La impopularidad del gobierno laborista reaccionario de Keir Starmer ha abierto una oportunidad generacional en la política británica. Reconstruir la izquierda no será fácil, pero este podría ser el primer paso.
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El nuevo partido anunciado por Jeremy Corbyn y Zarah Sultana confirma que Gaza se ha convertido en una fractura central de la política británica. El laborismo de Keir Starmer ya no puede aspirar a contener ni silenciar a la izquierda.
El surgimiento de un nuevo partido de izquierda, como respuesta al giro derechista del Partido Laborista, a su complicidad en Gaza y a los fracasos estructurales del capitalismo, anuncia una posible transformación de la política británica.
Muchas organizaciones de la izquierda radical sostienen la idea de que un pequeño grupo, que suele contar con algunos centenares de militantes, es nada menos que el «embrión» del futuro partido revolucionario. Esta perspectiva es incorrecta y políticamente perjudicial.
Como dice Jodi Dean, debemos ser escépticos de «cualquiera que advierta contra el regreso de Lenin. Sin Lenin no tenemos forma de abordar los problemas más apremiantes de nuestro tiempo: el cambio climático, la desigualdad económica extrema, el imperialismo y la globalización».
Luego de sufrir una derrota catastrófica en las elecciones generales del domingo, Die Linke, partido socialista de izquierda de Alemania, enfrenta una disyuntiva: o vuelve a sus bases obreras o acepta la marginalidad.
Recurrentemente, la izquierda entra en crisis por la disputa generacional en la conducción de sus organizaciones. La dirección más fuerte es la más representativa del colectivo, la tradición y la renovación, la reputación y la lealtad.
Que florezcan muchas Rosas.