El océano es una pieza central del orden capitalista globalizado: un espacio oculto, jurídicamente ambiguo y físicamente distante que permite extraer valor, esquivar regulaciones y reproducir la acumulación. Si queremos desafiar el capitalismo, también habrá que disputar el mar.
Notas publicadas en Capital
El vacío fantasmal del realismo capitalista oscurece el potencial de alegría colectiva y abundancia. Los escritos de Mark Fisher ofrecen un atisbo de las posibilidades que se encuentran más allá de la aparente inevitabilidad del presente.
Se suponía que la crisis de 2008 auguraba el fin del capitalismo financiero ultraespeculativo. Sin embargo, los actores financieros salieron fortalecidos y el capital ficticio supone una amenaza mayor que nunca para la estabilidad económica mundial.
Es imposible entender el «momento Trump» de la actual guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión de más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales en Estados Unidos.
Elon Musk, el hombre más rico del mundo, acaba de utilizar su influencia política para bloquear un acuerdo bipartidista destinado a mantener el gobierno en funcionamiento. Es obsceno, pero es solo un ejemplo de cómo los multimillonarios dominan la democracia estadounidense.
El capitalismo se extendió por el campo indio… pero olvidó desarrollarlo.
La austeridad no es una mala política económica. Es un proyecto centenario para debilitar la democracia en ámbitos cruciales de nuestras vidas.
El capitalismo tal como lo conocíamos ha mutado tanto que ha dado lugar a un nuevo sistema. En el tecnofeudalismo, los usuarios contribuyen a la formación de capital con solo interactuar con las plataformas.
Algunas empresas multinacionales son ahora más grandes y poderosas que los Estados-nación. Si esas empresas fueran países, serían dictaduras autoritarias.