Lo más importante de Donald Trump no es su condición psicológica, sino el hecho de que es un capitalista. Y de un tipo particular: un lumpencapitalista.
Notas publicadas en Élites
Donald Trump y sus aliados no lo ocultan: si ganan, van a lanzar una campaña de represión para destruir al movimiento propalestino y a la izquierda organizada.
Con el desarrollo de la inteligencia artificial avanzando a gran velocidad, algunos de los hombres más ricos del mundo pueden estar decidiendo ahora mismo el destino de la humanidad.
El poder económico se traduce en poder político. La clase capitalista está subvirtiendo la democracia y controlando la vida de miles de millones mediante inversiones masivas en todo tipo de sectores, desde alimentos hasta armamento.
Dos años después de su asunción, Gustavo Petro sigue afrontando una tenaz resistencia a su proyecto. Sus opositores en el Congreso se han unido para bloquear reformas laborales y de salud que son vitales para la clase trabajadora colombiana.
El preso político ruso Boris Kagarlitsky escribe para Jacobin y habla de la necesidad de una alternativa a la «lógica individualista del liberalismo moderno y a la agresividad totalitaria del nuevo conservadurismo».
Este año el juicio a un jefe de seguridad mexicano mostró que tanto el gobierno estadounidense como sus clientes en México estaban implicados en la actividad criminal que supuestamente intentaban detener.
Ayn Rand creía que el camino hacia la armonía social pasaba por la aceptación por parte de las masas inferiores del gobierno brutal de sus superiores naturales.
El caos que rodea a Sam Altman y OpenAI revela hasta qué punto la tecnología puede estar impulsada por la fantasía.