Twitter solía representar lo mejor de Internet. Bajo el mando de Elon Musk, se convirtió en el hogar de la pornografía generada por IA y de la especulación por atención bajo el modelo de «pagar para interactuar», escribe Cory Doctorow.
Notas publicadas en Tecnología
Los algoritmos no son herramientas apolíticas que simplemente mejoran la eficiencia en las transacciones en línea o la coordinación en los lugares de trabajo. Son instrumentos de control y deberían ser regulados como otros instrumentos de control.
Criada en medio del estancamiento salarial y el auge de los mercados, la generación Z invierte más que las generaciones anteriores. Pero para la gran mayoría es poco probable la superación de la brecha económica por esa vía.
Los primeros meses del segundo gobierno de Trump confirman una profundización de sus aspectos más autoritarios. Esta reconfiguración profunda del orden político bien puede definirse como neofascista.
Cada vez parece más probable que la inteligencia artificial suponga cambios importantes en la economía y la vida cotidiana. Necesitamos un programa de empleo público para los trabajadores desplazados y debemos regular a la IA como un servicio público.

La industria del gaming está convirtiendo cada smartphone en un casino, y destrozando cada vez más vidas en el proceso.
Los smartphones nos están volviendo poco saludables, infelices, antisociales y menos libres. Si todavía no podemos nacionalizar la economía de la atención, tal vez sea hora de abolir su herramienta principal… antes de que termine por abolirnos a nosotros.
La automatización no conduce necesariamente al desempleo masivo y, a por medio de la lucha de clases, podría contribuir a crear puestos de trabajo dignos.
Algunos pensadores de izquierda argumentan que el capitalismo está mutando hacia una forma de «neofeudalismo». Pero lo que realmente estamos presenciando es un gran cambio dentro del capitalismo y no una transición desde él.
El sobregiro de la hegemonía neoliberal hizo colapsar al propio mantra que tranquilizó por décadas a los jerarcas de Occidente: al fin de la historia le llegó su propio fin.








