El acuerdo final de la COP26, apodado la «Evasión de Glasgow», es una obra de humo y espejos laboriosamente construida que no especifica prácticamente nada.

El acuerdo final de la COP26, apodado la «Evasión de Glasgow», es una obra de humo y espejos laboriosamente construida que no especifica prácticamente nada.
Los países del Norte Global insisten en enfrentar la crisis climática con mecanismos que no reconocen sus responsabilidades por el calentamiento de la atmósfera.
Es tiempo de tirar del freno de emergencia para no colapsar ante la destrucción de aquello que nos permite vivir.
Todos los temas conversados en la COP26 convergen en un acrónimo: REDD+. Pero esta propuesta tecnócrata de reducción de emisiones no es ninguna solución a la crisis ambiental.
Pese a cumbres como la COP26, las empresas de combustibles fósiles siguen operando con normalidad.
En Alemania existe un creciente consenso sobre la necesidad de alcanzar la neutralidad climática e independizarse de los combustibles fósiles. Pero si no se cuestionan las bases capitalistas de la destrucción ambiental, lo que se avecina es un nuevo imperialismo climático.
Los intereses empresariales quieren desviar el movimiento climático hacia soluciones individuales, pero no vamos a salvar el ambiente eliminando bolsas plásticas.
No todas las personas tienen la misma responsabilidad en la catástrofe climática «de origen humano» de la que habla el informe publicado por el IPCC.
Jacobin es una voz destacada de la izquierda que ofrece un punto de vista socialista sobre política, economía y cultura.