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Jeremy Corbyn hablando en una asamblea en Manchester, Inglaterra, el 4 de octubre de 2021. (Foto: Ian Forsyth / Getty Images)

Jeremy Corbyn: «No es tiempo de rendirse»

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

Jeremy Corbyn habla de la necesidad de reconstruir los sindicatos, del internacionalismo y de evitar las posiciones defensivas.

Entrevista por
Loren Balhorn

Pocas personas encarnaron el ascenso del socialismo democrático de los años 2010 tan bien como Jeremy Corbyn. Durante sus casi cinco años de liderazgo en el Partido Laborista, duplicó la cantidad de miembros del partido, propuso un montón de políticas socialistas y en 2017 hizo una elección que inspiró a millones. Después de renunciar en 2020, siguió militando incansablemente por la justicia social en Gran Bretaña y en el mundo entero frente a la hostilidad creciente de los medios y de sectores de su propio partido.

Hace dos semanas, Corbyn estuvo en Berlín en el marco de «Socialism in our Time», una serie de conferencias organizadas por Jacobin. En la apertura del evento habló apasionadamente sobre la necesidad de resistir a la deriva militarista europea, de construir solidaridad con los grupos oprimidos de todo el mundo y de seguir la lucha de largo aliento por el socialismo en contra de todos los obstáculos que encuentra el movimiento.

Más tarde conversó con Loren Balhorn, editora de Jacobin en Alemania, sobre el impás estratégico que enfrenta la izquierda contemporánea, su nuevo proyecto de libro y las fuentes de su optimismo ilimitado.

 

LB

Uno de los temas de la conferencia de Jacobin en Berlín fue la idea de que la izquierda está en una especie de «purgatorio político». Después de un período de importantes avances políticos, de los que tu liderazgo en el Partido Laborista es un gran ejemplo, parecemos estar en un período de estancamiento o incluso de retroceso.

En tu discurso, dijiste que aunque tu campaña perdió en 2019, los miles de activistas que participaron de ella siguen luchando por el socialismo, y que eso debería ser un motivo de optimismo. Entonces, ¿eso significa que no estamos en un período defensivo?

JC

Pienso que estamos estamos poniéndonos a la defensiva, pero que no deberíamos hacerlo. Las fuerzas de la derecha están utilizando el COVID y el gasto estatal para imponer la austeridad y hacer retroceder los salarios. En este momento en Gran Bretaña hay una oleada de huelgas contra los despidos, a favor de los derechos laborales y por aumentos salariales. Los niveles del salario en términos reales vienen cayendo desde hace más de diez años y seguirán haciéndolo. La huelga ferroviaria —la primera en muchas décadas— es un buen ejemplo de este proceso y hay muchas más medidas de protesta en otras industrias.

La militancia obrera está creciendo, pero creo que lo más interesante desde el punto de vista de la izquierda es que están creciendo las afiliaciones a los sindicatos, y no solo en el sector público, donde siempre fueron importantes. En todo el mundo están formándose nuevos sindicatos, muchas veces por iniciativa de personas que están trabajando en un trabajos precarios y en las economías de plataformas. Hace dos semanas tuve una reunión muy interesante con un grupo de trabajadores de plataformas de Colombia, que me contó que había reclutado a 2000 miembros en un nuevo sindicato. Pienso que esa es el área hacia la que tiene que mirara la izquierda: los jóvenes que trabajan en condiciones precarias, con bajos salarios y que no tienen la vivienda ni el futuro asegurados.

Pienso que a veces la izquierda adopta una posición introspectiva demasiado pronto. Las elecciones de 2019 fueron un retroceso enorme —lo sé bien, fui un elemento central de ese proceso— pero aunque podamos sentirnos un poco estresados y deprimidos por eso, el estrés real y la depresión real vienen cuando uno no puede alimentar a sus hijos. Estrés y depresión real es ser enfermera en un hospital y no tener suficientes camas para atender a los pacientes. Eso es estrés real.

La semana pasada estuve en París participando de la campaña de Danièle Obono y Danielle Simonnet en los distritos 19 y 20. Hicimos un acto público en una plaza, pero antes de que los candidatos tomaran la palabra, invitaron a las personas que no eran miembros del partido a hablar sobre su vida y sobre sus experiencias y sobre las reivindicaciones que deseaban ver reflejadas en los discursos de los candidatos. Para mí esa es la forma adecuada de hacer política, donde uno crea presión política sobre el partido y sobre uno mismo a partir de las personas que la organización supuestamente debe defender.

 

LB

Mencionaste secciones de la clase obrera que están en lucha. Esos procesos son interesantes, pero al mismo tiempo destacan la realidad de que, si consideramos el cuadro completo, hace bastante tiempo que los trabajadores están alejándose de sus partidos históricos y de los sindicatos. ¿Es una tendencia reversible?

JC

Sí, es una tendencia reversible, pero implica más democracia en los sindicatos y en nuestros partidos políticos. A veces sucede que los sindicatos mejor establecidos tienen una actitud hostil hacia los nuevos sindicatos y los perciben como una usurpación de su lugar, en vez de reconocer que los sindicatos tradicionales no están dispuestos a comprometerse en la organización de los trabajadores autónomos o de los trabajadores de las empresas de plataformas como Uber y Amazon. Esas son las empresas en las que trabajan muchas personas jóvenes y migrantes. Y me temo que ese es el lugar donde está el futuro inmediato cuando se trata de los nuevos empleos en Europa y en Estados Unidos.

 

LB

Estoy de acuerdo, pero no creo que debamos subestimar el tamaño que conserva hasta el día de hoy la «vieja» clase obrera. En Gran Bretaña, muchas personas hablan del colapso de la «Red Wall» y de que el laborismo perdió contacto con sus bases tradicionales. En donde yo vivo, el «Rust Bell» estadounidense, muchos dicen lo mismo sobre los trabajadores y el Partido Demócrata. Teniendo esto en cuenta, ¿es posible construir alianzas entre las bases tradicionales de la izquierda y las nuevas secciones de la clase obrera?

JC

Esos sectores no son tan distintos. Si tomamos el caso del Reino Unido, por ejemplo, la economía de Londres se transformó completamente durante los últimos cuarenta años. Antes había un enorme centro fabril en los bordes de la ciudad, que llegaba hasta Lea Valley, pero todo esto desapareció casi por completo. Estos empleos fueron reemplazados por otros vinculados al sector tecnológico y al sector de servicios y por la construcción y la venta por menor, es decir, industrias donde el movimiento obrero no está tan organizado y mucho más mezcladas en términos étnicos. Pero, en cualquier caso, siguen aliándose con el movimiento obrero más viejo en muchos sindicatos, sobre todo en Unite.

Sin embargo, en otras partes del país la historia es un poco distinta porque la pérdida de las viejas industrias —el algodón, el acero, el carbón y todos esos sectores que proveían empleos relativamente bien pagos y seguros— desaparecieron sin reemplazo. Esas comunidades empezaron a deprimirse y una consecuencia es que los jóvenes tienden a abandonarlas. El nivel de problemas de salud mental y depresión en muchas de esas comunidades es realmente elevado. El movimiento obrero y el Partido Laborista en particular simplemente se confiaron y dijeron: «Bueno, van a seguir votando al laborismo porque siempre lo hicieron». Bueno, la cuestión es que no lo hicieron, porque piensan: «Un momento, nuestra comunidad está abatida. Perdimos nuestro servicio de autobús, perdimos el ferrocarril, perdimos nuestras industrias. Nuestras escuelas cerraron. Estamos rodeados por este aire depresivo». En fin, eso es lo que culminó en el voto a favor del Brexit.

Cuando discutía con otros socialistas europeos sobre el Brexit, siempre enfatizaba lo siguiente: «Son las mismas condiciones que en Alemania, en Francia, en España, en Portugal, en Grecia y en la República Checa. Las mismas condiciones en toda Europa». 

Si la izquierda no hace campaña en función de recuperar los trabajos, los servicios y el futuro, especialmente entre los jóvenes, aparecen los racistas, como está pasando en Alemania, y dicen: «Es todo culpa de los inmigrantes». En realidad, no tiene nada que ver con los inmigrantes, pero son un objetivo fácil de culpar. Eso explica el ascenso del racismo en toda Europa. Si no nos tomamos esta situación en serio y empezamos a militar por el desarrollo y por la organización de las personas y por la generación de nuevos empleos, nos espera un futuro sombrío.

 

LB

Ayer hablaste mucho sobre internacionalismo y política exterior. En Alemania, existe una escuela de pensamiento, con influencia en ciertos sectores de la izquierda, que básicamente dice: «No tenemos que hablar de los situaciones que generan divisiones y que no somos capaces de transformar» —lo dicen sobre todo por la ocupación israelí de Palestina—, «sino que tenemos que concentrarnos en temas de la agenda nacional con los que las personas tienen vínculos concretos. Desde tu punto de vista, ¿cuál es la relación entre la política nacional y la internacional? ¿Podemos darnos el lujo de priorizar una sobre otra?

JC

En este momento los Johnson, los Biden, los Scholz y otros personajes similares están impulsando un incremento absolutamente impresionante del presupuesto armamentístico. Hoy los Estados Unidos tienen el presupuesto armamentístico más grande de su historia. Cuando Biden solicitó al Congreso la aprobación del presupuesto de defensa del próximo año, los legisladores se lo devolvieron con una partida todavía más grande que la que había pedido. ¿Vamos a sentarnos y a decir, «No nos metemos con ese tema»?

La izquierda no puede evitar los temas internacionales. El capitalismo es mundial. El poder político es mundial. Los empleadores como Amazon y Uber operan a nivel global y aplican los mismos métodos en todo el mundo. Tenemos que enfrentar estos temas y empoderar a la gente, y eso significa construir vínculos serios que traspasen las fronteras nacionales.

Mencionaste el caso de Palestina, por ejemplo. El pueblo palestino está sufriendo la ocupación hace décadas, hace muchas décadas, y es bombardeado rutinariamente. Obviamente estoy a favor del derecho del pueblo palestino a vivir en paz. Apoyo el reconocimiento incondicional de Palestina y trabajo activamente con los grupos de derechos humanos y los que promueven la paz en Israel para intentar ponerle un fin a la ocupación y a la política de colonización.

No pienso que podamos evadirnos o evitar el tema de los refugiados de todo el mundo. Y no todos, pero sí la gran mayoría, son víctimas de la guerra, así que tenemos que involucrarnos en temas internacionales y combatir la guerra.

Estamos en Berlín, donde en 1914 hubo gente como Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, que organizaron enormes movilizaciones por la paz durante el período previo a la Primera Guerra Mundial. Fue una época fascinante y uno de los puntos más álgidos de solidaridad obrera en toda Europa. Su mensaje era que había que organizar a la clase obrera a favor de la paz. En 1914, la xenofobia los derrotó, pero su mensaje todavía vive.

 

LB

Pienso que la actual guerra de Ucrania es un tema difícil de abordar para muchos izquierdistas, porque por primera vez en décadas estamos viviendo una guerra de agresión que no fue iniciada por Estados Unidos ni por sus aliados, sino por un país que se opone explícitamente a la alianza transatlántica. ¿Qué posición deberían adoptar las fuerzas progresistas frente a la invasión rusa de Ucrania?

JC

Es un punto muy interesante. Participé del movimiento antiguerra toda mi vida, y también participé toda mi vida del movimiento por los derechos humanos. No tengo ninguna ilusión en Putin ni en su archivo humanitario, pero tuve debates y conversaciones fascinantes con ciertas personas de izquierda de Rusia sobre cuáles son sus deseos y sus esperanzas. No deberíamos subestimar la fuerza del sentimiento que tienen los jóvenes rusos contra la guerra de Ucrania. Tampoco deberíamos subestimar la cantidad de soldados rusos que desertaron y que no fueron juzgados por el sistema ruso (y que un soldado decida desertar porque no está de acuerdo con la guerra es un tema significativo en cualquier país). 

Como dije anoche, esta guerra tiene que terminarse. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para alentar el lenguaje de la paz e intentar llegar a un acuerdo que reduzca las tensiones en la frontera Rusia-OTAN, y que también responda adecuadamente a la preocupación que tienen las personas por su seguridad. La palabra «seguridad» es, por decirlo de alguna forma, una palabra bastante cargada. Las personas suelen pensar la seguridad como la prevención de un ataque, y ese es efectivamente uno de sus aspectos. Pero para una proporción importante de la población mundial, la seguridad es responder a preguntas más básicas: «¿Comeré mañana? ¿Mis hijos irán a la escuela? ¿Tendrán acceso a la salud?».

En las economías de libre mercado, la verdadera seguridad es que el Estado de bienestar garantice todas esas cosas. Pero todo eso está bajo la amenaza de la privatización y de la mercantilización. Por lo tanto, nuestros argumentos tienen que ser económicos, políticos, sociales y —no lo olvidemos— medioambientales.

 

LB

Anoche te referiste a un proyecto de libro en el que estás trabajando y que llevará por título Why We Are Socialists. ¿Podrías contarnos un poco más sobre eso?

JC

Cuando lanzamos el Proyecto Paz y Justicia a comienzos de 2020, discutimos un poco con los miembros del equipo sobre lo que estaba haciendo cada uno y creo que fui yo el que dijo, «Bueno, somos todos socialistas». Entonces alguien más dijo: «Bueno, sí, pero ¿qué significa eso?».

Entonces encargamos a distintas personas la tarea de escribir o hablar sobre por qué se hicieron socialistas. Hasta ahora llegaron cerca de 500 o 600 propuestas y son completamente fascinantes. Muchas vienen de experiencias de vida, como crecer en una familia de derecha y discutir todo el tiempo con los padres. Discutir con los padres puede ser una experiencia terapéutica (no para los padres, por supuesto, sino para los niños). Otros hablan de cosas como la huelga de los mineros de Gran Bretaña, que para muchos fue un momento decisivo, o de haber militado en las campañas contra la guerra de Vietnam o en contra de las armas nucleares.

Queremos que todos nos cuenten su experiencia. Recién empezamos a promocionarla y hasta el 31 de agosto estamos aceptando propuestas con un límite de 500 palabras y escritas en cualquier idioma.

 

LB

¿Incluso en klingon?

JC

 

LB

Perdón, un chiste sobre Star Trek.

JC

Sí, lo sé.

 

LB

En cualquier caso, ¿podrías espoilear el libro y contarnos por qué te hiciste socialista?

JC

Es difícil responder, porque mi madre y mi padre fueron ambos militantes activos en los círculos socialistas. Ninguno de ellos venía de familias políticas, pero formaron su opinión en la Londres de los años 1930 mientras mi madre estudiaba. De hecho, es probable que haya sido la única mujer de su universidad en esa época. Mi padre trabajaba en mecánica y también estaba estudiando para obtener un título por las noches. Se conocieron militando a favor de la República española y contra el golpe fascista de Franco. En algún sentido tenían un corazón socialista y supongo que conversar con ellos tuvo efectos en mi formación, pero la verdad es que nunca me impusieron ninguna posición.

Mi motivación provenía de cuestiones vinculadas con el combate de las armas nucleares y la guerra de Vietnam durante mis años de formación en los años 1960. También vivíamos en una ciudad pequeña, bastante de derecha, situada en una zona marginal de Midlands —Wrekin, en el condado de Shropshire—, y eso influyó mucho en mi posición política. Después me mudé al Caribé y participé como voluntario durante dos años, y eso me enseñó mucho sobre la historia del colonialismo.

Por lo tanto, mi socialismo proviene de una combinación de ciertas influencias, de mi experiencia y de mi trabajo, tanto como militante sindical y como concejal. La idea de construir una sociedad fundada en las necesidades de todos más que de unos pocos me mantiene en marcha hace 73 años.

 

LB

En ese sentido, cabe destacar que fuiste líder del Partido Laborista durante casi cinco años y durante ese tiempo estuviste sometido a un nivel de odio organizado que —me atrevo a decir— no tiene precedente en ningún otro partido político importante. Mucha gente tiraría la toalla después de una experiencia como esa. Sin embargo, no es lo que hiciste. Seguiste militando incansablemente. Tu discurso de anoche estuvo rebosante de optimismo sobre el futuro, a pesar de todas las cosas horribles que están sucediendo en este momento. ¿Cuál es el secreto para vivir así?

JC

Cuando perdimos las elecciones de 2019 y cuando terminó mi período de dirigente del Partido Laborista en marzo de 2020, Boris Johnson trató de decirme algo lindo en el último debate público que tuvimos. Probablemente haya sido algo difícil para él, así que tengamos un poco de simpatía. Pero, como sea, efectivamente dijo algo lindo: «Agradezco a este hombre honrado por su tiempo» o algo así. La verdad es que me dejó bastante pasmado. No suelo hacer cumplidos ni críticas personales, pero me sorprendió, así que me levanté y dije: «Bueno, eso está muy bien, pero suena un poco como un obituario. Quiero que quede claro: no me van a silenciar. Seguiré por aquí. Mi voz siempre estará ahí. Siempre estará ahí a favor de la justicia y del socialismo, y contra la opresión». Y entonces seguí.

Seguí militando y participando de reuniones, formé el Proyecto por la Paz y la Justicia y obviamente seguí trabajando en mi distrito. Soy muy optimista porque veo mucha gente joven que empezó a militar durante mi candidatura, y obviamente estoy devastado por los resultados y también lo están ellos. Pero dije, «Bueno, vamos a ganar esto de una u otra forma. Deseaba que diéramos un gran paso adelante convirtiéndonos en gobierno, pero creo que habría sido bastante difícil. Habríamos estado bajo una enorme presión».

En una manifestación de la que participé hace unas semanas, alguien me dijo: «¡Dios mío! ¡Si hubieras ganado las elecciones, no no habría tenido que estar acá!». Yo respondí: «¡Sí! Claro que sí, pero habrías participado de movilizaciones a favor del gobierno por primera vez en tu vida. Te habrías movilizado para defender el gobierno, y yo habría estado aquí hablando también a favor del gobierno, porque habríamos estado cambiando las cosas y estaríamos bajo un ataque descomunal».

Siempre estamos bajo el ataque descomunal que es la codicia de la minoría. Eso es lo que nos une. Pero también tenemos que estar a favor de algo: del socialismo, de la justicia social y de la  sostenibilidad medioambiental. Y, sobre todo, desatemos la imaginación y la bondad que habita en los otros.

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Publicado en Entrevistas, Estrategia, homeIzq and Sociedad

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