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Angelo D'Orsi, a well-known biographer of Antonio Gramsci, is running for mayor in Turin. (Riccardo Cuppini / Flickr)

La educación de Antonio Gramsci

La pedagogía constituye una parte decisiva del proyecto político-teórico de Antonio Gramsci en la cárcel. Este hecho permite interpretar la educación en Gramsci como una verdadera antítesis del sentido común.

Serie: Dossier Gramsci

El artículo a continuación es el prólogo de Más allá de la subalternidad. Praxis y educación en Antonio Gramsci, de Massimo Baldacci (2023).

Esta traducibilidad no es «perfecta», ciertamente, en todos los detalles, incluso importantes (¿pero qué lengua es exactamente traducible a otra? ¿qué palabra aislada es traducible exactamente a otra lengua?), pero lo es en el «fondo» esencial. (Antonio Gramsci, Cuaderno 11, 48).

Antonio Gramsci (1891-1937) cuenta con una vasta y extensa presencia en la teoría y la cultura política contemporáneas. Desde mediados del siglo XX, cuando aparecen en Italia Lettere del Carcere (1947) y la versión temática de los Quaderni del Carcere (1948-1951), hasta nuestros días, la gravitación del autor sardo ha sido verdaderamente expansiva. En el contexto de posguerra, Lettere del Carcere que obtuvo el Premio Viareggio (conocido como «el Nobel de las letras italianas»), se constituyó como un valioso testimonio de resistencia a la larga noche fascista que azotó a la península por más de dos décadas y a la propia vida de Gramsci. Por su parte, la versión temática de los Quaderni del Carcere —organizada por Felice Platone y supervisada cuidadosamente por Palmiro Togliatti (Secretario General del Partido Comunista Italiano por entonces y antiguo compañero de ruta de Gramsci)— mostró la genialidad y originalidad de un pensamiento que logró sortear el imperativo del fiscal fascista Michele Isgró: «impedir durante veinte años que este cerebro funcione».

En una realidad bien distinta de aquella, pero también en el marco de una serie de compromisos políticos entre el Partido Comunista Italiano y la URSS comandada por Stalin, los Quaderni vieron la luz por primera vez en seis libros: Il materialismo storico e la filosofia di Benedetto Croce (1948); Gli intellettuali e l’organizzazione delle cultura (1949); Il Risorgimento (1949); Note sul Machiavelli, sulla política e sullo Stato moderno (1949); Letteratura e vita nazionale (1950); Passato e presente (1951). Esta organización temática de los Quaderni volvió ininteligible el ritmo y los diversos momentos del pensamiento carcelario, pero también es cierto que favoreció su difusión y circulación entre un vasto público.

Desde entonces, el corpus carcelario gramsciano ha contado con una notable propagación. También aconteció lo propio con sus escritos precarcelarios. Traducido a diferentes idiomas, Gramsci ha animado innovaciones en las más diversas disciplinas académicas y ha servido de fundamento para las más heterogéneas aventuras y opciones en el arco de la izquierda; pero también sectores conservadores han empleado conceptos del legendario sardo para ajustar sus propósitos políticos. Con todo, Gramsci ha formado parte de los avatares de la cultura política y académica de diversos países, siendo su presencia palpable en la teoría contemporánea.

La ascendencia del sardo no ha sido lineal. Como cualquier obra influyente, su derrotero ha estado signado por estaciones y temporalidades múltiples. Si bien ya en los años 50/60 Gramsci acompaña la herejía de franjas díscolas del arco comunista, su influencia será notoria en la Europa latina, el mundo anglosajón y América latina al calor de las polémicas suscitadas por los heterogéneos movimientos sociales de 1968 que coincidieron en asaltar las jerarquías de aquellas sociedades. Los 68 despertaron el interés por una serie de temáticas tales como el Estado, los intelectuales o el propio sistema educativo que encontraron en Gramsci un punto de referencia. Desde entonces hasta 1977, el pensamiento gramsciano asistió a una «edad de oro» y un «apogeo», multiplicándose las indagaciones, estudios, empleos y contraposiciones en torno a sus escritos (Liguori, 2012).

El punto más alto, pero paradójicamente también unos de los últimos, de esta profusa indagación, será la publicación en 1975 en Italia de la versión cronológica de los Quaderni del Carcere a cargo de Valentino Gerratana. A diferencia de la versión temática, la disposición cronológica de las notas carcelarias permitía captar el ritmo de un pensamiento reticular y espiralado, pero también inconcluso. Además de un copioso aparato crítico y la distinción de los 29 Cuadernos entre misceláneos (que recogen notas de argumentos diversos), especiales (en los que predomina cierta temática) y mixtos (que combinan notas misceláneas con la presencia de bloques temáticos), se introdujo la importante división entre notas A (de primera redacción, que habían sido excluidas en la edición temática), B (apuntes de única redacción) y C (de segunda redacción que reelaboran las notas A). Síntoma del reconocimiento internacional alcanzado por Gramsci, la primera presentación de la versión cronológica de los Quaderni acontecerá en unos de los principales centros de la vida intelectual: París.

Entre la segunda mitad de los años 60 y la primera mitad de los 70 en Italia se multiplican las interpretaciones pedagógicas de los Quaderni. Entre ellas, destacan las aproximaciones de Giovanni Urbani, Mario Manacorda y Angelo Broccoli. La antología de notas pedagógicas organizada por Urbani contó con una sugestiva introducción, mientras que las contribuciones de Mario Manacorda y Angelo Broccoli pretendieron un abordaje sistemático de la cuestión educativa en las notas carcelarias. Por largo tiempo, estas lecturas animaron las interpretaciones pedagógicas del sardo en la península. Lamentablemente, sin traducción al castellano, la fortuna de Giovanni Urbani no fue la misma que los trabajos de Mario Manacorda y Angelo Broccoli. Estos últimos, tempranamente puestos en circulación en el mundo hispanohablante, protagonizaron debates gramscianos fuera de Italia. 

Aunque sin un conocimiento cabal de su contexto de producción y las polémicas de su tiempo, las perspectivas de Manacorda y Brocccoli modularon una particular manera de concebir el vínculo entre las notas carcelarias y la educación en hispanoamérica; como sucede habitualmente con aquellos legados tan complejos y fragmentados, sus interpretaciones de Gramsci se entremezclaron con la propia letra del sardo: pedagógicamente, Gramsci fue leído, por mucho tiempo, a través de sus lentes. Aquí reside una de las tantas contribuciones del libro de Baldacci: establecer un diálogo con las interpretaciones de Manacorda y Broccoli, mostrando sus aciertos, pero también limitaciones o eventuales sesgos. El ejercicio sugerido por Baldacci desacraliza los libros de Manacorda y Broccoli, y reintroduce el movimiento conceptual entre los Quaderni y la cuestión pedagógica.

Aunque la versión cronológica renovaba la imagen del trabajo carcelario y colocaba en nuevos parámetros a los estudios gramscianos, lo cierto es que la crisis del marxismo hacia fines de los 70, tan aguda en Europa latina, azotó al propio Gramsci. A diferencia de otros momentos intensos de revisión de la teoría emancipatoria, esta crisis implicó la ruptura y abandono por parte de importantes franjas intelectuales del propio marxismo. Es decir, la crisis no significó (como sí ocurrió en los años 20/30) una renovación del cuerpo teórico a la luz de los nuevos desafíos sino un profundo clivaje. El marxismo perdió su ascendencia entre las Ciencias Sociales y la intelectualidad crítica. 

En Italia, obviamente, el fenómeno alcanzó al estudio de Gramsci, por lo que la intensidad del debate sobre su figura tendió a opacarse. Se abrió un largo periodo de retracción que la hegemonía neoliberal, la caída del muro de Berlín, la disolución de la URSS y del emblemático Partido Comunista Italiano, no hicieron más que agudizar. Como no podía ser de otra manera, la escena envolvió a los propios estudios educativos sobre Gramsci en la península. Otrora centro de irradiación de interpretaciones pedagógicas, durante los años 80/90 y salvo excepciones como Monasta (1985), Scuderi (1985) o Cambi (1994), el interés educativo por la obra de Gramsci disminuyó considerablemente.

Si bien es cierto que la crisis del marxismo a fines de los 70 con epicentro en Europa latina afectó al mundo anglosajón y latinoamericano, también lo es que su impacto no fue lineal, ni tuvo una intensidad similar. Durante aquellos años, en sendas regiones se advierten empleos y combinaciones creativas del marxismo con otras tradiciones, lo que otorgó cierta vitalidad a la teoría emancipatoria en crisis. Gramsci será una referencia en esta nueva búsqueda. En el ámbito educativo anglosajón, la presencia del sardo se hace notoria entrados los años 70 y 80, dando lugar a una profusa literatura (Harold Entwistle, Walter Adamson, Michel Apple, Henry Giroux, Madan Sarup, entre otros/as) que influirá en el ámbito latinoamericano.

Por su parte, aquella intelectualidad crítica sudamericana que pudo sortear la persecución de las genocidas dictaduras militares de los 70, encontrará en el doloroso exilio una alternativa. Entre los destinos, México se convertirá en una de las principales opciones. Lugar de encuentro de la intelectualidad crítica latinoamérica, en los 70/80 el país azteca será un verdadero laboratorio teórico. Entre otros, Gramsci se constituirá como un referente. En el campo pedagógico méxicano, se multiplicarán los empleos educativos del sardo por parte de intelectuales (algunos en condición de exilio) como Elisie Rockwell, Adriana Puiggrós, Justa Ezpeleta, Buenfil Burgos, Eduardo Zuleta, José Tamarti, entre tantas/os. También en Brasil aparecerán por entonces las primeras incursiones pedagógicas gramscianas a manos de Bárbara Freitag y Dermeval Saviani, mientras que en Argentina, en un exilio interno, intelectuales de la educación como Juan Carlos Tedesco intentarán continuar pensando con Gramsci. Si bien ya a principios de los 70 se advierte la presencia del sardo en el campo educativo latinoamericano, es indudable que entrados los 70/80 su gravitación se multiplica. 

Al igual que en el mundo anglosajón, en América latina durante este periodo el trabajo educativo con Gramsci se realizó, preponderantemente, a partir de la versión temática de los Quaderni y a través de conceptos claves: intelectuales, hegemonía, clases subalternas o Estado integral. Tal vez, por las demoras en la traducción al castellano de la versión cronológica de los Quaderni, como así también por la falta de traducción de las nuevas interpretaciones pedagógicas sobre Gramsci, primaron los empleos de conceptos claves. La operación, que favoreció la extensión del acervo gramsciano hacia múltiples esferas del campo educativo, no contó con la posibilidad de una aprehensión integral de los momentos y el ritmo de las notas carcelarias. Ésta será una perdurable marca y forma de lectura de Gramsci en el campo pedagógico latinoamericano (aunque también anglosajón) que ya se advierte en los 70/80 y alcanza nuestros días. 

Luego de la retracción general de la teoría crítica y los estudios gramscianos en los años 90, sería posible sugerir que los debates en torno a Gramsci atraviesan un nuevo ciclo. Son múltiples las razones que convergen para tal afirmación. Entre otras, el surgimiento de diversos movimientos sociales en el siglo XXI que no solo impugnan la otrora incuestionable promesa neoliberal; además buscan repensar la teoría emancipatoria. En tal búsqueda, Gramsci emerge, una vez más, como una referencia. 

A su vez, en Italia se desarrolla, desde hace varios años, el proyecto por una Edizione Nazionale degli scritti di Antonio Gramsci. La ambiciosa iniciativa que ha publicado solo una parte de sus volúmenes, busca ofrecer una imagen integral de la vida y obra del autor italiano más influyente del siglo XX y XXI. Alrededor del proyecto, y sin los sesgos instrumentales de otra época, se ha producido una abundante literatura que envejece códigos canónicos de lectura y renueva el modo de interpretar al versátil corpus gramsciano. Es cierto que Italia es el epicentro en este reexamen, pero también se han multiplicado estudios gramscianos en otras regiones, especialmente, en el ámbito anglosajón e iberoamericano. 

Con cierto retraso respecto a otras áreas de estudio, en el campo pedagógico italiano ha surgido una nueva camada de intelectuales (Maltese, 2010; Orsomarso, 2015; Meta, 2019; entre otras/os) que han renovado la lectura educativa de Gramsci. En esta estela es posible situar la valiosa contribución de Baldacci. Ganador del premio de la Sociedad Italiana de Pedagogía en el 2018, el libro es pionero en interpretar educativamente al corpus carcelario en base a los renovados instrumentos suministrados por la filología italiana. En la primera parte del libro, Baldacci establece un sesudo diálogo con interpretaciones canónicas de Gramsci en Italia y, en la segunda, sugiere nuevas claves hermenéuticas. 

Apoyándose en recientes estudios que sitúan al concepto de traducción gramsciano en el centro de la reflexión carcelaria, el autor sugiere que entre filosofía de la praxis y pedagogía existe una traducibilidad recíproca. La traducción para Gramsci jamás es perfecta, pero al mismo tiempo deviene imprescindible, por lo que la relación entre filosofía de la praxis y pedagogía se desenvuelve no en términos de subordinación o de mera identidad sino de mutua necesidad y apertura. 

Así, la pedagogía forma parte decisiva del proyecto político-teórico carcelario, lo que fundamenta una interpretación de la educación en Gramsci como una verdadera antítesis del sentido común. Desde este ángulo, Baldacci arroja una versión original de aquel pasaje carcelario tan sugestivo para los estudios educativos: «Toda relación de ‘hegemonía’ es necesariamente una relación pedagógica» (Cuaderno 10, I, 44). A través de una distinción entre hegemonía burguesa y proletaria, el autor concluye que solo en esta última la relación pedagógica se vuelve dinámica y progresiva. Por ello, la pedagogía en Gramsci es necesaria leerla no solo en conexión con el concepto de hegemonía sino también y, sobre todo, con el propósito político de la filosofía de la praxis: la superación de la condición de subalternidad por parte de las clases populares.

Libro pionero y original, Más allá de la subalternidad sitúa en nuevas coordenadas la interpretación educativa de Gramsci y renueva los diálogos teóricos con referentes de los estudios educativos: Piaget, Freire, Vygotsky, Bourdieu y Foucault. Pero además, el libro exige una aproximación desacralizada, es decir, exige su traducción a otras realidades educativas que no son las propias de Europa occidental. Se trata de deambular creativamente la tensión entre la vanidad de aldea (aquella que se enorgullece de evitar toda «contaminación» con estudios europeos) y la aplicación acrítica de insumos foráneos. La teoría crítica latinoamericana guarda una rica historia en este sentido y, en particular, con el pensamiento gramsciano. Precisamente, el libro de Baldacci ofrece una oportunidad para que la audacia y versatilidad en el empleo de conceptos gramscianos por parte del campo pedagógico latinoamericano, pueda ser acompañada y enriquecida con la aprehensión del ritmo y la complejidad característica de los Quaderni. 

De este modo, será posible conformar nuevas aproximaciones al estudio del corpus gramsciano como así también interpretar y transformar, en clave gramsciana, los sistemas educativos latinoamericanos que guardan una gramática tan común como singular. La subalternidad, el orden patriarcal, las prácticas pedagógicas clasistas y racistas o las demandas por la formación de un sujeto polivalente en sociedades posfordistas, asumen particularidades en nuestras sociedades, tan desiguales y precarias, que requieren una específica traducción (y, por tanto, una comprensión cabal) del legado gramsciano. 

Entre tantas líneas que demanda este ejercicio de traducción, sería preciso ahondar los esfuerzos por establecer diálogos entre las renovadas lecturas feministas del pensamiento gramsciano y el análisis del sistema educativo; diálogos que permitirían complejizar la estratégica noción de subalternidad y sus múltiples manifestaciones en la vida escolar como así también problematizar el canon frecuentemente masculino de los estudios gramscianos.

La contribución de Baldacci forma parte de un nuevo ciclo de lectura de Gramsci. Esperamos que su traducción al castellano fomente la expansión de tal ciclo y el diálogo sobre una obra profundamente arraigada en la historia italiana pero también con un alcance y repercusión internacional. En la posibilidad de tejer una conversión dinámica entre los nuevos estudios en la península y las incursiones en otras latitudes, se jugará buena parte de la fortuna y el alcance de este nuevo ciclo de los estudios gramscianos.

 

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