La obra clásica de Peter Linebaugh y Marcus Rediker cumple veinte años, pero la historia que cuenta es la de una resistencia inmemorial a la conquista capitalista.
Notas publicadas en Excedente

La tendencia antindustrial del ecosocialismo es «no científica»: su visión del futuro se apoya sobre la negación —romántica más que revolucionaria— de las condiciones materiales en las que vivimos. El futuro emancipatorio solo puede construirse a partir de los sistemas industriales y no en contra de ellos.
En los últimos años, la crisis ambiental se ha convertido en un tema insoslayable que solo una pequeña minoría se atreve a negar. Pero el cambio climático no se combate con declaraciones de buenas intenciones. Hacen falta acciones concretas, y Cuba —otra vez— sirve de ejemplo.
El populismo de izquierda cruzó las fronteras latinoamericanas para convertirse en la forma dominante que adoptó la contestación al neoliberalismo en Europa y EE.UU. Esta generalización a nivel internacional hizo que la teoría de Ernesto Laclau esté en el centro de muchos debates.
Traicionada, negada y olvidada, la isla de Haití una vez sirvió de modelo para los proyectos más progresistas del continente. Si de lo que se trata es de ampliar los horizontes emancipatorios de América Latina, debemos recuperar su historia.

El populismo puede no ser la vía regia de la política, pero mantendrá vigencia en la medida en que la «protección» siga siendo el lema de la era del COVID. Por su parte, la izquierda, si no quiere cederle el terreno a la derecha populista, debe desarrollar un programa persuasivo a favor de la protección social.
La actual crisis debilitó los fundamentos hegemónicos de las relaciones de dominación. Sin embargo, los sectores dominantes mantienen la iniciativa porque todavía no irrumpen las clases subalternas.
La peste negra fue la mayor calamidad que jamás haya golpeado a Europa. Sin embargo, tuvo el efecto perverso de mejorar las condiciones sociales de las clases que constituían el grueso de la población.