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Las criptomonedas vinieron para quedarse: cumplen ciertas funciones que, aunque son indeseables en términos sociales, las dotan de un «valor de uso» concreto. (Foto: iStock)

Criptomonedas: volatilidad y concentración programadas

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

Las criptomonedas son el emergente de una metamorfosis crucial del capitalismo contemporáneo, definida por la relación entre digitalización y financiarización. Pero esta reconfiguración sistémica no tiene un futuro (utópico o distópico) predefinido: es un campo en disputa, y debemos comprenderlo para aprender a intervenir sobre él.

Entrevista por
Mariana Gutiérrez
[1]Mariana Gutiérrez es magíster en Sociología y licenciada en Administración. Actualmente cursa su doctorado y es becaria doctoral del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).

Las criptomonedas son el emergente de una metamorfosis crucial del capitalismo contemporáneo. No pueden quedar por fuera de ningún diagnóstico de la realidad. Mucho menos si se pretende comprender la compleja relación entre digitalización y financierización.

Para dar cuenta del carácter intrínseco de ese vínculo, el brasileño Edemilson Paraná ha realizado importantes aportes sobre dimensiones poco exploradas del fenómeno, convirtiéndose en una referencia internacional en la materia. Es profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Ceará y de la Universidad de Brasilia, y autor de los libros A Finança Digitalizada: capitalismo financeiro e revolução informacional (Insular, 2016) y Bitcoin: a utopia tecnocrática do dinheiro apolítico (Autonomia Literária, 2020). 

En esta conversación con Mariana Gutiérrez, colaboradora de Revista Jacobin, Paraná explica por qué las criptomonedas han experimentado una caída estrepitosa y cómo la volatilidad y la concentración se inscriben en su «algoritmo base». Además, discute el panorama de promoción de operaciones con criptomonedas y de estímulo a la criptominería, haciendo mención de las problemáticas que trajeron aparejadas en Argentina y Brasil.

 

MG

Hoy queda claro que el desarrollo de Bitcoin, que se presentaba como una confrontación al régimen monetario-financiero hegemónico y que parecía —al menos en su idea fundacional— contraponerse a las instancias de poder centralizado y al establishment económico, está profundamente relacionado con la dinámica de las finanzas tradicionales. Dicho de otro modo, es el capitalismo financierizado, que se apoya en la descentralización financiera y en la desregulación, el que brindó las bases estructurales para el surgimiento y el fortalecimiento de los criptoactivos. Así, las decisiones de inversión y composición de las carteras de activos criptográficos quedan supeditadas aún a las instituciones que determinan las políticas monetarias en el sistema financiero tradicional. 

Recientemente, el aumento de la tasa de interés anunciado por la FED tuvo un grandísimo impacto en el mercado de los criptoactivos. ¿Qué otros factores macroeconómicos o del propio sector intervinieron, durante los últimos meses, en la caída estrepitosa (crypto crash) de la mayoría de las criptomonedas? ¿Qué se puede esperar a futuro en el mercado de activos criptográficos si se sostiene un escenario de contracción monetaria/ajuste cuantitativo?

EP

La fuerte subida de las criptomonedas, primero, y también su —previsible— caída actual, se deben sobre todo a factores que exceden el mundo cripto en sí mismo. En estas discusiones, existe la tendencia, bastante conveniente al escenario ideológico dominante en ese mundo, a pensar este problema desde una dimensión, digámoslo así, «microeconómica», es decir, en función del comportamiento económico inmediato y localizado de los actores, de sus incentivos y de las dinámicas internas de oferta y demanda en los mercados cripto. 

Está claro que estos factores juegan un papel importante, pero para comprender lo que está sucediendo es necesario mirar más allá y considerar el escenario macroeconómico. Las criptomonedas son mercancías digitales y, en tanto tales, activos especulativos. Su precio sube y baja según un comportamiento bastante similar al de otros activos especulativos de mayor riesgo, como ciertos instrumentos financieros. Es lo que viene ocurriendo, de modo general, desde el surgimiento de las criptomonedas y sobre todo a partir del momento en que cobraron más importancia. Por lo tanto, el precio sube cuando las condiciones para la inversión especulativa de alto riesgo son buenas, y caen cuando esas condiciones cambian. 

Sucede que como son altamente volátiles, este movimiento ocurre de manera abrupta. Por supuesto, cuanto más altos son los picos y los volúmenes negociados, más espectaculares y dramáticas son las caídas, pero la estructura es la misma y lo que está sucediendo ahora no es muy distinto. En este caso específico, se suman otros factores: la perturbación de algunas cadenas productivas, el aumento de los precios de la energía y de los insumos básicos, la guerra en Ucrania, la inflación mundial, el fin de las políticas monetarias acomodaticias más generosas y el aumento de las tasas de interés en economías importantes. Todo eso reconfigura la situación y hace que el escenario sea bastante menos propicio para apostar por las criptomonedas, llevando de esa manera a toda una caída del ecosistema de proyectos generados en torno a ellas.

Por otro lado, no creo que esto esté indicando su fin. Estoy convencido de que las criptomonedas vinieron para quedarse. Está claro que no son y no serán lo que sueñan y desean sus partidarios más entusiastas, ni sustituirán el dinero mundial, por ejemplo. Nada de eso. Pero sí cumplen ciertas funciones que, por más indeseables que sean en términos sociales, las dotan, digámoslo así, de un «valor de uso» concreto. Me refiero a la fuga de capitales, a la evasión fiscal, a la acumulación de riqueza no declarada, al financiamiento de actividades ilegales y hasta a la función de medio de cambio en espacios económicos restringidos. Las cripto son un artefacto más que funciona en el interior de esa economía política de los paraísos fiscales y del flujo acelerado de riquezas por todo el mundo que se apoderaron de la economía mundial en las últimas décadas, una consecuencia intrigante de la financierización neoliberal.

Por último está el tema de la inversión y del desarrollo tecnológico en torno de las criptomonedas que, a pesar de ser menos importante de lo que afirma la propaganda, no es del todo irrelevante. Las relaciones entre el sistema financiero tradicional y los criptoactivos, sobre todo en los momentos de alta, son cada vez más significativas y esto complica la situación. Todo esto apunta a un escenario en el que las criptomonedas, si no se las prohíbe, seguirán existiendo, seguirán su curso y cumplirán, por decirlo de alguna manera, cierta «función social». Por eso tenemos que seguir de cerca este proceso.

 

MG

Muchas entidades alertan sobre el riesgo financiero sistémico que plantea la profundización de la interconexión entre las finanzas tradicionales y los criptoactivos. ¿Qué efectos podría tener una caída mayor de la capitalización del mercado de estos activos digitales a nivel mundial en términos macroeconómicos?

EP

Esta amenaza a la estabilidad financiera mundial todavía no es tan alarmante en la actualidad. Es así porque se trata de un mercado relativamente pequeño. El mercado de los criptoactivos no está ni cerca de lo que era el mercado hipotecario estadounidense, por ejemplo, en vísperas de la gran crisis de 2008. Me refiero a su capitalización, a su institucionalización y a su capacidad de contagio. Es evidente que el riesgo aumenta a medida que el volumen de capital crece y que empiezan a formarse conexiones más orgánicas entre el mundo cripto y el sistema financiero tradicional. Por eso debemos tener cautela y seguir de cerca el proceso. Pero, en términos generales, no creo que esta caída tenga efectos macroeconómicos significativos más allá de los daños específicos que ocasionará en el sector y en su entorno.

 

MG

Cuando te referís a las finanzas digitalizadas mencionás «rasgos generales» que también se reproducen en el ámbito de las criptomonedas, más precisamente el par descentralización en lo técnico/concentración en lo material y en lo económico. ¿Es correcto afirmar que la volatilidad presente en estos activos especulativos está vinculada con el nivel de concentración económica? ¿Qué otras dinámicas pueden influir en esa volatilidad?

EP

Además de un mercado relativamente pequeño, como dije, este es también un mercado altamente concentrado y, en efecto, cada vez más. Incluso es un mercado más concentrado proporcionalmente que gran parte de los mercados financieros tradicionales. De hecho, es una tendencia que coincide bastante bien con su lógica general, con el sistema de funcionamiento, por decirlo de alguna manera, de las criptomonedas y de sus dinámicas: el efecto red, la lógica del «winner takes all», las disposiciones ultracompetitivas de mercantilización radical, la individualización y la desinstitucionalización económica, etc. 

En cierto modo, es como si la concentración económica radical estuviese inscrita en su algoritmo de base (por más que muchos se esfuercen en propagandizar lo contrario, diciendo que son iniciativas «democráticas» y «empoderantes», etc.). Entonces, la alta volatilidad tiene que ver con todo esto. Es el resultado de una combinación de factores económicos, político-institucionales y sociales, a saber: la falta de anclaje económico real en el mundo de la producción, de la circulación y del consumo, la falta de regulación, reglamentación e institucionalización legal y, además de eso, la falta de confianza social general en las criptos como medio de cambio, instrumento financiero o mercancía útil y deseable.

Por otro lado, es preciso considerar que, en cierto sentido, esto no es propiamente un «defecto» ni una debilidad de las cripto, sino su propia razón de ser. Además de unos pocos ideólogos, tecnólogos y entusiastas, la mayoría de las personas está en este ambiente justamente a causa de sus posibilidades de generar ganancias a corto plazo, de los movimientos bruscos y de las oportunidades que abren. Así, esta orientación está fortaleciéndose y parece conducir a una situación en la que el precio de las criptomonedas varía fundamentalmente —y casi exclusivamente— en función de las expectativas de que seguirá variando de esa manera, sin que exista ninguna otra referencia muy clara o directa. 

Por lo tanto, si las criptomonedas se estabilizan, pierden casi todo lo que tienen de realmente atractivo para la mayoría de las personas. Las criptomonedas no pueden ser dinero y, si llegaran a serlo, dejarían de ser criptomonedas. El conjunto de valores de uso que pueden cumplir, el que mencionamos antes, no es, por supuesto, insignificante, pero no es suficiente para cambiar ese hecho. Y, en el fondo, el mundo cripto es consciente de esto. Todos están ahí, sobre todo, para ganar mucho dinero en el menor tiempo posible.

 

MG

En Argentina las stablecoins se promocionan como alternativas al ahorro en dólares. En otros países con altos índices de inflación sucede algo similar. Ahora bien, más allá de que resulten atractivas, algunos emisores, como es el caso de Tether, no transparentan los recursos que respaldan su paridad con el dinero fiduciario ni han sido rigurosamente regulados hasta este momento. ¿Se podría decir que las stablecoins, al tiempo que son creadas como artilugios para lidiar con la volatilidad, generan más vulnerabilidad en el «ecosistema cripto», sobre todo si se piensa en lo concentrado que está el mercado de este tipo de activos y el carácter dudoso de su respaldo?

EP

Sí, pienso que los casos recientes de quiebra de muchas de las denominadas stablecoins [monedas estables] revelan algo claro: a pesar de su nombre, no son ni «stable» [estables] ni «coins» [monedas], es decir, no son estables ni equivalen a ninguna moneda en el sentido fuerte del término. Como dije antes, todo el modelo de las cripto está anclado en un fuerte apalancamiento. Es un tipo de apalancamiento salvaje, sin ninguna regulación ni supervisión seria y sin ningún tipo de salvaguarda más allá de una declaración de buena voluntad y de idoneidad por parte de los emisores, que en realidad, como vimos, siempre pueden bloquear el rescate de valores. 

El caso de las denominadas stablecoins no es muy distinto. Sea que estén amparadas por un mecanismo algorítmico (como el caso de Terra), sea que lo estén por un fondo en moneda fuerte, es evidente que son disposiciones intrincadas y bastante frágiles, que pueden colapsar ante la primera turbulencia fuerte, haciéndose eco de una situación muy parecida a la de las «corridas bancarias», de las que tuvimos varios ejemplos a lo largo de los últimos siglos. Por lo tanto, los últimos acontecimientos dejaron bien en claro que las stablecoins no pueden resolver el problema crónico de la volatilidad y de la inestabilidad financiera del ambiente. Esas limitaciones son estructurales y hablan de la propia naturaleza de las criptomonedas, por los motivos que expliqué en la respuesta anterior.

 

MG

En tu libro A Finança Digitalizada. Capitalismo Financeiro e Revolução Informacional introducís la noción de «espiral de complejidad de las finanzas digitalizadas». ¿Cómo se explica, a partir de ese concepto, el desarrollo de las innovaciones técnico-institucionales que constituyen las criptomonedas?

EP

Por medio de ese concepto intenté definir una cierta recurrencia que tiende a impregnar las finanzas digitalizadas en distintos contextos operativos. Una situación en la que, a diferencia de lo que se dice o de lo que se espera, un mayor desarrollo tecnológico lleva a más, y no a menos, complejidad, imprevisibilidad y opacidad en estos ambientes. Se trata de un proceso en el que la búsqueda de ganancias financieras todavía inexploradas (especialmente, como tiende a ser el caso, ganancias especulativas de corto plazo) incentiva a los actores a inventar, implantar y refinar los medios necesarios para superar los obstáculos tecnológicos o regulatorios que, de algún modo, dificultan la especulación y la ganancia en la dimensión deseada. 

En consecuencia, la amplia adopción y diseminación de estas nuevas tecnologías conduce al surgimiento de nuevas configuraciones institucionales, nuevos modos de acción y nuevas dinámicas operativas. El resultado es que los mercados empiezan a reconfigurarse operativamente, en parte como respuesta a los movimientos de competencia más severos y en parte como respuesta a los conflictos políticos y sociales que emergen de esa dinámica. Por último, la emergencia de un nuevo ambiente institucional y tecnológico incentiva el desarrollo y la implementación de soluciones técnicas distintas y novedosas, y así sucesivamente. Es un ciclo de complejidad y de opacidad crecientes, que involucra a los inversores, a los reguladores, a las empresas de tecnología y a otros participantes.

Con esa noción de espiral intenté pensar la digitalización de los mercados financieros en un sentido más amplio (en ese momento, tenía en mente, sobre todo, las negociaciones algorítmicas y automatizadas de alta frecuencia), pero creo que terminó probando su utilidad para dar cuenta del mundo de las criptomonedas en general. El desarrollo de las stablecoins, de las que hablamos antes, refleja bien ese movimiento en mi modo de ver las cosas. Lo mismo podríamos decir de todo el conjunto de nuevas disposiciones cripto, la «asetización» generalizada a la que tiende a conducir en todas partes la implementación de la tecnología blockchain. En estos casos, la competencia económica, las disputas sociales y las presiones regulatorias empiezan a llevarnos hacia disposiciones nuevas y más complejas, que son cada vez más difíciles de entender.

 

MG

En el capitalismo digitalizado contemporáneo, ¿qué papel desempeña el creciente proceso de creación de mercancía digital/tokenización y qué trae de novedoso?

EP

Una criptomoneda o cualquier otro criptoactivo es, ante todo, una mercancía digital, es decir, un artefacto producido digitalmente para ser intercambiado en el mercado en búsqueda de lucro. Sin embargo, el punto realmente significativo es el modo en el que esta mercancía digital es producida, el mecanismo que posibilita que se adecúe con esa variedad determinada de «cosa digital». Esa es la principal novedad que conlleva esta innovación tecnológica: la viabilización técnica de una forma operativamente sólida de propiedad privada de «cosas digitales» que no implica ninguna acción jurídica directa por parte del Estado, es decir, la posibilidad de reproducir en el mundo virtual la oposición entre uso y propiedad —además de la eventual escasez— típica de las mercancías físicas. 

De esta manera, se trata de una mercancía «desintermediadora» que posibilita el acercamiento y la privatización de mercancías informáticas de un modo completamente novedoso. Y eso, desde mi punto de vista, no es poca cosa. Tiene que quedar en claro que todas las otras funciones, usos y formas de existencia —medio de cambio en espacios restringidos, activos especulativos, innovación financiera, viabilizador de negocios ilegales, entre otros— están sometidos a esta propiedad fundamental. Porque para que todo esto funcione es necesario que antes las criptomonedas sean una forma nueva de soporte técnico-operativo de la propiedad privada de productos digitales. Si bien los aspectos que mencionamos antes también son importantes, este es, desde mi punto de vista, el elemento central.

Pero, a fin de cuentas, ¿cómo funciona todo esto? En este punto entra en escena la tecnología denominada blockchain, que es lo que hay de realmente significativo detrás de las criptomonedas y de los criptoactivos. Un mecanismo que posibilita el registro «colaborativo» y técnicamente descentralizado, público y auditable de informaciones sin necesidad de un procesador o compensador central de datos y procedimientos. Esa autogestión distribuida y «colaborativa» de informaciones y acciones en el interior de una red, fundada en el poder de procesamiento automático de sus participantes individuales, es lo que ampara el registro criptográfico de ciertas informaciones digitales como únicas: una unidad de bitcoin como realidad no reproducible, por ejemplo, pero también el registro único de un meme, de una obra de arte digital o de cualquier otro producto informático, como es el caso de los NFT, los tokens no fungibles. 

Esto es lo que posibilita la diseminación de tokens y de criptoactivos por todas partes, la transformación (cripto/numérica) de cualquier cosa en un símbolo único y susceptible de ser sometido a una transacción. Todavía no está claro en qué medida esto logrará instalarse de manera exitosa y es necesario seguir el proceso de cerca. El hecho es que, más allá de la burbuja especulativa que conlleva, las consecuencias y las implicaciones más significativas que vienen teniendo las criptomonedas desde su surgimiento obedecen sobre todo a este efecto, es decir, a la emergencia de su tecnología de distribución y de registro público criptográficos. 

Desde las nuevas monedas digitales locales y alternativas hasta las propuestas de nuevas monedas digitales de los bancos centrales, desde las fintechs y el «open banking» hasta los nuevos mercados de NFT, este es el motor y el vector de la fuerza centrífuga de «desintermediación» (que no es lo mismo que descentralización y hasta puede ser justamente lo contrario) y de mercantilización (o tokenización, si se prefiere) que impone el mundo cripto en el espacio que entrelaza, de modo cada vez más intrincado, las finanzas y la tecnología en el capitalismo digitalizado contemporáneo.

 

MG

La operatoria de las finanzas digitalizadas y el espiral de complejidad que explicaste recién, ¿podrían entenderse como configuraciones particulares de lo que señala Marx en El capital cuando dice que «La producción capitalista tiende constantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero solo lo consigue en virtud de medios que vuelven a alzar ante ella esos mismos límites, en escala aun más formidable»? ¿Cómo podemos entender las metamorfosis del capitalismo contemporáneo a partir de esa hipótesis?

EP

Yo defiendo la idea de que la interacción compleja entre la finanzas y la tecnología, especialmente en la actualidad, es un punto de entrada fructífero para la investigación de las metamorfosis que está atravesando el capitalismo contemporáneo. Las finanzas y el crédito, por un lado, y la ciencia y la tecnología, por el otro, son formas sociales importantes por medio de las cuales el sistema busca (y muchas veces consigue), digámoslo así, doblar sus apuestas e ir al frente, desplazar en el tiempo y en el espacio contradicciones y barreras que parecen  insuperables, es decir, dotar al sistema de una supervivencia dinámica. 

Esta reconfiguración sistémica, que transforma el capitalismo por medio de una destrucción creadora, o de una creación destructiva, no es algo dado, no tiene un telos claro ni predefinido —sea utópico o distópico— aun cuando el escenario que tenemos enfrente no parece ser nada agradable. Es un campo abierto de disputas, que implica dimensiones, escalas y niveles de complejidad y determinación diversos, que necesitamos comprender y sobre los que tenemos que aprender a intervenir. En cualquier caso, pienso que estas dos dimensiones —especialmente cuando las consideramos de modo interactivo y desigualmente combinado— nos permiten acceder a la naturaleza desmedida inherente al capital como relación social de valorización del valor.

En mis trabajos intento concretar hasta cierto punto este postulado, que al mismo tiempo me sirve de punto de anclaje teórico para investigar y explicar estos fenómenos específicos en toda su complejidad y su particularidad. En este sentido, y sobre la base de evidencias que me parecen bastante persuasivas, argumento, en referencia al capitalismo contemporáneo, que no podemos hablar de financierización sin hablar de digitalización, y que no podemos hablar de digitalización o de plataformización sin hablar de financierización. Son procesos interrelacionados, correlatos inseparables, que parecen reforzarse mutuamente. 

Es evidente en muchos casos concretos, como indica el desarrollo en los algoritmos computacionales, en las blockchains, en las criptomonedas y en los NFT, en las redes sociales y en las plataformas de streaming, en las grandes plataformas de e-commerce, etc. Recurriendo a una simplificación un poco grosera, diría que existen más nexos —no solo económicos, sino también sociocognitivos y operativos— entre Wall Street y Silicon Valley de los que sueña nuestra vana filosofía.

 

MG

La Patagonia argentina es una región muy atractiva para la actividad de minado de criptomonedas debido a que las bajas temperaturas durante todo el año permiten a los Data Centers reducir sus costos de refrigeración y proporcionan mejores condiciones para el correcto funcionamiento de los equipos. Adicionalmente, la energía barata y los beneficios impositivos en las provincias del sur se cuentan entre los incentivos a la instalación de firmas dedicadas a estas operaciones. 

Por citar un ejemplo, el proyecto que busca establecerse en la Zona Franca Zapala, además de la exención fiscal, se apoya en el aprovechamiento del recurso hidrocarburífero de Vaca Muerta, que produce gas y petróleo a partir del fracking. Las estimaciones de consumo eléctrico de la mega granja en construcción son alarmantes. De cumplirse las etapas planificadas por la empresa, el Data Center se convertiría en el mayor consumidor de energía eléctrica del país y representaría el equivalente de electricidad que demandan entre 3 y 4 millones de hogares. 

Más allá de las proyecciones de esta compañía en particular, el sobreconsumo energético ya es una realidad apremiante en Tierra del Fuego, donde la minería de criptomonedas consume un 22% de la energía eléctrica provincial y las autoridades locales señalan el peligro inminente de interrupción del servicio durante los meses de mayor demanda. De esa manera se tensa aún más la ya deficiente y desigual provisión nacional de energía sin generar beneficio económico, social o ambiental alguno. 

En el caso de Brasil, está próxima a aprobarse una Ley Marco de Criptomonedas, ¿qué se prevé allí en relación a la actividad de minado? ¿Qué regulación o incentivos establece para la operatoria con criptomonedas? 

EP

Es un proceso que genera mucho miedo y que, de implementarse, podría conducirnos a un escenario, desde mi punto de vista, sumamente peligroso y problemático, que bauticé con el nombre «criptotragedia». Que el proyecto haya llegado a la etapa final de votación en el congreso de Brasil muestra la fuerza y la importancia crecientes del criptolobby en Brasil, puesto que cuenta con el respaldo abierto de las grandes empresas nacionales e internacionales del rubro y con el incentivo —como era de esperarse— del gobierno de Bolsonaro.

Entre otras cosas, el proyecto autoriza a órganos y entidades de administración pública a realizar operaciones con criptomonedas y criptoactivos. El texto también prevé amplios incentivos bajo la forma la de exenciones fiscales que favorecen el minado de criptomonedas. En múltiples aspectos, si estas medidas se transforman en ley pueden contribuir a producir en el país una verdadera catástrofe económica, ambiental y energética.

Permitir que la administración pública se involucre en este espacio puede funcionar como un incentivo adicional para la práctica de la corrupción y de las actividades ilegales con dinero público. Como si eso no fuera suficiente, además del riesgo de facilitar esquemas de corrupción, la alta volatilidad de estos activos afecta gravemente la administración racional de las cuentas públicas, cuyas reservas económicas pueden, en el intervalo de un día, hacerse polvo, conduciendo al fracaso de la acción económica. Por otro lado, el incentivo fiscal de las actividades de minado —que, como se sabe, implica un consumo de energía intensivo—, además de los gravísimos daños medioambientales, profundizará todavía más la crisis energética que afecta a Brasil y a otros países, y hará subir todavía más el precio de la energía (que ya es bastante elevado).

El texto, que surgió con el objetivo de incrementar la supervisión y la reglamentación de los criptoactivos, terminó desembocando en un proyecto que, sobre todo a partir de las dos medidas que comentamos, incentiva pública y oficialmente el mercado de criptoactivos en el país sin plantear ninguna disposición de regulación más o menos significativa. Sinceramente espero que ese proyecto no sea aprobado.

 

MG

El «solucionismo» tecnológico de la blockchain resuena en la administración estatal y está presente en los discursos de organismos y figuras públicas de diferentes niveles de gobierno. En ese sentido, ¿cómo ves esta experimentación con los usos de la blockchain por parte de las instancias estatales? ¿Es parte de la especulación técnica o apalancamiento tecnológico de la blockchain o puede llegar a tener potencial si se complementa con un proyecto político democrático-participativo? ¿Considerás que la tecnología blockchain es todavía una tecnología «disputable»? 

EP

Me parece que, si bien no igualmente, las dos respuestas son posibles. Y cuando digo «no igualmente» me refiero, por supuesto, a la desventaja estructural, al punto de partida desigual que  tienen los usos democráticos y participativos en relación con lo que llamé «el apalancamiento tecnológico» empresarial-propietario en torno a la tecnología blockchain (en este caso, con incentivo y participación del Estado en muchos lugares). A pesar de esta desventaja, como suele ser el caso en otros campos de disputa, la respuesta dependerá de nuestra capacidad social para dirigir, dislocar y readecuar estos instrumentos en términos sociotécnicos. Aunque no hay espacio para la ingenuidad, me parece que las apropiaciones alternativas no son, en principio, imposibles.

Que estas tendencias que describí antes sean bastante evidentes y significativas, no significa que sean inexorables. Hay otras disputas en curso, como las planteadas en el campo de las reconfiguraciones de las nuevas formas de soberanía digital, comunitaria, estatal o individual. Lo mismo puede decirse del papel de las tecnologías criptográficas en cuanto a las disputas en torno a la coordinación, la privacidad y la transparencia individual y colectiva, pública y privada. 

En síntesis, podrían abrirse otras posibilidades a partir de la fuerza «des-intermediadora» y distributiva del mundo cripto, sin que la privatización, la individualización y la mercantilización de todo se materialicen como el único camino posible (a pesar de que, repitamos, esta es la orientación más evidente hasta el momento y las contratendencias son por ahora demasiado tímidas). En cualquier caso, esto exige de nosotros un entendimiento riguroso de la situación y una acción política firme en pos de nuevas configuraciones igualitarias y democráticas, públicas y ciudadanas, en síntesis, progresistas, de estas tecnologías y de sus usos.

Notas

Notas
1 Mariana Gutiérrez es magíster en Sociología y licenciada en Administración. Actualmente cursa su doctorado y es becaria doctoral del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
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