Este domingo el resultado del ballotage resolverá un aspecto de la situación política, sin duda muy importante, pero más allá del 19, aunque Milei saliera derrotado, persistirán las consecuencias de la crisis del peronismo.
Notas publicadas en Argentina
La mayoría de la izquierda socialista optó por la abstención en Argentina, con el argumento de que Javier Milei no es expresión de un movimiento fascista. Pero esa no es razón suficiente para eludir la tarea de enfrentar a la ultraderecha.
Varios periódicos internacionales han etiquetado a Milei como un liberal radical en lugar de un representante de la extrema derecha global. Sin embargo, la realidad es precisamente lo contrario.
Durante una entrevista, Milei recurrió al Teorema de Arrow para esquivar la pregunta de si creía o no en el sistema democrático. Pero no lo asiste la lógica.
Es posible que el gobierno de Milei tome la forma de un «thatcherismo» puramente destructivo, sin la base económica que benefició a Thatcher. Es decir, un momento de caos muy intenso, acompañado de una creciente violencia por abajo, con destino incierto.
El candidato oficialista Sergio Massa comanda un ajuste y un giro conservador, pero su adversario, Javier Milei, auspicia mayores agresiones con sostén represivo. La consigna para la izquierda ante la segunda vuelta electoral en Argentina es votar contra la derecha.
Las elecciones presidenciales en Argentina parecen haber devuelto la política a sus cauces más habituales, y el oficialismo irá a balotaje con Milei. Pero para derrotarlo no alcanza con el espanto.
En Argentina, el voto a Milei da cuenta de la crisis de un sistema político articulado alrededor de la identidad peronista. Del alcance de ese fenómeno depende la capacidad de Milei para crecer electoralmente en las elecciones generales del próximo domingo.
Una victoria de la extrema derecha en Argentina podría poner fin al «empate hegemónico» que vive el país desde 2001. La izquierda debe priorizar la lucha para evitar esta posibilidad por sobre cualquier otra cosa.