Algunos pensadores sostienen que el capitalismo tal y como lo definió Marx ha llegado a su fin y que, en su lugar, estamos entrando en algo parecido a un neofeudalismo digital. Para entender cómo funciona el capitalismo hoy en día, los marxistas deben deshacerse del sesgo fabril.
Notas publicadas en Ciencia y tecnología
Los debates sobre la nueva IA se centran en la «inteligencia». Pero ocurre algo más interesante: La IA es una máquina de cultura.
La idea de que la IA acabará con todos los puestos de trabajo está generando muchos titulares apocalípticos. No es de extrañar: en una sociedad sin políticas favorables a los trabajadores, la reasignación de la mano de obra puede ser un desastre.
Los semiconductores son hoy tan importantes para el capitalismo mundial como el acceso a los recursos energéticos. El control de su suministro se está convirtiendo en un campo de batalla clave en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Necesitamos un urbanismo socialista y feminista. Socialista, en tanto capaz de movilizar tiempo y recursos de forma planificada para objetivos que desbordan la rentabilidad. Feminista, en tanto consciente y comprometido con la superación efectiva de la división sexual del trabajo.
Benjamin acuñó conceptos importantes para pensar el arte en la época de su reproductibilidad técnica. Hoy nos toca imaginar formas de mantener a la IA al servicio de los trabajadores del arte antes de que estos se conviertan en instrumentos de aquella.
Desde Marx y Engels hasta nuestros días, los socialistas han estado profundamente comprometidos con el mundo de la ciencia. La historia de aquella relación es hoy más importante que nunca.
Que el trabajo disminuya para todos a medida que aumenta la productividad o que aumente para algunos mientras otros se quedan sin trabajo es una cuestión de economía, no de tecnología. La «digitalización» en sí misma no hace nada: la cuestión es para qué se usa.