Al igual que en las anteriores oleadas de automatización, la IA no va a desaparecer. Y tanto si prospera como si se derrumba, la lucha se centra en a quiénes beneficiará.
Artículos publicados por: David Moscrop
Escritor y comentarista político. Presenta el podcast Open to Debate y es autor de Too Dumb For Democracy? Why We Make Bad Political Decisions and How We Can Make Better Ones.
Las investigaciones demuestran que el trabajo no solo da forma a la vida material, sino también a la identidad y la comunidad. Si la IA elimina el trabajo tal y como lo conocemos, también podría eliminar los cimientos de la política de masas.
Los smartphones nos están volviendo poco saludables, infelices, antisociales y menos libres. Si todavía no podemos nacionalizar la economía de la atención, tal vez sea hora de abolir su herramienta principal… antes de que termine por abolirnos a nosotros.
Los más ricos de Estados Unidos ganan en horas lo que los trabajadores normales logran en su vida. Ahora que la reforma fiscal de Trump pretende perpetuar el saqueo de los superricos, «desigualdad» ya no parece una palabra lo suficientemente fuerte.
La batalla de Apple contra Epic nos recuerda que las empresas tecnológicas actuales se comportan como monopolios del siglo XIX. Hay que instaurar un control democrático sobre estas modernas réplicas de los barones ladrones de la Edad Dorada.
De Honduras a California, los sueños de los ricos están reconvirtiendo los espacios urbanos en exclusivos dominios privados. El futuro de nuestras ciudades no debe cederse a las élites que se esfuerzan por construir utopías amuralladas.
Los capitalistas privados y monopolistas están dispuestos a destruir cualquier cosa con tal de ganar dinero, y tienen en la mira a la televisión y el cine. Vas a odiar el futuro del streaming.
Algunas partes de la Ley de Daños online de Canadá pueden implicar una extralimitación masiva por parte del Estado para restringir la libertad de expresión en el peor momento posible.
Canadá ostenta una de las tasas de muerte asistida más altas del mundo, permitiendo a los enfermos terminales morir con dignidad. Sin embargo, esto se va pareciendo cada vez más a una sustitución distópica de bienestar social por eutanasia.
Muchos oligarcas están convencidos de que la vida eterna es un derecho de clase. Y la búsqueda de la inmoralidad da lugar a una arquitectura social y jurídica que otorga a los ricos un poder inaceptable.