Analizar las últimas tres décadas de la política italiana es clave para entender las raíces de la debacle de la izquierda y porqué el populismo de derecha pudo conquista Italia.
Artículos publicados por: David Broder
Historiador, editor de Jacobin Magazine (EE.UU) y autor de First They Took Rome (Verso, 2020).
Silvio Berlusconi, fallecido el lunes a los 86 años, centró la política italiana alrededor de su imperio televisivo y condujo a la extrema derecha al poder. Predecesor de Donald Trump, fue el máximo emblema de la deslegitimación de la democracia por el poder mediático.
En Italia, el sistema de escala móvil logró mantener los salarios por encima de los aumentos de precios. Pero en los años 1980 llegó un gobierno socialista que puso fin a este mecanismo e inició una tendencia que deprimió los ingresos obreros durante décadas.
La derecha francesa afirma que el «islamoizquierdismo» está subvirtiendo su cultura nacional. Pero el galicismo ha sido siempre una identidad en constante cambio.
El trabajo no está desapareciendo, pero las organizaciones construidas a su alrededor fueron sepultadas. Mientras que los antiguos partidos obreros rompen amarras con los intereses de los trabajadores, la derecha logra movilizar partes cada vez más grandes de la clase obrera.
El gobierno de inspiración fascista en Italia, al igual que el de extrema derecha de Hungría, forman parte del neoliberalismo europeo. No son una alternativa a él.
Las elecciones italianas dieron la victoria al partido de extrema derecha Fratelli d'Italia. La oposición entre los tecnócratas y la extrema derecha es síntoma de un declive más profundo.

El periplo de Mijaíl Gorbachov, de reformista comunista a vendedor de Pizza Hut.
Johnson fue derribado por los ministros tories que condenan su falta de integridad. Pero la obsesión con su conducta personal oculta un desastroso historial político que los laboristas de Starmer tampoco cuestionan.
Por primera vez, la extrema derecha francesa se encuentra en el umbral del poder. Esto es menos sorprendente de lo que parece si se observa su presencia constante en la vida política francesa, desde el caso Dreyfus hasta el presente.