La izquierda radical alemana encabezó la oposición a una guerra inútil y destructiva después de 1914. La vida de figuras poco conocidas, como Johann Knief, ilumina este periodo vital de la historia socialista.
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El programa neoliberal de Bill Clinton destruyó deliberadamente la seguridad social y facilitó la deslocalización de la industria, una política de la que la clase trabajadora estadounidense nunca se ha recuperado. Ahora, Javier Milei busca su consejo.
Aunque el plan de privatizaciones se presente como una mera estrategia para maximizar la eficiencia de empresas hoy en manos del Estado, desde la izquierda tenemos que llamarlo por su nombre: se trata de un robo empresarial de bienes del pueblo.
Las nuevas derechas se encuentran embarcadas en una auténtica «guerra santa» contra todo lo que les huela a «marxismo cultural». Desde allí, buscan avasallar los derechos humanos, de las mujeres y de las minorías al mismo tiempo.
Los primeros días del gobierno de Milei confirman su decisión de llevar adelante una verdadera guerra contra la clase trabajadora. Ante las vacilaciones o complicidades de la Justicia, los legisladores y parte del sindicalismo, las posibilidades de frenar el brutal ajuste residen en la lucha popular.
El rechazo a la nueva Constitución derechista da cuenta de un empate «político nacional» en el que ninguno de los sectores en disputa logra imponer su programa.
Lo más sorprendente de la elección de Milei es que ha captado gran parte del voto de la clase trabajadora.
Suele decirse que las oportunidades de comer de manera sana y sostenible están al alcance de todos, y que quien no lo hace es por su propia elección. Esta narrativa es muy conveniente para la industria alimenticia, pero carece de todo fundamento.
A 60 años del asesinato que conmovió a Estados Unidos, Oliver Stone asegura que fue el estado de seguridad nacional, incluyendo a la CIA y el FBI, quien mató a John F. Kennedy. No fue obra de un francotirador solitario.
Del análisis del voto de Milei emergen dos determinantes, uno es la asociación de su voto con la informalidad laboral, el otro la crisis del voto peronista.