El nuevo memorándum de seguridad de Donald Trump califica a las creencias anticapitalistas como un factor predictivo de violencia política.
Artículos publicados por: Ben Burgis
Ben Burgis es profesor de filosofía y autor de Give Them An Argument: Logic for the Left. Es presentador del podcast Give Them An Argument.Elon Musk está a punto de convertirse en el primer trillonario del mundo. Aun así, los liberales se preocupan por los posibles inconvenientes de la redistribución de la riqueza. Deberíamos haber frenado el auge de los ultrarricos hace mucho tiempo, pero más vale tarde que nunca.
El asesinato de Charlie Kirk amenaza con envalentonar a la extrema derecha y proporcionar a Donald Trump un pretexto para aplastar la disidencia. La escalada de violencia política corroe las normas democráticas y supone una amenaza para la izquierda.
Los socialistas aceptan que cierto grado de desigualdad puede ser inevitable en una sociedad compleja. Pero hay un tipo de desigualdad que es intolerable: aquella en la que los recursos se distribuyen según factores que los individuos no pueden controlar.
Los demócratas moderados defienden cada vez con más fuerza un sionismo «aceptable», afirmando que apoyan a Israel pero se oponen a Netanyahu. Pero los horrores de Gaza no se pueden resumir al problema de un líder de derecha.
Cuando los socialistas hablamos de igualdad, nos referimos a democratizar la economía y equilibrar el poder, no a repartir todo por igual.
Los defensores del capitalismo a menudo lo justifican destacando las virtudes del mercado. Pero el capitalismo no se define por la existencia de mercados sino por la dominación de los trabajadores por parte de los capitalistas.
Donald Trump afirma que quiere restaurar la «libertad de expresión» en Estados Unidos, pero le retira la financiación federal a la Universidad de Columbia para castigar a los estudiantes que protestan en solidaridad con Palestina.
El arresto de Mahmoud Khalil expone, una vez más, cómo la derecha miente cuando se presenta como defensora de la libertad de expresión. También deja en evidencia que la izquierda nunca debería haber cedido terreno en esta batalla.
Pensar que tenemos que aceptar la desigualdad social en aras de preservar la libertad es sencillamente absurdo.