Combatir el nacionalismo de derecha no debería significar defender el consenso neoliberal.
Notas publicadas en Estrategia

La sumatoria de pequeñas medidas progresivas en los primeros 100 días impresionan, pero fueron parciales e insuficientes. Queda claro que Lula decidió gobernar «en frío» y no «en caliente», privilegiando los pactos con los partidos tradicionales sobre la movilización popular. Bolsonaro sigue políticamente «vivo» y no debe ser subestimado.
Marx escribió célebremente que «los trabajadores no tienen patria», pero inmediatamente añadió que debían convertirse en «la clase dirigente de la nación». Durante más de un siglo, la izquierda ha luchado por conciliar ambas ideas.
Las enormes movilizaciones en Francia han creado una nueva situación. Pero, contra la afirmación de ciertos sectores de la izquierda, no asistimos a un «momento prerrevolucionario».
Peter Thomas, autor de una de las obras más destacadas del renacimiento de los estudios gramscianos en la teoría social contemporánea, The Gramscian Moment (2009), propone una relectura del significado la obra de Gramsci para las prácticas políticas de hoy en día.

La crítica a Gramsci como un reformista «a pesar de si mismo» desconoce la fuerte relación entre su pensamiento y el de Lenin. Restablecer esta unidad es importante para comprender adecuadamente el legado gramsciano.
En tiempos de grandes movilizaciones y pocas revoluciones, la pregunta sobre qué políticas permitirán orientar las luchas sociales en una dirección socialista está a la orden del día. Desentrañar ese interrogante es un asunto tanto teórico como político.