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Manifestación del POUM en el 19º aniversario de la Revolución de Octubre, 1936. (Wikipedia)

Cómo se fundó el POUM

A 90 años del POUM, una genealogía del comunismo disidente que alumbró a Nin y marcó la revolución española

El 29 de septiembre de 1935 se fundó el Partido Obrero de Unificación Marxista, como fusión de dos organizaciones comunistas disidentes, el Bloque Obrero y Campesino (BOC) y la Izquierda Comunista de España (ICE)¹.

El comunismo disidente

El BOC, el componente más importante del nuevo partido tenía sus orígenes en un grupo de militantes de la CNT a principios de los años veinte. Este grupo, conocido como los «sindicalistas revolucionarios» y encabezado por un maestro de origen aragonés, Joaquín Maurín, simpatizó con la revolución rusa y en 1924 entró en el Partido Comunista de España (PCE) para formar su Federación Comunista Catalano-Balear (FCC-B). Dados sus orígenes y las condiciones en las que se formó, en plena dictadura de Primo de Rivera, la FCC-B nunca llegó a integrarse totalmente en el PCE.

En vísperas de la Republica, a nivel estatal, el Partido Comunista estaba totalmente desorganizado y sólo contaba con unos pocos cientos de afiliados. La gran mayoría de la FCC-B, unos doscientos militantes, habían roto con el PCE dada su burocratización, su línea escisionista en los sindicatos y su caracterización de la revolución pendiente por parte del partido como la de «dictadura democrática de obreros y campesinos»².

El BOC se estableció en marzo de 1931 a partir de la unificación de la FCC-B con el Partit Comunista Català. Este último partido había sido organizado en 1928 por jóvenes activistas, entre ellos Jordi Arquer, algunos procedentes del nacionalismo de izquierdas, impresionados por la «resolución de la cuestión nacional» en la URSS, pero opuestos al centralismo del PCE. La organización unificada mantuvo el nombre FCC-B hasta 1932, cuando, con la incorporación de disidentes del PCE en Asturias, Madrid y el País Valencià, se fundó la Federación Comunista Ibérica. El BOC se formó como una organización más amplia que serviría como antesala de la Federación, ideada como una organización más puramente «comunista». Pero en la práctica ambas organizaciones llegaron pronto a ser únicamente una.

El BOC fue el principal partido obrero en Catalunya en los años previos a la Guerra Civil. Su militancia pasó de unas 700 personas en el momento de su fundación a cerca de 4500 cuando se fusionó con la ICE cuatro años más tarde. Sin embargo, su influencia se extendió bastante pese a su relativamente pequeña afiliación. Tuvo una base importante en las comarcas y fue el motor de una serie de frentes únicos sindicales. Su papel en la formación y dirección de la Alianza Obrera catalana a finales de 1933 fue otra muestra de la influencia del BOC. Probablemente, Maurín tuvo razón cuando calculó que por esas fechas el Bloque contaba con unos 50 000 simpatizantes³.

La sección española de la Oposición de Izquierdas había sido fundada en Lieja, Bélgica, en febrero de 1930, por un grupo de exiliados encabezados por el vasco Francisco García Lavid (Henri Lacroix). En los meses siguientes los integrantes de ese grupo volvieron al Estado español para aprovechar la nueva situación política surgida a raíz de la caída de Primo de Rivera. En un primer momento, la oposición en el Estado contó con pocos seguidores; sin embargo, en sus filas se integró un cierto número de cuadros comunistas muy experimentados, entre ellos Andreu Nin y Juan Andrade. Nin había estado en la URSS entre 1921 y 1930, donde fue secretario adjunto de la Internacional Sindical Roja y había entrado a formar parte de la Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky⁴. Andrade, como Lacroix, había sido uno de los fundadores del PCE. En 1932, el grupo trotskista español adoptó el nombre de Izquierda Comunista de España (ICE). Aunque nunca tendría más de unos cientos de afiliados, la ICE se distinguió por su capacidad intelectual, su revista Comunismo fue la publicación marxista más destacada de la época.

Las principales diferencias entre el BOC y los trotskistas radicaron en su relación con el movimiento comunista internacional y en aspectos de su estrategia política en el Estado español. Mientras que los trotskistas consideraron que la degeneración del movimiento comunista tenía un origen internacional, el BOC, al menos inicialmente, consideró que era consecuencia de la mala dirección en el ámbito nacional. Los trotskistas criticaron la política «confusa» del BOC: su base organizativa poco clara, su llamamiento a la CNT a «tomar el poder» en septiembre de 1931 y su defensa del «separatismo» y la creación de «movimientos nacionales» en zonas del Estado donde había poca conciencia nacional. Mientras el BOC insistía en que hacía falta concluir la «revolución democrática», pero dirigida por el proletariado, la ICE defendía la lucha por las reivindicaciones democráticas como algo puramente transitorio.

La Oposición de Izquierda Internacional se consideraba como una «facción» del movimiento comunista oficial y no como una corriente aparte. Pero dada la debilidad del partido español, Nin era partidario de la integración en la FCC-B, sobre la cual creía que iba a poder ejercer influencia a través de su viejo amigo Maurín. El optimismo de Nin se vio justificado a principios de 1931 cuando ayudó a Maurín a escribir las primeras Tesis Políticas de la FCC-B y este publicó artículos suyos de manera regular en la prensa bloquista. Sin embargo, cuando en mayo de 1931 Nin pidió formalmente afiliarse al BOC le fue denegada la solicitud y unos meses después un pequeño grupo de militantes trotskistas que trabajaban dentro del BOC fue expulsado por su «actividad fraccional». En su prensa, el BOC denunció a la organización trotskista como una secta divisionista e irrelevante que estaba «condenada a vivir al margen del movimiento obrero», marginalidad desde donde se iba a limitar a «seguir ciegamente» las posiciones que les indicase Trotsky. Eran el «reflejo exacto del estalinismo», cuyos mismos «mecánicos» métodos centralistas habían copiado. Incluso en vísperas del movimiento de octubre de 1934, cuando ya hubo una colaboración entre las dos organizaciones dentro de las Alianzas Obreras, los bloquistas aun acusaban a la Oposición de Izquierda de ser «quizás incluso más sectaria que el mismo estalinismo»⁵.

En contraste con esta crítica del movimiento trotskista como tal, el BOC siempre dejaba clara la diferencia que, en su opinión, existía entre Trotsky y sus seguidores, cuyas actividades a menudo «socavaban» su figura. El BOC defendió al antiguo líder bolchevique contra las calumnias estalinistas; le caracterizó como «el mejor camarada de Lenin», «el hombre de la revolución de octubre» [poseedor de] «un temple extraordinario de luchador de la causa comunista»⁶.

De 1933 en adelante, las discrepancias entre las dos organizaciones fueron limándose, lo que permitió un gradual acercamiento que culminó en su fusión. Por un lado, el BOC, a finales de 1932, clarificó su posición con respecto al movimiento comunista internacional y adoptó una posición abiertamente antiestalinista. Maurín reconoció que se había producido una degeneración que partía del triunfo de la teoría del «socialismo en un solo país», teoría que había llevado a que la Comintern se subordinase al Estado soviético. Las premisas principales que sustentaba el comunismo del BOC coincidían con las ya establecidas por los cuatro primeros congresos de la IC, el período de influencia de Lenin y Trotsky.

Hacia la unificación

Durante 1933, la ICE entró en crisis, tanto por su creciente conflicto con el movimiento trotskista internacional como por su falta de crecimiento. Como mucho contaba con unos 800 militantes, con presencia, sobre todo, en la zona de Llerena (Extremadura), Madrid, Sevilla y núcleos en el norte del Estado español. En Catalunya apenas tenía unas docenas de afiliados.

En 1933 la oposición trotskista internacional abandonó la pretensión de ser una facción del movimiento comunista «oficial» después de la desastrosa actuación del partido alemán ante el ascenso de los nazis. Desde entonces, los trotskistas se declararon a favor de construir una nueva, «cuarta», internacional. El hecho de que un año antes el grupo español dejase de presentarse como «oposición», para hacerlo como una organización independiente, sería una más de la serie de desencuentros con la dirección del movimiento trotskista. Como consecuencia, el liderazgo internacional respaldó a Lacroix en su intento de desbancar a Nin como secretario general de la ICE. La expulsión de Lacroix, por apropiación indebida de fondos, y su posterior intento de volver al PCE, ante el cual denunció «la contrarrevolución enmascarada [del] trotskismo» 8, no ayudó a mejorar las relaciones entre la ICE y la organización internacional.

Estas relaciones se deterioraron más en 1934, cuando Trotsky abogó a favor de que sus seguidores se integrasen en los partidos socialistas con el objetivo de influir en las nuevas corrientes de izquierdas surgidas en el seno de estos. La ICE rechazó la nueva orientación debido a su experiencia en la UGT, donde había sido regularmente sancionada por la burocracia sindical. En cambio, los trotskistas españoles insistían en que la «garantía de futuro» radicaba en el frente único y en «la independencia orgánica de la vanguardia del proletariado»; estos principios los habían aprendido de Trotsky y no estaban dispuestos a renunciar a ellos, «aun a riesgo de tener que andar nuestro camino hacia el triunfo separados» 9.

Los acontecimientos de octubre de 1934 crearon en el movimiento obrero un ambiente muy propenso a la unidad 10. Para el BOC y la ICE, la inexistencia de un partido revolucionario de masas era la principal causa de la derrota sufrida por los trabajadores. Mientras tanto, en el seno del Comité Regional de la Alianza Obrera de Catalunya, Maurín y Nin ya habían reanudado la estrecha colaboración de años atrás.

En sus publicaciones, el BOC defendió la necesidad de unificar todos los marxistas en el mismo partido, incluyendo el PCE. Fue en Catalunya, donde la división entre los partidos marxistas era mayor, donde parecía que una iniciativa de estas características sería factible. Además, como remarcó Maurín, tanto la UGT como la CNT y, más recientemente, la Alianza Obrera habían sido fundadas en Catalunya, hecho que les daba un papel destacado en la historia del movimiento obrero ibérico. Así, a iniciativa del BOC, entre febrero y abril de 1935 hubo tres reuniones entre representantes de la Federación Catalana del PSOE, el Partit Comunista de Catalunya (PCE), la socialdemócrata Unió Socialista de Catalunya, el independentista Partit Català Proletari, la ICE y también del propio Bloque.

Pronto quedó de manifiesto que iba a ser muy difícil llegar a un entendimiento. Las dos organizaciones socialistas abogaron a favor de una primera unión por separado entre los grupos socialistas como primer paso para una posterior unificación general. Por su parte, los comunistas declararon que una unión política debía fundamentarse en el programa de la Comintern. Al final se quedaron, por un lado, el BOC y la ICE y, por otro, los demás partidos que acabarían formando el Partit Socialista Unificat de Catalunya en julio de 1936.

A pesar del fracaso del proceso unificador catalán, el BOC siguió proponiendo la creación de un partido unificado a escala estatal. En cambio, la dirección de la ICE creía que solo sería factible la creación de un partido de tales características en Catalunya, dada la fuerza del BOC, pero que en el resto del Estado sus militantes debían entrar en el PSOE. No obstante, la mayoría de la afiliación de la ICE rechazó la propuesta de la dirección y en su lugar optó por convertirse en secciones del nuevo partido por todo el Estado.

El nuevo partido

El BOC y la ICE llegaron al acuerdo definitivo de unificar ambos partidos a principios de julio de 1935. Para la ICE, la unificación de los dos partidos se había realizado sobre la base de un programa que incorporaba «todos [los] principios fundamentales» del trotskismo:

[con respecto al] carácter internacional de la revolución proletaria, condena de la teoría del socialismo en un solo país… la defensa de la URSS, pero con el derecho absoluto de criticar todos los errores de la dirección soviética, afirmación del fracaso de la Segunda y de la Tercera Internacional y de la necesidad de restablecer la unidad del movimiento obrero internacional sobre una base nueva 11.

Sin embargo, la realidad se acercaba más a la opinión expresada públicamente por Nin, quien afirmó que la unificación se había logrado fácilmente porque no existían «discrepancias fundamentales» que separasen a los dos partidos y que «ninguna de las dos partes había hecho concesiones importantes» 12.

La idea del BOC siempre había sido construir el partido revolucionario «desde Catalunya hacia afuera», pero, en la práctica, este proyecto no había avanzado mucho. La unificación con la ICE brindaba al proyecto bloquista la oportunidad de extenderse en una serie de núcleos esparcidos por toda la geografía del Estado español. También interesaba al BOC por el fortalecimiento que significaba la incorporación de Nin a la dirección del partido, una dirección que hasta aquel momento dependía demasiado de Maurín. Asimismo, el partido unificado se iba a beneficiar de la presencia en sus filas de la afiliación de la ICE, con muchos militantes experimentados, cuya contribución se notaría enseguida en la prensa del partido unificado.

El congreso de unificación, debido a la situación de clandestinidad en la que todavía se encontraban los dos partidos, no pasó de ser una reunión entre dirigentes de ambos, celebrada en Barcelona el domingo 29 de septiembre en la calle Montserrat de Casanovas 24, el domicilio de Francesc de Cabo y Carlota Durany, militantes de la ICE. El nuevo partido iba a regirse de acuerdo con los principios del centralismo democrático, que permitía la más amplia democracia interna, pero no la existencia de facciones organizadas permanentes. La autoridad suprema iba a emanar del congreso anual del partido, en el cual se eligirían los 41 integrantes del Comité Central y el secretario general. En vista de la imposibilidad de celebrar un verdadero congreso a corto plazo, la reunión de dirigentes, arrogándose funciones congresuales, nombró un Comité Central compuesto por 29 militantes del BOC y 12 de la ICE. También se nombró un Comité Ejecutivo de ocho personas. Maurín fue nombrado secretario general y seguiría siendo director de La Batalla. Nin asumía el cargo de director de La Nueva Era, revista teórica del partido.

A finales de 1934, Maurín había afirmado «la doctrina del futuro gran partido revolucionario socialista (comunista) (…) ha de ser (no) el marxismo y el leninismo interpretados por los epígonos, sino el marxismo y el leninismo interpretados por nuestro proletariado revolucionario» puesto que «las transposiciones mecánicas de las experiencias ocurridas en unos países a otros son siempre de resultados funestos» 13. Así, la política del POUM iba a basarse en el análisis desarrollado por Maurín, y explicado en su libro Hacia la segunda revolución (1935), que definía la fase que atravesaba la revolución española como «democrático-socialista» 14.

La izquierda socialista

En los meses previos al inicio de la Guerra Civil, el llamamiento a crear un «gran partido revolucionario» seguía siendo el eje central del discurso del POUM. Para lograr su objetivo de convertirse en un partido de ámbito estatal, era fundamental que el POUM ganara al menos parte de la izquierda del PSOE que, desde finales de 1933, defendía una política «revolucionaria». El hecho de que la prensa del sector más importante de esta izquierda, la Federación de Juventudes Socialistas (FJS), mostrase su sintonía tanto con Trotsky como con el BOC, hizo que esto no pareciera tan improbable.

Después de los acontecimientos de octubre de 1934, la FJS defendió la necesidad de «bolchevizar» al movimiento socialista, con el objetivo de centralizar la estructura del partido y desalojar a los «reformistas» de todos los puestos de dirección. Asimismo, rechazó cualquier nueva alianza con los republicanos y defendió la retirada de la Segunda Internacional. La cuestión de la «reconstrucción internacional» del movimiento obrero solo podía abordarse sobre «la base de la tradición de la Revolución rusa».

Sin embargo, las diferencias entre el POUM y la FJS quedaron patentes en un intercambio de escritos entre su secretario general, Santiago Carrillo, y Maurín, publicados durante julio y septiembre de 1935. Carrillo reiteró su convicción de que el futuro gran partido bolchevique español iba a construirse en el seno del PSOE e hizo un llamamiento al BOC a integrase en el partido para, de esta manera, fortalecer a la izquierda en su lucha contra los reformistas. Maurín, en respuesta, reafirmó el convencimiento del BOC de la imposibilidad de que esto sucediese mientras coexistiesen en el seno del PSOE dos tendencias irreconciliables. Para Maurín el problema no era de naturaleza numérica, tal cosa no había preocupado a Lenin en 1917, sino de claridad ideológica. La unidad era imprescindible, pero era necesario lograrla sobre una base revolucionaria y no en el seno de ninguno de los partidos obreros existentes.

Las esperanzas por parte del POUM a atraer a los jóvenes socialistas fueron vanas. El movimiento comunista oficial, revitalizado después del giro frentepopulista y, sobre todo, tras su llamamiento a formar un Partido Único del Proletariado, iba a resultar mucho más seductor para la FJS que la ortodoxia marxista revolucionaria del POUM, lo cual condujo a la fundación, con la Juventud Comunista, de la Juventud Socialista Unificada (JSU) en los meses previos a la Guerra Civil. La creación de la JSU sería decisiva para proporcionar al estalinismo una base de masas durante la Guerra Civil.

En cambio, el dirigente de la izquierda socialista, Francisco Largo Caballero, parecía más abierto a la unidad política de los marxistas. Y en abril de 1936, el dirigente ugetista llegó a proponerle a Maurín que el POUM y el PSOE se fusionasen. Pero la posibilidad de que esto sucediese era reducida debido a la manera en que el POUM planteaba la cuestión de la unificación. Al mismo tiempo, Maurín increpó a los «unificadores socialistas» por su idea de formar un partido en el que todo el mundo tuviese cabida, cosa que en su opinión «confunde lo que debe constituir un partido revolucionario con partidos socialdemócratas o laboristas» 15. No fue ninguna sorpresa que el Comité Ejecutivo del POUM rechazara la propuesta de Largo Caballero.

A finales de mayo de 1936, el POUM ya se había convencido de que las dos tendencias del PSOE no se diferenciaban mucho una de la otra. Ambas estaban de acuerdo con la política del Frente Popular, a favor de la permanencia del PSOE en la Segunda Internacional, apoyaban la Liga de las Naciones, habían votado a favor de Azaña para el cargo de presidente de Gobierno y aceptaban la suspensión permanente de las garantías constitucionales que el gobierno mantenía en vigor. La frustración del POUM ante los vericuetos y contorsiones de la izquierda socialista, sobre todo de su líder, quedó reflejada en un artículo del vasco José Luis Arenillas, ex militante de la ICE, que lamentó que un sector tan importante de la clase obrera continuase creyendo en el «mito de Largo Caballero», cuya creación había constituido un verdadero «disparate antimarxista» 16.

El «verdadero partido comunista»

En julio de 1936, en vísperas de la Guerra Civil, el POUM tenía unos 6000 afiliados y afiliadas, pero su implantación geográfica seguía siendo desigual. El nuevo partido tenía una presencia en más de cuatrocientos municipios, casi el 75 % de ellos en Catalunya. La fuerza del partido en Catalunya residía en las comarcas, sobre todo en Girona y Lleida donde tenía una base importante en el campesinado. Además, había agrupaciones fuertes en las ciudades de Girona, Lleida, Manresa, Reus, Sabadell, Tarragona y Terrassa, y en poblaciones con una cierta importancia como Figueres, Olot, Sitges y Vilanova i la Geltrú. Además, los sindicatos influenciados por el POUM, la Federación Obrera de Unidad Sindical, fundada en Catalunya en mayo de 1936, agrupaban a unos 50 000 afiliados y afiliadas.

Fuera de Catalunya, las zonas con implantación del POUM fueron aquellas donde el BOC había tenido mayor presencia: las provincias de Castelló, València y el este de Aragón. En el resto del país, el nuevo partido heredó los núcleos de la ICE y algunos del BOC (Asturias). Antes de la Guerra Civil, el POUM aseguraba que contaba con secciones en casi todo el Estado español. Se informó en su prensa sobre el crecimiento del partido, sobre todo, en el País Valencià, Madrid y Galiza, además de en Catalunya. Como «único defensor de la revolución socialista en el seno de nuestro proletariado», el POUM fue optimista sobre su capacidad para seguir expandiéndose. El partido era, según su prensa, «la gran preocupación de la burguesía», como lo habían sido los bolcheviques en 1917 17.

El nuevo partido se presentó como «el verdadero Partido Comunista de Catalunya y de España» 18. Para Maurín, el partido bolchevique de Lenin era el modelo, pero:

un partido no puede ser una copia, un remedo, una adaptación. Ha de tener vida propia… (y) para tenerla, sus raíces han de ahondar la tierra del país en donde existe. [Sería la tarea de tal partido] …fundir el interés de una clase con el interés general de un pueblo, con el interés de toda una nación o varias naciones ligadas por un mismo Estado: he ahí el secreto de todo movimiento revolucionario de envergadura histórica 19.

 

Notas

1-Sobre los orígenes del POUM, ver: Pagès, Pelai, El movimiento trotskista en España (1930-1935), Ediciones Peninsular, Barcelona, 1977; y Durgan, Andy, Comunismo, revolución y movimiento obrero en Catalunya. Los orígenes del POUM, Laertes, Barcelona, 2016.

2-La «dictadura democrática de obreros y campesinos» fue planteada como la próxima etapa de la revolución rusa por Lenin antes de 1917.

3-Durgan (2016), p. 167.

4-Nin nunca fue el «secretario de Trotsky», como insisten muchas fuentes.

5-Durgan (2016), pp. 71-73, 309-310.

6-Ibídem, p. 88.

7-Revolutionary Socialist Bulletin, enero de 1936.

8-Carta de Lacroix al Comité Central del PCE, 14/07/1933 (Archivo del PCE).

9-Comunismo, septiembre de 1934.

10-Sobre los acontecimientos de octubre de 1934, ver: Durgan, Andy, «Octubre 1934: antifascismo y revolución», Viento Sur, nº 194, septiembre 2024.

11-Carta del Comité Nacional al Secretariado Internacional, Boletín interior de la Izquierda Comunista de España, 01/08/1935.

12-La Batalla, 19/07/1935.

13-Bloc Obrer i Camperol, Les lliçons de la insurrecció d’octubre, Barcelona, 1935.

14-Sobre el pensamiento y trayectoria de Maurín, ver: Durgan, Andy, «Joaquim Maurín, revolucionario y marxista», Viento Sur, nº 190, octubre 2023.

15-Durgan (2016), p. 355.

16-La Batalla, 1/05/1936 y 22/05/1936.

17-La Batalla, 17/04/1936.

18-Comitè Executiu del POUM, A propòsit d’un manifest faccional, Barcelona, 10/12/1935.

19-Maurín, Joaquín, Hacia la segunda revolución, El Perro Malo, Toledo, 2023, pp. 148, 286.

 

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