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El comunismo en palabras

Traducción: Valentín Huarte

Una breve historia del esperanto, esa lengua íntimamente vinculada al destino colectivo de la clase obrera.

El amor de mi padre por las lenguas extranjeras comenzó cuando abandonó su trabajo de chófer de colectivos y decidió cruzar el canal para luchar contra Franco y convertirse en un comunista. En Cataluña, un compañero le dijo que si los miembros de las Brigadas Internacionales hubieran sabido esperanto, su misión habría tenido más éxito. Más tarde, cuando alguien en la escuela de formación del partido dijo que el esperanto era una desviación pequeñoburguesa —era la línea de entonces—, mi padre quedó un poco impactado y terminó decepcionándose. «No es cierto —me dijo—, el esperanto es una buena idea. Es el comunismo en palabras. Un día todo el mundo hablará esperanto».

Yo me enamoré de la idea de una lengua universal. Su inventor diseñó el esperanto para que fuera simple, y tardé solo tres meses en aprenderlo. En 2011, la Asociación Catalana de Esperanto me invitó a una ceremonia donde conmemoramos las Brigadas Internacionales en el monumento del cementerio de Montjuic. Como querían que mi discurso fuera un tributo a mi padre, decidí pronunciarlo en esperanto.

A comienzos del siglo veinte, los revolucionarios adoptaron esta lengua y encontraron en ella una herramienta para construir formas de solidaridad internacional. Después de décadas de ataques fascistas —aunque los Estados comunistas no se quedaron atrás— el esperanto desapareció junto a la esperanza de construir un mundo mejor. Sin embargo, queda un legado que vale la pena conservar.

El esperanzado

Leizer Ludwik Zamenhof (1859-1917) creó el esperanto con la expectativa de que se convirtiera en una segunda lengua mundial. Judío lituano, Zamenhof creció con la ocupación rusa y con los conflictos entre alemanes judíos, católicos, ortodoxos y protestantes. Pensó que la principal causa de todos los problemas que vivía eran los malos entendidos que producía una comunicación deficiente.

Primero, Zamehof intentó crear un yiddish estándar con el fin de unificar a los judíos de todo el Imperio ruso. Al final, abandonó esa idea en favor de una lengua universal, el esperanto, es decir, el «esperanzado».

Subyacía a su proyecto la interna ideo —la creencia— de que el lenguaje no era un fin en sí mismo, sino un paso hacia la paz mundial y la comprensión.

En 1905 publicó Fundamento de Esperanto, obra que escribió buscando un máximo de simplicidad, eficiencia y elegancia. La gramática tiene solo dieciséis reglas, la ortografía es fonética, los sustantivos no tienen género y los verbos son regulares y no se conjugan. Zamenhof probó y enriqueció su lengua traduciendo la Biblia, Shakespeare, Molière y Goethe.

El esperanto comparte ciertos rasgos con el yiddish y el ladino, lenguas francas judías que alguna vez sirvieron para debilitar las fronteras. De hecho, aunque Zamenhof nunca habló del tema, muchas investigaciones sugieren que la influencia del yiddish es fundamental.

El vocabulario del esperanto no deja de plantear un problema a los internacionalistas del siglo veintiuno porque proviene exclusivamente de las lenguas europeas. Aunque los aficionados inventaron otras lenguas construidas (conlangs) que incluyen palabras no europeas, como lingwa de planeta, y aunque otras conlangs como ido, interlingue e interlingua también muestran cierta perseverancia, el esperanto sigue dominando el campo.

 Hoy hay más de diez millones de personas que estudiaron esperanto en algún momento. En ese sentido, el esperanto cuenta con una comunidad de hablantes desterritorializada, pero estable.

La Sociedad de las Naciones apoyaba la idea de una lengua auxiliar y, en 1954, la UNESCO otorgó «estatus consultivo» a la Universala Esperanto-Asocio (UEA). Muchas expresiones de las religiones protestantes y católicas toleraron el uso del esperanto como una lengua litúrgica. El fundador del bahaísmo apoyaba la idea de una conlang (algunos de sus seguidores estaban a favor del esperanto y otros de interlingua).

Los críticos dicen que el esperanto es artificial y que no tiene cultura. Pero la distinción entre natural y artificial es difícil de sostener en el caso de las lenguas. Las lenguas simplificadas también son «artificiales», surgieron en momentos y en lugares determinados, y aun así muchas evolucionaron hasta ser lenguas criollas, es decir, lenguas indiscutiblemente naturales. Muchos estados estandarizan y legislan sus lenguas oficiales. En el caso del chino moderno, los reformadores de la lengua inventaron una buena parte de la fonología, la morfología, la gramática y el vocabulario. Y los escritores suelen modificar sus lenguas maternas, como demuestran los múltiples neologismos de Shakespeare (foul-mouthed, swagger, bedazzle). Si tantas palabras posibles logran convertirse en palabras efectivas por decreto, entonces las lenguas posibles también pueden convertirse en lenguas efectivas.

Además, el esperanto no carece de cultura. Existen alrededor de dos mil denaskuloj, o hablantes nativos, que «criollizan» la lengua. Hay más de cien diarios, treinta mil libros y muchas películas que la utilizan.

Zamehof diseñó el esperanto como una segunda lengua que debía suplementar —no reemplazar— a las lenguas étnicas. Hoy las asociaciones de esperanto tienen más de 15 000 miembros en 121 países y realizan congresos anuales. La asistencia es bastante constante: en el último evento, celebrado en 2016 en Eslovaquia, hubo 1252 personas, y el año anterior, en el congreso de Francia, hubo 2698 personas. Sin embargo, las afiliaciones individuales están mermando.

Esperanto y revolución

Por su internacionalismo y su pacifismo, el esperanto atrajo a anarquistas, socialistas y comunistas. Los regímenes fascistas reconocieron su potencial revolucionario y lo reprimieron.

En la Primera Guerra mundial, cuando la UEA declaró su neutralidad, la prensa belicista acusó a los esperantistas de ser traidores nacionales. Por eso muchos terminaron comprometiéndose con el nacionalismo.

En 1921, los esperantistas comunistas y obreros fundaron la Sennacieca Asocio Tutmonda (Asociación Mundial Anacional), dedicada a la lucha de clases internacional. Deberíamos reconocer que la asociación fue el primer partido rojo y verde: de hecho, el verde es el color del esperanto. La SAT admitía delegados de todos los partidos de izquierda y rompió con la UEA acusándola de capitular al capitalismo y de traicionar el internacionalismo.

Durante sus primeros años, la SAT estableció vínculos cercanos con la Unión de Esperanto Soviética (UES). Aunque algunos esperantistas soviéticos querían que sus organizaciones albergaran a revolucionarios de todo el mundo, la lealtad a Moscú terminó siendo su sello distintivo.

La idea de disolver toda nacionalidad había atraído a muchos esperantistas soviéticos y eso explica la colaboración inicial entre ambos grupos. Sin embargo, los soviéticos no tardaron en criticar a los comunistas de la SAT por abrirse a otros partidos. A fines de 1920, varios miembros no rusos de la SAT rompieron con la organización y formaron la Proletaj Esperantistoj (Internacional de Esperantistas Proletarios), que decidió seguir la línea de Moscú. La oposición marxista a la idea de disolver toda nacionalidad y la línea cada vez más antisoviética de la SAT contribuyeron a la ruptura.

Durante la guerra civil española, los esperantistas anarquistas y otros se dedicaron a predicar el anacionalismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, la SAT enfrentó una intensa represión en Europa continental y, desde 1945, se dedicó sobre todo a la edición y publicación de textos. Aunque también intentó integrar el esperanto a los movimientos sociales, el mayor logro de la SAT de la posguerra vino con la publicación del monumental monolingüe Plena Ilustrita Vortaro (Diccionario Ilustrado Completo, 1970), que estableció un nuevo estándar para la lengua.

Dictadores de todo tipo intentaron exterminar el esperanto, denominado por Ulrich Lins la danĝera lingvo («la lengua peligrosa»). Por supuesto, los Estados siempre intentan aniquilar ciertas lenguas, sobre todo las que hablan las minorías despreciadas o los grupos rebeldes. El esperanto es particularmente vulnerable a estos ataques porque nunca tuvo una base social y sus hablantes están dispersos.

Hitler percibía a los esperantistas como enemigos del Estado, no solo por su pacifismo y por su izquierdismo, sino también porque su fundador había sido un judío. En Mein Kampf condenó el esperanto como «una lengua secreta», a la que concebía como un arma judía.

Dos años después de que Hitler tomó el poder, dejó de publicarse el diario Der deutsche Esperantist. Martin Bormann acusó al esperanto de ser una Mischsprache (una lengua mestiza). Heinrich Himmler persiguió sus clubs, y Reinhard Heydrich directamente los aniquiló. En cierto momento surgió una organización esperantista pronazi, pero el régimen también terminó reprimiéndola.

Algunos esperantistas se unieron a la resistencia y otros siguieron reuniéndose en secreto. Muchos murieron en los campos de concentración; otros continuaron enseñando la lengua; otros se suicidaron. Cuando las tropas de Hitler llegaron al este, mataron al hijo de Zamenhof y sus hijas murieron en los campos.

Otros líderes fascistas siguieron la vía de Hitler. Portugal y España prohibieron el esperanto porque amenazaba la «pureza de la lengua». En Italia sobrevivió hasta 1941, año en que Radio Roma puso fin a sus programas de esperanto.

La Unión Soviética reprimió violentamente el esperanto después de años de tolerancia y hasta de estímulos estatales. La mayoría de los esperantistas soviéticos recibieron con entusiasmo la revolución de 1917 y rebautizaron su lengua como «la lengua del proletariado internacional».

Algunos esperantistas se aliaron con el Movimiento por la Cultura Proletaria (Proletkult), argumentando que una nueva cultura exigía una nueva lengua. Durante un breve período, pareció que el esperanto llegaría a las escuelas y a las fábricas (por fin, el éxito parecía inminente). Pero en 1921, cuando la Internacional Comunista fundó una comisión para investigar la posibilidad de una lengua internacional auxiliar, terminó decidiéndose por el ido en vez del esperanto.

El esperanto siguió creciendo. En la Unión Soviética muchos programas de radio siguieron usando esa lengua y hacían propaganda a su favor.

Sin embargo, la lengua no encajó bien con la transición del internacionalismo al «socialismo en un solo país». La UES cerró sus puertas, y, en 1937-1938, durante el Gran Terror, muchos de sus miembros fueron encarcelados y ejecutados por la idea paranoica de que la organización se había vuelto vulnerable a la manipulación de «espías extranjeros», sionistas y trotskistas. Después de la Segunda Guerra Mundial, los esperantistas de Europa del Este enfrentaron situaciones similares.

En los años 1950, los sobrevivientes de los países del bloque soviético denunciaron la censura del esperanto. Después de la muerte de Stalin sobrevino cierto renacimiento controlado y los esperantistas utilizaron hábilmente el movimiento pacifista de Moscú. Restauraron sus vínculos con la UEA y volvieron a recibir subsidios. Hoy el esperanto tiene más seguidores en Rusia y en Europa del Este que en el resto del mundo.

Los anarquistas chinos adoptaron el esperanto como lengua auxiliar en respuesta a una amplia campaña de otros activistas que buscaban simplificar el chino culto. Algunos esperantistas chinos en Tokio y en París creían que esa política abriría las puertas de China hacia el mundo sin hacer que el país perdiera su «esencia cultural». Otros, más extremos, proponían abolir completamente la lengua china y reemplazarla por el esperanto.

Aunque la moda del «esperanto chino» perdió fuerza en ultramar, sus partidarios nativos ganaron el apoyo de intelectuales importantes como Lu Xun. Para ellos, el esperanto fomentaría el internacionalismo y traería la ilustración a una masa de ciudadanos que seguían siendo analfabetos a causa de la complejidad de la escritura china. Los esperantistas también participaron del movimiento de latinización del chino escrito.

Los comunistas de china aprendieron esperanto y lo utilizaron después de la invasión japonesa con el fin de sumar apoyo para la resistencia. Teru Hasegawa, esperantista japonesa —conocida también como Verda Majo, es decir, Día Verde— viajó a China y participó del Círculo Klara, bautizado así en honor a la esposa de Zamenhof y a Clara Zetkin. Hasegawa intentó transmitir el interés por la escritura del esperanto proletario a las mujeres chinas y convocó a sus compañeras de Japón a boicotear la invasión.

El nuevo gobierno comunista de Beijing recompensó a los esperantistas por su función en la reforma de la lengua y los dejó enseñar su idioma en las escuelas estatales. Pero, como en la Unión Soviética, la convivencia no duró mucho. A comienzos de los años 1950, los esperantistas atravesaron un período de persecuciones, pero después el Estado volvió a aceptarlos. Como muchos chinos que tenían contactos extranjeros, el Estado los atarcó de nuevo durante la revolución cultural.

Sin embargo, en términos generales, la revolución cultural promovió el esperanto. Los programas de radio emitidos en esa lengua crecieron y la revista mensual El Popola Ĉinio [el pueblo chino] floreció en conjunto con otras literaturas esperantistas. Se dictaron muchos cursos y las escuelas formaron cuadros para trabajar en la radio y en el mundo editorial.

En un momento, la Asociación de Esperanto de Beijing llegó a tener cuatrocientos mil hablantes, y hasta el día de hoy, en algunas universidades, los estudiantes pueden optar por el esperanto. Después de la apertura de China de los años 1980, con la disponibilidad de otras lenguas, esos números mermaron. Sin embargo, algunas estaciones de radio chinas todavía transmiten en esperanto.

Un puente de palabras

¿El esperantismo tiene futuro o es demasiado quijotesco y utópico para sobrevivir? La decadencia del movimiento obrero en Occidente y el colapso del comunismo en el Este eliminaron sus bases tradicionales. Entonces, ¿es verdad que, como dice el lingüista Ross Perlin, todas sus posibilidades de supervivencia están en esa «diáspora alegre que resiste en clases y congresos muy peculiares, que reúnen a los convencidos de la interna ideo con políglotas imponentes y nerds de las lenguas»?

El esperanto tuvo su auge a comienzos del siglo veinte, cuando el francés mundial estaba en crisis y el inglés todavía no se había impuesto. Hoy el inglés enfrenta el crecimiento de muchos gigantes: el chino, el español y el árabe. Si el inglés pierde su predominancia, el mundo podría convertirse en una Torre de Babel de megalenguas que compiten entre sí, permitiendo que lenguas más pequeñas —como el esperanto— sobrevivan en los márgenes.

Algunos lingüistas piensan que internet es un salvador potencial para las lenguas amenazadas por estos asesinos mundiales, mientras que otros piensan que, si quieren sobrevivir, estas lenguas necesitan materializarse en el mundo real. Pero para los esperantistas el renacimiento digital se ajustaría en cierta forma a la historia de la lengua.

El esperanto no creció en el marco de un colectivo físico, sino en comunidades no territoriales vinculadas por cartas, llamadas telefónicas y reuniones ocasionales. Internet está permitiendo que nuevos esperantistas se encuentren a través de foros, redes sociales, grupos de WhatsApp y diccionarios online. Esta comunidad atrae a mucha gente que se siente en casa en el mundo virtual.

En nuestro mundo transnacional y conectado, el esperanto está volviendo. Los hablantes más jóvenes están abandonando el viejo modelo encerrado en sí mismo y actualizando la lengua en función de la enseñanza y de sus usos concretos. Su creatividad está haciendo que el movimiento crezca.

E@I, un colectivo organizado sobre fundamentos bastante flexibles, se sirve de la tecnología para brindar un acceso instantáneo y libre al esperanto. Antes había que recorrer un largo trecho para encontrar a otros hablantes; hoy están a un clic de distancia.

Cientos de blogs difunden libros, juegos, música y humor en esperanto. Vikipedio, enciclopedia virtual dedicada a la lengua, tiene más de 215 000 entradas. Más de 100 000 estudiantes utilizan lernu!, un portal gratuito y multilingüe programado por E@I, y 750 000 utilizan Duolingo. Nunca tanta gente había estudiado esperanto.

Sin embargo, esta segunda ola de esperanto no compite con la primera. La izquierda tradicional abarca la izquierda virtual, y los esperantistas digitales cuentan con manuales, diccionarios y literatura creadas en la época analógica. Los partidarios del esperanto siempre enfatizaron su naturaleza lógica y su predictibilidad, y estos atributos encajan bien con la época de las computadoras.

Zamenhof pensaba que el esperanto removería «los muros que separan a los distintos grupos étnicos» y haría que las personas se acostumbraran a «considerar a sus vecinos como hermanos y hermanas». Hoy más que nunca necesitamos estos valores: humanismo, internacionalismo, socialismo.

Según la metáfora citada por Esther Schor en Bridge of Words, Zamenhof concebía su lengua como una tabla abandonada a la orilla del río que tal vez sería utilizada en el futuro para construir un puente. Aunque sin ningún puente en el horizonte, el «sueño sagrado» de Zamenhof parece no tener fin.

 

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