La presidenta no electa de Perú, Dina Boluarte, sigue en el cargo a pesar de sus pésimos índices de aprobación y de los reiterados reclamos de convocatoria a elecciones.
Notas publicadas en Protesta
En Argentina volvieron las asambleas, con debates democráticos en plazas públicas, capacidad de movilización y divisiones. Un regreso a la historia de 2002 puede ayudarnos a entender el origen de esas ganas de participación directa y autoorganización.
Hace cinco siglos, Alemania vivió una revuelta popular masiva que se extendió por el campo y las ciudades.
En Francia, los agricultores en huelga conducen sus tractores hacia París y los medios de comunicación hablan de una revuelta rural. Pero la etiqueta oculta el contenido de clase del conflicto, que opone a pequeños y grandes productores.
No existe figura en la historia reciente de Estados Unidos cuyo recuerdo esté más distorsionado que el de Martin Luther King Jr.
En enero de 1912 las trabajadoras de la fábrica de Lawrence se declararon en huelga. Comenzaba la huelga del Pan y las Rosas, que terminó con una victoria histórica y popularizó un lema perdurable: «la obrera debe tener pan, pero también debe tener rosas».
Jean-Luc Mélenchon sostiene que el caso de Sudáfrica contra el genocidio israelí ya ha tenido un éxito: imponer el derecho internacional a un Israel que solo reconoce la ley del más fuerte.
Los primeros días del gobierno de Milei confirman su decisión de llevar adelante una verdadera guerra contra la clase trabajadora. Ante las vacilaciones o complicidades de la Justicia, los legisladores y parte del sindicalismo, las posibilidades de frenar el brutal ajuste residen en la lucha popular.
En Cisjordania, el ejército israelí prohibió a los agricultores palestinos acceder a sus tierras y grupos de colonos están quemando sus cosechas. Jacobin habló con cultivadores de olivos sobre las medidas draconianas para destruir sus medios de subsistencia.
Milei encara el cuarto intento de reorganización neoliberal, y el ajuste que propone augura una guerra contra el pueblo. Pero para evaluar si se trata o no de un viraje histórico habrá que aguardar al inicio de su mandato y conocer qué respuesta popular encuentra.