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David Choquehuanca fue canciller de Bolivia entre 2006 y 2017 y actualmente es candidato a vicepresidente del Movimiento al Socialismo (MAS). (Wikimedia Commons)

Nuestro mundo es posible

Conversamos con el excanciller aymara y actual candidato a la vicepresidencia, David Choquehuanca, sobre el golpe de Estado, el racismo colonialista, el Vivir Bien como alternativa ante la crisis capitalista y sobre lo que se avecina en Bolivia de cara a las elecciones del domingo 18.

Por Bruno Sommer y Denis Rogatyuk

Conversamos con el excanciller aymara y actual candidato a la vicepresidencia, David Choquehuanca, sobre el golpe de Estado, el racismo colonialista, el Vivir Bien como alternativa ante la crisis capitalista y sobre lo que se avecina en Bolivia de cara a las elecciones del domingo 18.

A solo unas pocas horas para que Bolivia vuelva a tener elecciones generales, las encuestas coinciden en señalar un triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS). Las fuerzas de la derecha no se han quedado de brazos cruzados, y ante este panorama han emprendido campañas de intimidación y ensayado maniobras electorales de todo tipo (retiro de la candidatura de la «presidenta interina» Jeanine Áñez incluida) para revertir los pronósticos.

Sin embargo, la fórmula encabezada por Luis Arce y David Choquehuanca parece resistir a todos los intentos de unir fuerzas por parte de las derechas. Una encuesta reciente de Página Siete ubica al MAS como ganador en primera vuelta, con el 40,3% de los votos, seguido por Carlos Mesa, con el 26,2%, y Fernando Camacho, con el 14,4% (números coincidentes con la encuesta realizada en julio por la CELAG). Una diferencia de diez puntos, siempre y cuando se supere el 40%, hace innecesaria una segunda ronda electoral.

Se ha especulado mucho sobre las (escasas) posibilidades de un proceso electoral transparente. El gobierno de facto de Áñez ha pospuesto ya en tres ocasiones las elecciones, y la OEA ha dado sobradas muestras, el octubre pasado, hasta dónde llega su compromiso para que el MAS no vuelva a salir victorioso.

David Choquehuanca, exministro de Relaciones Exteriores (2006-2017) y exsecretario de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), es ahora candidato a la vicepresidencia, acompañando al exministro de Economía, Luis Arce Catacora. Reconocido líder sindical aymara, David tuvo la amabilidad de conversar con Jacobin América Latina sobre las inminentes elecciones, pero también sobre la agenda del MAS y sobre la necesidad de construir una alternativa global y de integración capaz de oponerse a un sistema capitalista cada vez más predador.

 

BS

¿Cómo evalúa la situación actual en Bolivia? Hemos sido testigos de brutales ataques racistas contra la población indígena en regiones como Cochabamba y Santa Cruz. ¿Cuál será la respuesta a esto por parte del MAS cuando regrese al poder? ¿Por qué cree que una parte del mismo pueblo reniega de su propia sangre y de sus hermanos?

DC

Primero, en el idioma de las culturas milenarias, ancestrales, la palabra «raza» no existe, porque no había racismo en las culturas milenarias, en la cultura de la vida. No había racismo en nuestro Abya Yala –así se llama nuestro continente–, no había discriminación, no había división. La palabra «raza» llega con el colonialismo, con la invasión a nuestro continente. Muchos piensan que nosotros somos inferiores a los europeos, pero ese es un pensamiento impuesto. Pensamos que los del campo son inferiores a los de la ciudad, que los blancos son superiores a los que no son blancos.

El colonialismo nos ha infectado de odio y de individualismo. La propia Iglesia dice que no podemos tener tierras porque no tenemos alma, y ese pensamiento colonialista sigue hoy vigente. El colonialismo encuentra sustento en la dominación y la explotación. ¿Dónde no hay racismo? En menor o mayor grado, en todas partes hay racismo… Por lo tanto, en todas partes tendremos que luchar contra él. Nos han hecho sentir vergüenza de lo mejor que tenemos. A través de los medios de comunicación, a través de la educación, a muchos de nosotros nos obligaron, incluso, a cambiar de apellido para tener acceso a ciertos espacios. Por eso la lucha contra el colonialismo es una lucha de todos los pueblos del mundo.

DR

¿Cómo evaluaría el estado de los movimientos sociales? ¿Cómo cree que llegan los movimientos, los sindicatos y otras organizaciones, a las elecciones del domingo?

DC

En Bolivia los movimientos sociales nunca hemos dejado de luchar. Tampoco los obreros, algunos incluso en la clandestinidad, con muchos detenidos, perseguidos, con desapariciones… pese a la violación de todos los derechos, nunca hemos dejado de luchar. Los movimientos sociales han ido articulando la unidad poco a poco y también han ido perdiendo el miedo poco a poco.

En los años 70, en dictadura, había mucho abuso, había violación de los derechos humanos, corrupción… endeudaron a nuestro país, y ninguno de nuestros derechos estaba garantizado. Hasta que las mujeres mineras decidieron entrar en huelga de hambre. Decidieron sacrificarse, avanzaron primero, y eso fue la chispa que encendió a nuestro pueblo, que se movilizó hasta recuperar nuestra democracia.

Luego vino un gobierno de carácter popular. El pueblo no lo entendió, quiso resolver todos los problemas postergados de la noche a la mañana y, con ello, se acortó su mandato para abrir paso a una larga y negra etapa de neoliberalismo. Fueron veinte años en los que se entregaron nuestras empresas estratégicas a los grupos transnacionales, veinte años de entrega de nuestros recursos naturales, hasta que el pueblo también se cansó y decidió cambiar.

Así llega un gobierno con un indígena a la cabeza, y catorce años en los que hemos logrado estabilidad, crecimiento económico, salir del analfabetismo, logramos incrementar nuestro PIB, y podemos hablar de muchos otros grandes logros de esta revolución que hemos llamado Revolución Democrática. Fue un verdadero proceso de descolonización: estábamos comenzando a industrializar nuestros recursos naturales, queríamos industrializar nuestro litio, estábamos dando los primeros pasos para industrializar nuestro gas, cuando las transnacionales organizaron el golpe de Estado.

Porque esto ya no lo ocultan: el otro día lo ha dicho uno de los representantes de Tesla, dijo «nosotros hemos organizado el golpe de Estado con el gobierno de Estados Unidos y si nos da la gana podemos intervenir en cualquier momento cualquier otro país». Ya no se preocupan por ocultarlo, y nosotros sabemos que este fue un golpe planificado conjuntamente con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos [Luis Almagro].

También tenemos que reconocer que, en nuestra gestión, nos hemos descuidado en algunos aspectos. Particularmente en la promoción de nuevos líderes, pero es algo que no solamente nos ha pasado en Bolivia, sino en toda nuestra región. Pero ahora, nuevamente, los movimientos sociales empiezan a articularse, nuevos líderes brotan por todas partes. Y son, sobre todo, jóvenes, hombres y mujeres. Y es que estamos viendo mucho abuso; el poder no puede ser para abusar, tiene que ser para ayudar, para resolver… Gobernar es resolver, prever.

Nuestros pueblos nuevamente se organizan, se articulan –sobre todo, en el sector del movimiento campesino indígena–, no solamente para participar en las elecciones y recuperar nuestra democracia, sino mucho más allá: para defender nuestros derechos. Nuestro derecho a la educación, a la salud, a los servicios básicos, a la libertad de expresión, a movilizarnos.

Desde las bases, nuevamente, se reaviva el movimiento.

DR

En el caso de que el gobierno de facto, a último momento, se niegue a realizar las elecciones o las posponga nuevamente, ¿cuál cree que será la reacción del pueblo boliviano? ¿Es factible que el régimen de Áñez vuelva a postergarlas? ¿Es una posibilidad para la que el MAS se prepara?

DC

No creo que se animen a postergar nuevamente las elecciones. El movimiento campesino indígena se ha movilizado porque el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha modificado las fechas de las elecciones de manera unilateral, utilizando como pretexto la pandemia del COVID-19. Lo que los movimientos sociales han reclamado es que se respete la ley, que se respete nuestra Constitución política, que se garanticen el proceso electoral, porque necesitamos autoridades elegidas por su pueblo. Nadie va a aceptar autoridades impuestas. Necesitamos autoridades legítimas, electas por el pueblo de manera democrática y en paz, sin violencia. Eso es lo que el pueblo boliviano quiere.

Cuando el pueblo se moviliza, el TSE reflexiona y decide cambiar la fecha de las elecciones mediante otra ley. Así el TSE también pierde credibilidad, y por eso piden garantías (como a las Naciones Unidas, a la Unión Europea, a la propia Iglesia, a la comunidad internacional, que son garantes). Además, en esta nueva ley, que convoca para el 18 de octubre, se establecen sanciones: penalizan a las personas o las autoridades si intentan postergarlas nuevamente. Todo el mundo está esperando que en Bolivia las elecciones se realicen.

Nuestros vecinos, la comunidad internacional, quiere que en Bolivia podamos tener elecciones. Las organizaciones, el pueblo, los jóvenes, se están organizando para participar de lo que debe ser una fiesta democrática. Debe respetarse al candidato que gane, no importa quién sea. Debe respetarse el resultado, y es responsabilidad del TSE garantizar que las elecciones sean como deben ser: transparentes, democráticas y en paz.

DR

Durante el gobierno de Evo Morales asistimos a un ascenso protagónico de Bolivia al escenario internacional, defendiendo los derechos de soberanía y jugando un papel fundamental en la construcción de la Patria Grande. ¿Cómo imagina la dinámica de la política exterior boliviana una vez que el MAS vuelva al poder? ¿Quiénes son, ahora, los aliados internacionales en los que Bolivia puede realmente confiar?

DC

Tenemos que hacer siempre lo que nuestros pueblos piensan y sienten. La última palabra siempre la tienen que tener nuestros pueblos, ningún líder puede creerse superior a su pueblo. Cuando nosotros construimos propuestas es a partir de escuchar a nuestros pueblos. Y lo que nuestros pueblos quieren es integración, no quieren más división.

Nuestro continente ha sido desintegrado, descuartizado por el colonialismo. Nos han dividido, para dedicarse luego a saquear sistemáticamente nuestros recursos naturales. Por eso es necesaria la integración.

Y nosotros la hemos impulsado, hemos sido parte de la construcción de la Unasur, que era para volver a construir la unidad, para poder hablar de igual a igual con otros espacios de integración, como la Unión Europea (UE), por ejemplo. Que si nos queremos sentar solo como Bolivia, es muy probable que la UE no nos escuche. Pero si nos sentamos unidos, como Unasur, como región, no solamente nos van a escuchar, también nos van a respetar. Y lo que nosotros buscamos es el respeto a nuestros países, a nuestros pueblos, el respeto por nuestra región. Ya no queremos más humillación, no queremos subordinación, y para eso es imprescindible trabajar por la integración. Y Unasur no es el único ejemplo, también está la CELAC, pero es todo parte de lo mismo: unirnos, levantarnos, construir.

El problema de la pobreza es global, la crisis energética es global. Nuestras respuestas deben ser también globales. Y para ello construir integración es fundamental, pero no nos hemos detenido allí. También hemos llevado propuestas que parten de nuestras raíces milenarias, de nuestra resistencia. Como la Pachamama, que ha resistido 500 años… llevamos la propuesta de la Pachamama a Naciones Unidas y ahí, cuando llegamos, dijimos a Naciones Unidas: «la tierra piensa, tiene ojos, escucha, habla». Y de pronto, ellos «¿de dónde salen estos que nos dicen que la tierra piensa?» Pero como lo hemos planteado en nombre de un Estado, se vieron obligados a incluir el tema en la agenda. Logramos convencer al concierto internacional, desplegamos una campaña diplomática para que el mundo conozca.

Logramos, en 2009, una resolución universal declarando a nuestra Pachamama como Madre Tierra. Al 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra. Ese día, la Tierra deja de ser un objeto, deja de ser planeta solamente, y pasa a ser Madre Tierra, pasa a ser sujeto, sujeto de derecho. Y es a partir de allí que en Naciones Unidas se empiezan a trabajar los derechos de la Madre Tierra. Todos los seres somos hermanos, todos los que nos alimentamos con la leche de la Madre Tierra, que es el agua, somos hermanos.

Los seres humanos, las plantas y los animales somos criados de la Madre Tierra. Por eso es importante buscar armonía con la naturaleza. Y logramos que esa noción se incorpore en la Agenda 20/30 de Naciones Unidas, que ahora dice: «no será posible alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible si no tomamos en cuenta la armonía con la naturaleza». Así abrimos espacios para que los indígenas puedan ser escuchados por los gobiernos.

BS

¿En qué tipo de reformas políticas y económicas traduciría usted la ideología del Vivir Bien, pensando en un nuevo gobierno del MAS?

DC

Nosotros, los pueblos indígenas, tenemos nuestro camino. Tenemos el camino de la noble integración, nuestro kapak ñam: kapak, persona que vive bien; ñam, camino. Y hemos  decidido ya no caminar por los senderos del norte, por los senderos de ese «desarrollo» que no ha hecho más que llevarnos a la destrucción, que ha generado tanta pobreza y desigualdad.

Cuando se reúnen en los foros sociales, los líderes globales dicen que «otro mundo es posible», que «otro camino es posible». Nosotros, los indígenas, decimos que nuestro mundo es posible, que nuestro camino es posible. Porque lo nuestro ha resistido, tenemos todavía nuestro kapak ñam. Fueron quinientos años de engaños, de mentiras, intrigas, divisiones, incertidumbre y oscuridad. Queremos volver al camino de la luz, de la verdad, y cuando hablamos del kapak ñam hablamos de caminar con respeto a la lluvia, a nuestras montañas, a la soberanía de nuestros pueblos, de eso estamos hablando cuando estamos hablando del kapak ñam, del vivir bien.

El Vivir Bien es una propuesta global frente a la crisis –también global– del capitalismo. Un vivir bien que también está relacionado con nuestra wiphala, que no es cualquier otra bandera: es un código, nuestros ancestros han codificado el arcoíris en wiphala. No es de los aymaras, ni de los mayas, ni de los japoneses; el arcoíris no tiene fronteras, y la wiphala es la codificación del arcoíris, es un código de inclusión, de integración. Cada cuadradito es igual, y con eso dice que todos nos complementamos: todos somos semejantes y todos somos diferentes al mismo tiempo.

Cuando hablamos del Vivir Bien estamos hablando de nuestro retorno al ayllu, al camino del equilibrio. Porque hay un desorden: el mundo –y nosotros mismos– estamos desbalanceados, estamos enfermos, hemos sido infectados por la codicia, por el individualismo, el odio, el racismo… El Vivir Bien nos dice que necesitamos sanarnos, que necesitamos volver a ser chiguaza, que es la muerte del egocentrismo, del eurocentrismo, del antropocentrismo.

Cuando, en 2015, asumimos la presidencia del G77 + China, organizamos una celebración. Llegaron muchos presidentes, de más de ciento treinta países, con sus autoridades, ministros y científicos. En ese encuentro analizamos el desorden global. Analizamos la crisis ambiental, energética y financiera, y llegamos a algunas conclusiones. Una de ellas dice: «necesitamos construir un nuevo orden mundial, partiendo desde el Sur, con justicia social y vivir bien». El Vivir Bien empezó a caminar. Y se está construyendo como una propuesta global.

 

 

Sobre los entrevistadores

Denis Rogatyuk es editor internacional de Jacobin América Latina y periodista del portal El Ciudadano.

Bruno Sommer Catalan es periodista y fundador del portal El Ciudadano.

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Publicado en Bolivia, Elecciones, homeIzq and Política

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