidad de respeto retórico a la ley y fomento de la conspiración golpista es el sello de su gobierno.
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La historia política de Lula se entrelaza con el desarrollo del movimiento obrero en Brasil. Sin analizar la lucha de clases no es posible entender la vitalidad duradera del liderazgo de Lula y del partido que ayudó a construir.
El bolsonarismo no dejará de existir si Bolsonaro pierde las elecciones. El desafío para la izquierda brasileña, tanto la moderada como la más radical, es apoyarse en la movilización de las masas populares para derrotarlos.
Entrevista a Celso Amorim, exministro de Relaciones Exteriores y uno de los principales consejeros de Lula, sobre la posibilidad de un golpe en Brasil y el aporte de la integración sudamericana y los BRICS para disminuir la tensión mundial.

El Brasil de hoy es diferente de aquel en el que Lula ganó las presidenciales por primera vez. Si el principal triunfo del progresismo brasileño es su capacidad de conciliación, ¿cuál es el pacto posible en este escenario?
Hoy, 7 de septiembre, Brasil recuerda los 200 años de su independencia. En un escenario sumamente convulso y a menos de un mes de las elecciones presidenciales, la efeméride es utilizada por el bolsonarismo como una oportunidad para mostrar fuerza en las calles.
La herramienta para asegurar la derrota de Bolsonaro no será la conquista de la simpatía de un sector de la clase dominante hacia la candidatura de Lula, sino la capacidad que tendrá la izquierda de poner en movimiento a millones de personas en esta campaña.
El posible acuerdo de Lula con el exgobernador derechista Geraldo Alckmin es un intento de dar confianza y tranquilidad a las clases dominantes.
Bolsonaro está profundizando una radicalización golpista que tiene por objetivo establecer un régimen político autoritario. Para derrotarlo, es esencial que la izquierda logre explotar e influir en las divisiones de la clase dominante.

Con las movilizaciones del 7 de septiembre, Bolsonaro muestra fuerza y amenaza con una radicalización golpista. Es el momento de luchar por el impachment y transformar la mayoría social opositora en una fuerza social para derrocarlo.