Bajo el capitalismo, las decisiones que dan forma a la sociedad son tomadas por aquellos que poseen la riqueza, y el resto de nosotros tenemos que trabajar para ellos para sobrevivir. Eso no es ni libertad ni democracia.
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Más de cincuenta años después de su publicación, «El Estado en la sociedad capitalista», de Ralph Miliband, sigue siendo indispensable para cualquier movimiento socialista con ambiciones de gobierno.
Los ultrarricos solo tienen una preocupación: escapar al desastre ambiental y social que su propia sed de riquezas generó. Su visión del futuro de la tecnología está puesta en función casi exclusiva de ese objetivo.
Condenar moralmente al fascismo no alcanza: es preciso pensarlo también como parte de un movimiento contrarrevolucionario europeo.
El economista polaco Oskar Lange combinó teoría marxista y genialidad matemática. Su obra es un aporte fundamental a la economía neoclásica. Pero su interés principal siempre fue demostrar los defectos intrínsecos del capitalismo.
Poulantzas ofrece un fecundo punto de equilibrio entre las reflexiones de Lenin y Foucault. Algún día quizás el siglo XX llegue a ser poulantziano; pero para que eso ocurra su contribución tendrá que conocer nuevos desarrollos en el siglo XXI.
La invasión de Ucrania responde a un proyecto de capitalismo ruso que Putin y sus aliados persiguen desde el colapso de la Unión Soviética.