Los conservadores piensan que es necesario resucitar las jerarquías tradicionales para revertir el declive social. Pero lo que la gente extraña de las sociedades de mediados de siglo XX no son los valores culturales chovinistas, sino la igualdad económica.
Notas publicadas en Economía
Si queremos evitar que el tren desbocado del capitalismo nos lleve al desastre, no podemos conformarnos con cambiar patrones insensibles por patrones con sensibilidad, ni gobiernos malos por gobiernos menos malos.
La política arancelaria de Donald Trump como presidente de Estados Unidos representa una reconfiguración del comercio global y plantea serios desafíos para los movimientos contra los tratados de libre comercio en todo el mundo.
La aprobación de la reforma pensional en Colombia no significa solo un avance histórico a favor de las grandes mayorías, sino también la posibilidad de comenzar a desplazar los intereses oligárquicos enquistados en el Estado.
Los países en desarrollo aún se están recuperando de sucesivas crisis pospandemia. Y la interrupción del comercio mundial causada por los aranceles de Trump amenaza con agravar los problemas.
En lugar de marcar el comienzo de una nueva era de unidad latinoamericana, los aranceles, las políticas antiinmigrantes y la retirada de la ayuda humanitaria de Donald Trump pusieron de relieve, sobre todo, sus divisiones.
La mejor respuesta de China a los aranceles de Trump sería depender más del consumo interno que de las exportaciones, pero llevar a cabo ese cambio supone un enorme reto para sus líderes.
Históricamente hablando, ¿cabe considerar la posibilidad de que exista un Estado que no sea ni una república de los trabajadores ni una república burguesa?
El sociólogo británico Simon Clarke propuso uno de los análisis más sofisticados acerca de cómo y por qué los sistemas capitalistas caen en crisis. Su trabajo sobre las contradicciones del capitalismo es una guía valiosa al enfrentarnos a una nueva era de agitación económica global.
El errático despliegue de aranceles de Donald Trump parece que va a aumentar la dependencia mundial respecto de China y a ahuyentar a las inversiones para la reindustrialización de Estados Unidos, socavando los objetivos declarados de su propia administración.