Los ultrarricos solo tienen una preocupación: escapar al desastre ambiental y social que su propia sed de riquezas generó. Su visión del futuro de la tecnología está puesta en función casi exclusiva de ese objetivo.
Notas publicadas en Crisis
La ahora ex primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, llegó al poder prometiendo devolver el crecimiento a la economía británica. Durante sus 45 días al frente del gobierno, la estrelló. La calamidad está a la vista y la élite política del país se ha quedado sin ideas.
La sociedad capitalista necesita la naturaleza, pero la destruye; depende del trabajo de cuidado de las personas, pero lo precariza; exige políticas públicas, pero las desarticula. Este es un sistema caníbal, y para evitar que siga propagando autodestrucción solo queda una alternativa: derribarlo.
El historiador Geoff Eley nos cuenta por qué todavía tiene sentido hablar de «fascismo» y por qué las nuevas formas de reacción no son una mera repetición de las del pasado.
El neoliberalismo no se borra de un plumazo. En tanto proyecto de sociedad y máquina de reproducción de instituciones y subjetividades, superarlo se parece mucho más a desmontar una pared bloque a bloque que a derribar un castillo de naipes.
El Brasil de hoy es diferente de aquel en el que Lula ganó las presidenciales por primera vez. Si el principal triunfo del progresismo brasileño es su capacidad de conciliación, ¿cuál es el pacto posible en este escenario?
Luego de las protestas que sitiaron Panamá en julio las cosas no volvieron a ser como antes. El pueblo tomó consciencia de su fortaleza, y ahora busca ordenar sus reivindicaciones y construir una alternativa.
Los críticos del capitalismo a menudo han asociado al sistema con los vampiros, los zombis y los hombres lobo. Y han visto su derrocamiento como la forma de liberar a la humanidad del horror.