El México moderno y contemporáneo se hizo en gran medida a golpe de revueltas. Pero, aunque la historia de las revueltas ha sido narrada, pocos se han detenido a pensar su secuencia y su recurrencia en la mediana y larga duración.
Notas publicadas en Desigualdad
Hace poco más de una semana, el presidente Emmanuel Macron nombró al quinto primer ministro de Francia en el último año y medio. La huelga general del jueves pasado sugiere que su estrategia no ha servido para resolver la crisis política del país.
Elon Musk está a punto de convertirse en el primer trillonario del mundo. Aun así, los liberales se preocupan por los posibles inconvenientes de la redistribución de la riqueza. Deberíamos haber frenado el auge de los ultrarricos hace mucho tiempo, pero más vale tarde que nunca.
Los socialistas aceptan que cierto grado de desigualdad puede ser inevitable en una sociedad compleja. Pero hay un tipo de desigualdad que es intolerable: aquella en la que los recursos se distribuyen según factores que los individuos no pueden controlar.
Pese al evidente giro a la derecha, las últimas elecciones bolivianas no modificaron la estructura de tercios electorales que viene de 2005. Pero el MAS, que conserva su núcleo duro, sufrió una gran pérdida de credibilidad en el histórico «tercio en disputa».
Los aranceles de Donald Trump equivalen a un impuesto encubierto a las clases medias y trabajadoras, envuelto en el lenguaje de la soberanía. En la práctica, se trata de una redistribución hacia arriba que alimenta la desigualdad y erosiona la democracia.
La administración Trump opera con frecuencia por fuera de la lógica del interés propio capitalista, impulsada por un apetito de crueldad y destrucción por la crueldad y la destrucción mismas, y por un resentimiento absoluto.
El mito de que los multimillonarios ganan, inventan o donan su fortuna de forma virtuosa no resiste un análisis riguroso. La riqueza de los multimillonarios no se basa en el genio, sino en la inversión pública, y se traduce en el poder de influir en la legislación, el mercado laboral y los mercados.
En varios países, los hombres de clase trabajadora muestran peores indicadores de bienestar que las mujeres. No es una «guerra de sexos», sino el efecto diferenciado de décadas de desigualdad y precarización.
Trump impulsa el mito del racismo inverso, según el cual los blancos están siendo atacados y perdiendo derechos a manos de otras minorías. Este relato fantástico va de la mano con su compromiso con las cepas más extremas del sionismo.