El gobierno de inspiración fascista en Italia, al igual que el de extrema derecha de Hungría, forman parte del neoliberalismo europeo. No son una alternativa a él.
Artículos publicados por: David Broder
Historiador, editor de Jacobin Magazine (EE.UU) y autor de First They Took Rome (Verso, 2020).
Las elecciones italianas dieron la victoria al partido de extrema derecha Fratelli d'Italia. La oposición entre los tecnócratas y la extrema derecha es síntoma de un declive más profundo.

El periplo de Mijaíl Gorbachov, de reformista comunista a vendedor de Pizza Hut.
Johnson fue derribado por los ministros tories que condenan su falta de integridad. Pero la obsesión con su conducta personal oculta un desastroso historial político que los laboristas de Starmer tampoco cuestionan.
Por primera vez, la extrema derecha francesa se encuentra en el umbral del poder. Esto es menos sorprendente de lo que parece si se observa su presencia constante en la vida política francesa, desde el caso Dreyfus hasta el presente.
En las elecciones legislativas de ayer, la coalición NUPES de Jean-Luc Mélenchon privó a Emmanuel Macron de su mayoría. Ahora comienza la lucha para derrotar su agenda neoliberal en el parlamento.
En Francia, aunque Jean-Luc Mélenchon quedó fuera de la segunda vuelta por pocos votos, hay signos de que la izquierda podría volver más fuerte que nunca.
La invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin se basa en pretextos obviamente reaccionarios. La izquierda no tiene nada que ver con su agenda.
El trabajo no está desapareciendo, pero las organizaciones construidas a su alrededor fueron sepultadas. Mientras que los antiguos partidos obreros rompen amarras con los intereses de los trabajadores, la derecha logra movilizar partes cada vez más grandes de la clase obrera.
El avance de las derechas en Italia no constituye un simple reflejo de la coyuntura internacional. Es el producto del progresivo vaciamiento de las instituciones democráticas y del retroceso de la izquierda organizada.