Mike Prysner, veterano de la guerra de Irak, habla acerca de lo que ha ganado el complejo militar-industrial al permanecer tanto tiempo en Afganistán, lo que le espera al imperialismo estadounidense y por qué aumenta el sentimiento antibélico entre los soldados en activo.
Notas publicadas en Afghanistan
El rápido colapso de Afganistán generó una situación compleja y caótica. Pero este es el punto fundamental: Estados Unidos no tiene nada que exhibir después de dos décadas de derramamiento de sangre y ocupación.
Hace cuarenta años, los comunistas tomaron Afganistán con la esperanza de llevar la modernidad y el progreso al país. Más allá de las grandes reformas que aplicaron, cabe preguntarse si estaban condenados al fracaso.
Kabul ha caído y los talibanes sólo han necesitado unas semanas para barrer al ejército afgano financiado y entrenado por Estados Unidos durante veinte años. El desastre afgano, más allá de una derrota puntual, es una muestra del fiasco de la «guerra contra el terrorismo».
Si leemos más allá de los titulares, resulta que la supuesta retirada de Afganistán de Joe Biden no es nada de eso: retrasa el final de la guerra al tiempo que prevé la continuación de la acción "antiterrorista" sin un final a la vista.